Hay tres razones que explican el oso táctico de Zinedine Zidane al ponerle marca personal a Lionel Messi con Mateo Kovačić.
El clásico español estuvo marcado por un horror táctico de Zinedine Zidane. El francés le pidió al croata Mateo Kovačić que marcara a Lionel Messi. Mateo solo debía cubrir al argentino una vez el Barcelona hiciera la transición de defensa a ataque y pasara la mitad de la cancha. Cuando eso no sucedía, Kovačić hacía de media punta y Casemiro se encargaba de marcar a Leo. Durante el primer tiempo, Messi no intervino mucho en el juego, pero lo hizo cuando quiso, fue decisivo y puso dos balones de gol a Paulinho. En la segunda parte, con un Barcelona más ofensivo, fue cuestión de 15 minutos antes de que el visitante se pusiera 0-2 y quedara con un jugador más. Aunque es claro que Zidane se equivocó con el plan Kovačić, lo interesante es saber por qué.
El primer fallo fue escoger al croata para la tarea. El francés puso a Mateo una tarea física inmensa: marcar a Messi en defensa y organizar al Madrid en ataque. Para un jugador que venía de una lesión y no había sido titular en liga en esta temporada, la encomienda parecía imposible y, efectivamente, lo fue. Kovačić fue desapareciendo de los ataques del Madrid y se limitó a hacer un marcaje tímido a Lionel, que lo dejó botado con cada arranque o filigrana. En el segundo tiempo y antes del primer gol, el croata salió decidido a no dejarse ganar más por el argentino y renunció definitivamente al ataque. Eso le costó al Madrid presencia en el área rival, tanto así que la jugada del primer gol nació de un regate de Sergio Busquets en el lugar que dejó Mateo y se construyó con una galopada de Iván Rakitić, solo ante la defensa, pues Kovačić prefierió cubrir a Messi y no cortar el avance de su compatriota. Mateo no estaba a la altura de la tarea, tomó malas decisiones y se destacó por su ausencia e impotencia.
Pero, en defensa de Kovačić, el equipo no le ayudó. El Barcelona, sobre todo en la segunda mitad, pudo tocar el balón porque no había orden en el mediocampo merengue, ingenuo ante la situación. También el primer gol fue ejemplo de ello, pues el pase de Sergio a Rakitić fue posible porque éste corrió al espacio vacío. En la jugada del penalti que llevó al 0-2 también fue evidente. Gerard Piqué, central culé, avanzó en un ataque y eso supuso un hombre más para los centrales blancos. Luka Modrić (volante madridista), en vez de seguir al defensa, ayudó a Kovačić en el marcaje de Leo, que tenía la pelota y, en consecuencia, los centrales del Real tuvieron que tapar a Piqué. Todo concluyó con un pase de Messi a un solitario Suárez y, luego, el penal por la mano desesperada de Carvajal. Lección: los marcajes personales dependen de un trabajo grupal.
Sin embargo, el error no fue, principalmente, de los jugadores. Zidane, tan buen psicólogo como flojo estratega, no entendió que a Messi no se le marca con un jugador, sino con un equipo. A los delanteros de área, a los armadores y, quizá, a los extremos se les puede marcar así, pero no a un jugador que hace esas tres funciones en una misma jugada. Messi camina todo el campo, pero no se queda en un solo lugar. Todo lo ya explicado (los huecos, el cansancio físico de Kovačić y la confusión en los marcajes) es consecuencia directa de marcar a un jugador que, por su naturaleza, termina anulando a su marca del juego. Kovačić no sacó del juego a Messi sino todo lo contrario, el argentino lo sacó a él del partido porque le impidió cumplir las funciones de su posición a tal punto que el croata cometió el error casi amateur de no perseguir a Rakitić en su corrida. Kovačić nunca estuvo en el partido y Messi, en cambio, jugó un partidazo a pesar de haber caminado el 83% del tiempo.
La decisión de Zidane salió casi a título de promoción: haga un partidazo y anule un jugador corriendo el 27% del tiempo. El Madrid solo pudo contratacar, pero no sacó su fútbol porque no tenía quien lo administrara. El Barcelona hizo un gran partido al leer la situación y matar en el inicio del segundo tiempo. Ya con el partido muerto (0-2 con un hombre menos) Zidane sacó a Kovačić y a Casemiro por Gareth Bale y Marco Asensio. A partir de ahí, el Madrid jugó a algo, sin mucho resultado, pero lo hizo. Este partido queda en la historia como aquel en el que el mundo entendió cómo no hay que marcar a Messi. Eso sí, el Madrid lo recordará como el día en el que su técnico, solito en sus decisiones, botó La Liga con un horror táctico.
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