Ayer el Manchester City perdió de visitante contra el Chelsea FC, líder de la tabla de la Premier League inglesa. Aunque el equipo de Londres está en un gran nivel y ganarle es un trabajo difícil, el conjunto de los ‘citizens’ sigue dejando mucho que desear, y ahora más después del encuentro en el Stamford Bridge. La escuadra de Josep Guardiola no termina por encajar en su liga.
Al entrenador catalán le reconozco muchos logros. Revolucionó el fútbol con su FC Barcelona, modernizó un sistema de juego casi olvidado y dejó partidos dignos de un relato de Homero. Sus equipos usualmente han sido ejemplo de elegancia y espectáculo. En la liga inglesa, el City es el equipo con mejor promedio de posesión de balón (61.4% por partido) y el segundo que más pases ha logrado (17’724). Guardiola es el Johan Cruyff contemporáneo en lo que a dirección técnica se refiere. Aquel que quiera aprender como dominar el medio campo con el balón debería estudiarlo a él.
Pero eso no es todo en el fútbol de hoy, y menos en Inglaterra: una y otra vez ha quedado demostrado que para anotar o recibir un gol basta con un disparo. A pesar de tener todas esas ventajas antes mencionadas, el Manchester City de Guardiola es un equipo muy débil en lo físico, algo que la liga inglesa no perdona.
La Premier League, ante todo, se caracteriza por su juego físico y recio. Los delanteros son jugadores acostumbrados a moverse entre ojos de aguja para no chocar contra los defensas, colosos gigantes que derrumban legítimamente al que amenaza su sector. El City, en cambio, tiene un esquema defensivo que, en vez de colosos, cuenta con guardias de torre, expectantes al ataque rival. Mientras que un equipo inglés típico busca siempre el choque, los defensas de Guardiola cubren los pases y esperan que el poseedor del balón regatee. Los delanteros rivales, acostumbrados a menos espacios, logran sortear con facilidad las líneas del Manchester City y hacerse con una oportunidad de gol. Las dos anotaciones del Chelsea ayer fueron consecuencia de esto.
En el ataque sucede algo similar. El City carece de un jugador como Diego Costa, Zlatan Ibrahimović o Harry Kane que pueda aguantar el balón cuando los colosos rivales quieran pelear con el cuerpo. No tiene que ser necesariamente un delantero: Yaya Touré puede cumplir ese rol sin problema. Cada vez que juega, el marfileño le da al equipo un aire extra para atacar, pues no hay tanta asfixia cuando toca romper las líneas rivales. Guardiola ya había sufrido un problema parecido en el Barcelona, que, al igual que este City, siempre tuvo problemas en los momentos físicos del partido. La diferencia es que el fútbol español es más táctico y menos fuerte en ese sentido. En Alemania, con el Bayern München, (otra liga muy física, pero de menos nivel) logró sortear este problema gracias a un plantel que se caracterizaba por ser fuerte y táctico a la vez. Hoy, en Inglaterra se enfrenta a defensas muy físicas y de alto nivel que no lo dejan resolver las jugadas con tranquilidad. Guardiola necesita un ataque que no se derrumbe con el viento.
El Manchester City de esta temporada no es un mal equipo: ningún equipo que esté en puestos de Champions en la liga inglesa lo es. Eso sí, no saldrá nunca campeón de la liga si Guardiola no busca un camino para adaptar su táctica al juego local. Como ya dije, el City tiene un manejo del balón envidiable que no es para nada incompatible con el fútbol inglés, a pesar de lo que algunos dicen. Pero tiene que entender esto y hacer ajustes. Ojalá lo haga, porque no hay nada mejor que gozar con el fútbol revolucionario de Guardiola, aun si tiene que adaptarse a las necesidades de la Premier. Si lo logra, seguirá haciendo historia.