El empate de anoche entre el Atlético Bucaramanga y Millonarios FC 2-2 en Floridablanca es un reflejo de la situación del equipo embajador en lo que va del torneo. Quizá la única diferencia con respecto a lo usual fue que jugó con un solo delantero de área y dos medios ofensivos. Por lo demás, el retrato fue el mismo: un juego directo y ordenado con remates de larga distancia y llegadas desde la banda, pero que es desordenado en defensa y sufre. Aunque va por el buen camino, Miguel Ángel Russo todavía debe mejorar algunos aspectos de su equipo.

Vale la pena decir que nadie esperaba mucho del argentino cuando asumió el mando en diciembre. Su compatriota, Diego Cocca, había dejado al club azul con los regalos y la cena navideña servida. Después de que llegaran los refuerzos que había pedido, alegó que una oferta del club de sus amores, Racing de Avellaneda, y una necesidad de volver a su tierra madre le impedían seguir con Millonarios. Abordó entonces el barco Russo, que poco pudo armar y solicitar, pues ya no había dinero para traer más jugadores. A esas alturas, lo único que pedía el hincha embajador era que el navío no se hundiera.

Russo no solo lo ha mantenido a flote, sino que le ha dado cierta identidad. Este Millonarios es un equipo con una idea ofensiva directa, que no desgasta tiempo con la pelota y hace una transición rápida entre defensa y ataque. Sin importar la formación que use, siempre hay un extremo que no se despega de la línea lateral, desde donde puede colgar centros, y otro que hace diagonales, combina con los mediocampistas y dispara desde media distancia. La estrategia de ataque, en otras palabras, ha dado sus frutos y los jugadores ofensivos (como Henry Rojas) han sabido convertir la teoría en goles.

Sin embargo, si la parte ofensiva es el fuerte de este Millonarios, la defensa es su debilidad. La intención de Russo es clara, pero los jugadores parecen tener dificultades a la hora de ponerla en práctica. El objetivo del equipo es mantener las líneas ordenadas, cerrar los espacios al rival, recuperar y salir rápido. Antes que presionar en campo rival, Russo prefiere ubicar el equipo en su propio campo y cubrir posibles huecos para que el contrincante no logre concretar las oportunidades. Pero, a diferencia de la estrategia en ataque, los jugadores parecen tener problemas para mecanizar la defensiva. La mayoría de los goles que recibe Millonarios (demasiados si aspira a ser campeón) llegan por culpa de algún despistado que no ocupa su lugar y le regala un hueco al rival. Así sucedió en varias derrotas, como en el 2-1 contra el Once Caldas en Manizales, y así ha sucedido en empates, como el de ayer.

Desde Hernán Torres no había en Millonarios una propuesta tan seria. El proyecto de Russo es interesante y prometedor, no lo niega nadie. Lamentablemente para el argentino, en Millonarios no pasa mucho tiempo sin que eso deje de ser suficiente. Pocos esperan que salga campeón ahorita, pero nadie le va a perdonar el próximo semestre tantos tropiezos como los que su defensa le ha ocasionado durante este torneo. Si el argentino logra solucionar esos errores de colocación, no pasará mucho tiempo sin que Millonarios vuelva a ser candidato a algún trofeo. Todo dependerá de su capacidad para dar el siguiente paso y conseguir la regularidad que, sea como sea, un equipo ganador debe tener.