Un vasito de agua, un madrazo y una candidatura presidencial, no se le niega a nadie. Y es que en una democracia normal, que muchos ciudadanos aspiren a la presidencia es un síntoma de vitalidad y fortaleza. Sin embargo, en Colombia, un país de tramposos y mañosos, esa explosión de democracia, desnuda por un lado, la falta de realidad y autocrítica y por el otro, la engañifa y la mentira.

A la fecha y según información de El Tiempo existen 43 aspirantes a suceder a Duque. ¡ Cuarenta y tres! y aunque para lo que este personaje ha hecho cualquiera puede aspirar a reemplazarlo, 43 parecen ser muchos.

Un vasito de agua, un madrazo y una candidatura presidencial, no se le niega a nadie.

Pero no nos digamos mentiras. ¿Si nos inventáramos una norma que impidiera que aquel que se lancé a la presidencia no pueda retirarse para lanzarse a otro cargo de elección popular en el mismo período, cuántos de esos candidatos quedarían?. Tres o cuatro a lo sumo, porque en Colombia es tan pobre la imagen y el respeto por eso que pomposamente llaman los politólogos “la investidura presidencial”, que hoy se convirtió en la fórmula indicada para hacerse visible, los entrevisten en los medios y ganar un reconocimiento que no tienen, para luego lanzarse en picada al Senado y seguir medrando del presupuesto nacional. Eso habla claramente del tipo de personajes a los que elegiremos, porque con seguridad quedarán elegidos.

Acá, o somos muy tontos o somos muy cómplices, y por eso les hacemos el juego, les damos pantalla, los bombeamos y los insuflamos de aire e incluso algunos cogen vuelo. ¿O será que el discurso de la Cabal no ha ido calando en una parte de nuestra sociedad? ¿O será que a los ex ministros Echeverry y Cárdenas, responsables en parte del desastre que vivimos no los han entrevistado en todas partes? ¿O será que Oscar Iván Zuluaga no se ha envalentonado luego de que engavetaran el proceso contra su hijo?

Acá, o somos muy tontos o somos muy cómplices, y por eso les hacemos el juego

Y así con muchos de los que se han lanzado. Y los que faltan, porque la fórmula es simple: dos o tres amigos en los medios, una bodeguita en redes, una platica en publicidad ( platica que no se pierde porque de algún modo vuelve a casa) y una desfachatez a toda prueba. Luego, se patrasean en nombre del partido y como “ su verdadera vocación es el servicio” se sacrifican y se lanzan al Senado. O la Cámara. O a la gobernación. O a la alcaldía.

 

Y así nos ido…

 

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