Carlo Ancelotti pagó los platos rotos de una mala gestión del club, que dejó envejecer al plantel.

La gran sorpresa de esta semana, sin duda alguna, fue el despido de Carlo Ancelotti como director del Bayern München. El equipo no ha dado la talla en el inicio de temporada (más en cuanto a resultados que a juego), pero nadie esperaba que una eminencia de la táctica cayera tan temprano. La decisión del club bávaro, en todo caso, responde a una situación que es más culpa del club que del cuerpo técnico.

Hace cinco años, el Bayern ganó el triplete (Bundesliga, Copa de Alemania y Champions). Por esa época era Jupp Heynckes quien lideraba al conjunto desde el banco. En semifinales, Arjen Robben bailó al Barcelona y en la final, en Wembley, marcó el gol agónico contra el Borussia Dortmund que les dio a los alemanes el torneo continental. Frank Ribéry organizó todo el ataque y fue nombrado jugador de más valioso de aquella ‘orejona’. Encima, Manuel Neuer desplazó a Iker Casillas como el mejor arquero del mundo (luego, en el mundial de Brasil, lo reemplazaría como arquero campeón del mundo). Aparte de esos tres, también hacían parte de ese equipo Philipp Lahm, Bastian Schweinsteiger y Mario Mandžukić, hoy lejos del Bayern, y David Alaba, Javi Martínez y Thomas Müller, figuras actuales del club. En fin, era una plantilla única en un momento único.

Pero, ¿qué pasó con aquel grupo? Vale destacar que Mario Götze vio la final en Londres desde el palco como jugador del Borussia, pero ya traspasado al Bayern. Con el tiempo, varios jugadores del club amarillo (Robert Lewandowski y Mats Hummels) siguieron el mismo camino. Josep Guardiola reemplazó a Heynckes y trajó a Thiago Alcántara (gran jugador, pero no figura mundial). Parecía que el único objetivo del bávaro era debilitar al Dortmund y consolidarse como gran equipo alemán. Fuera esa su intención o no, lo consiguió. Y aunque debilitó a su rival en la Bundesliga, no se renovó.

¿Qué tiene que ver eso con Ancelotti? Todo. El italiano recibió un gran equipo, pero de vida a corta por el promedio de edad. Para agregar juventud al once titular, dio protagonismo a jugadores como Joshua Kimmich. Este verano trajo nueve jugadores (entre ellos James Rodríguez y Corretin Tolisso), todos menores de 28 años, en busca de una renovación generacional de la plantilla y para compensar dos retiros de peso (Xabi Alonso y Philipp Lahm). Al parecer, la sensación de borrón y cuenta nueva no sentó bien a los veteranos, que criticaron al club desde el inicio de la temporada. Según informes de prensa, las discusiones entre el entrenador y figuras como Robben, Müller y Lewandowski, se intensificaron con el paso de las semanas. La derrota contra el Paris Saint Germain esta semana fue la gota que colmó la copa y Carlo fue apartado de su cargo. Al fin y al cabo, siempre es mejor y más barato, apartar a uno que a 3.

Todo eso se hubiera podido evitar si el Bayern no se hubiera dejado coger la noche con la transición generacional. En una plantilla de 25 jugadores, 11 tienen más de 28 años y 14 tienen menos. Sin embargo, de los segundos, apenas 5 vienen de antes del verano, mientras que 9 son fichajes nuevos. El problema no es que haya muchos veteranos (los hay, pero son minoría), sino que, salvo Alaba y Kimmich, no hay ningún jugador con más de 6 años de  élite restantes en la titular consolidada. Si el club no hubiese querido pasar la batuta en un solo verano, sino en el transcurso de 5 años, como lo han intentado el Real Madrid y el Barcelona, ningún sindicato de viejas estrellas hubiera tumbado a un técnico muchas veces ganador que, de tener jugadores con ganas de hacerle caso, tendría al Bayern liderando todo.

Lo hecho, hecho está. Ahora el club alemán tiene que buscar un nuevo técnico tras apenas un mes de competencia y solucionar el problema de egos que hay en el vestuario. Eso sí, quien llegue debe continuar con la transición de jugadores, porque Robben, Ribery, Müller, Lewandowski y Rafinha no estarán más de dos o tres años en un nivel élite. En cuanto a las directivas, deben meter duro en el próximo mercado y llevarse a la próxima estrella juvenil que aparezca, pues para ganar otra Champions no basta con debilitar al Dortmund.