No suelo ser un tipo de peleas. A lo largo de mi vida no me he agarrado a golpes con nadie y ya no creo que lo haga, porque siento que ese tipo de bochinches suelen iniciarse por las cosas más absurdas. Ayer, sin embargo, me pasó. Iba por el puente peatonal de la autopista con 129.Uno, dos, tres tipos en bicicleta pasaron muy orondos. Un cuarto, que venía detrás de mí a gran velocidad, por poco me atropella. Obviamente, le hice el reclamo en medio de los gritos (Lo obvio es el reclamo y no los gritos).

El tipo, tiró su bicicleta al  piso y se devolvió amenazante. Mi argumento era simple: “es un paso peatonal y hay que cumplir la ley que protege a los que hacemos uso de  los puentes”. El de él era mucho más simple: “Estoy trabajando y voy de afán”. La cosa subió de tono y pudo terminar mal, para él o para mí.

Todos los bochinches y peleas surgen de las cosas más absurdas

Ese ejemplo tan nimio y tan banal, tan anecdótico y tan trivial, que le puede pasar a cualquiera, refleja un poco lo que ha sido nuestra historia, que está llena de gente que trabaja y va de afán y de gente que se queja y no se deja. Y así nos ha ido.

Todos tenemos un argumento para saltarnos la ley, para burlarnos las normas, para eludir los códigos, para esquivar las reglas. Cuántos muertos nos hubiéramos ahorrado, cuántos falsos positivos se hubieran evitado, cuántas masacres se hubieran impedido, cuánto dolor se hubiera conjurado si tanta gente no hubiera estado trabajando en medio del afán, porque en cumplimiento del deber se han cometido muchas tropelías.

Todos tenemos un argumento para saltarnos la ley

Sin embargo, no es menos cierto que en aras de la justicia del reclamo, nos hemos convertido en lo que tanto criticamos. Y así nos hemos dado bala por décadas, nos hemos tomado la ley por propia mano, hemos borrado la línea que divide el no dejarse con el a mí no me la montan y de víctimas hemos pasado con facilidad a victimarios.

Quedarnos callados tampoco es una opción, porque los abusadores sienten que lo que hacen está bien hecho y que el cumplimiento del deber lo excusa todo. Por eso, es que tal vez, no tenemos solución y somos  y seremos siempre una triste distopía…

 

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