Uno de los acrónimos más utilizados de nuestros días es quizás, el que hace referencia a las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC). Su inclusión en todo tipo de frases, proyectos, planes, programas, estrategias, entre muchas más, obedece básicamente al potencial de dichas tecnologías para contribuir a la competitividad, productividad e innovación en el contexto que se utilicen.
Por lo anterior, en el contexto educativo, fundamental para el desarrollo de los pueblos, las TIC no solo juegan un papel de mediadoras de procesos de enseñanza – aprendizaje, sino también, de herramientas esenciales para el futuro desempeño laboral de quienes participan en dichos procesos. Esto que ahora parece obvio, fue comprendido por los Coreanos hace más de una década y es la razón que hoy puede explicar, el rápido desarrollo y crecimiento económico de Corea del Sur, atribuido principalmente, en el informe presentado al Seminario Internacional UNESCO en Financiación e Implementación de planes de Educación Nacional. a sus esfuerzos en la educación y especialmente a la incorporación de las TIC a dichos procesos. Ellos visionaron un futuro mediado por TIC y entendieron que, quienes no estuviesen preparados para su uso, quedarían como en épocas del desarrollo industrial, sin maquinaria para acelerar y mejorar la producción.
A partir de resultados como el de Corea del Sur, los gobiernos han formulado diferentes lineamientos en materia de incorporación de TIC a la educación en todos los niveles educativos, tal como se expresa en el documento Metas Educativas 2021, redactado en el marco de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, celebrada en Mar del Plata en el año 2010. Este documento ha sido la base para el desarrollo de estrategias de incorporación de las TIC a la educación como elemento que aporta calidad, pertinencia y mayor cobertura educativa. Un ejemplo claro de ello es la próxima entrada en operación de los centros de innovación educativa, que liderarán, en cinco regiones del país, todo el desarrollo tecnológico en educación, con apoyo del gobierno Coreano. Así mismo, programas como Computadores para Educar e iniciativas como Ciudadano Digital vienen contribuyendo a la alfabetización digital de la comunidad educativa colombiana.
Ahora bien, en el ámbito de la educación superior, donde se forma a las generaciones que liderarán el desarrollo de nuestro país, será que es necesario que se desarrollen las llamadas competencias informáticas, digitales, tecnológicas o como quiera que se les reconozca? Será que el desarrollo de tales competencias es un elemento clave para el éxito de los futuros profesionales, quienes actuarán de forma competente para la solución de problemas en la sociedad del conocimiento?, o será que es algo que las instituciones deberían dejar por cuenta de los estudiantes que ingresan a las instituciones a prepararse para el futuro?
Otro aspecto importante a considerar son los niveles de competencias que tienen los estudiantes al ingresar a la educación superior y los niveles con los que egresan de las mismas. Esto varía mucho entre universidades y regiones del país, existiendo en muchos casos, estudiantes que ingresan sin haber utilizado nunca un computador y también casos donde la infraestructura tecnológica de las instituciones es inferior a lo utilizado por los estudiantes.
De acuerdo a los interrogantes planteados y a la forma como se estructura nuestro sistema educativo, la responsabilidad de las instituciones de educación superior, en el desarrollo de las competencias informáticas, tanto básicas como específicas, debería ser una tarea no accidental sino obligatoria y planificada. Si bien es cierto, que no son las únicas que intervienen en este proceso, al certificar las competencias profesionales de los egresados, adquieren un grado de responsabilidad social frente a su desempeño en la solución de los problemas objeto de su profesión. De allí que la certificación de la calidad de un programa tenga una estrecha relación con la vinculación y trayectoria de sus egresados.
En el escenario descrito, cabe resaltar la labor realizada por ICDL Colombia, organización que con sus programas y proyectos de certificaciones internacionales, en competencias en el uso del computador y sus aplicaciones básicas, ha contribuido de forma significativa a la alfabetización digital de Colombia. A nivel de educación superior, la inclusión de la certificación ICDL START como requisito de grado de los estudiantes de la Universidad Pontificia Bolivariana Seccional Montería, es también un ejemplo de reflexión y compromiso frente al tema.
Jeimy Vélez Ramos, PhD.
Directora Instituto de Innovación Tecnológica
Universidad Pontificia Bolivariana Seccional Montería.
Somos el líder mundial en certificación de competencias digitales.
En Colombia, desarrollamos iniciativas con diferentes instituciones gubernamentales y privadas, implementando programas de certificación y promoviendo el uso de las TIC en el territorio nacional.
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