La prórroga es un infierno para muchos jugadores. Vale la pena pensar en cómo encontrar un equilibrio entre espectáculo y seguridad.
Aunque las últimas tres finales de Mundial se fueron al alargue, hace falta revisar esta medida. El miércoles vi el partido de vuelta de la final de la Recopa Suramericana, entre Gremio e Independiente. La serie quedó empatada sin anotaciones y fueron necesarios los 30 minutos extras. Finalmente, el trofeo se lo llevó Gremio tras ganar la tanda de penales 5-4. Aunque la prórroga tuvo sus momentos, los verdaderos protagonistas en esa etapa fueron los médicos. Entre calambre y calambre, no se sabía qué jugador corría más raro. Me surgió, en consecuencia, el pensamiento que titula la columna. Este mecanismo de desempate, por emocionante que pueda ser (porque puede no serlo), necesita un cambio.
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Desde hace tiempo me ha gustado ver los partidos de eliminación directa de manera muy poética. Basta con pensarlo y el sistema cobra lógica. El método de desempate inicial (el partido de 90 minutos) busca premiar al equipo, en principio, que tenga un mejor planteamiento estratégico. Cuando el empate persiste tras el tiempo reglamentario, el alargue sirve para premiar al equipo con mejor resistencia física. Si llega a suceder que ambos equipos se mantienen en tablas tras los 30 minutos de prórroga, entonces llega la definición por penales, que premia de forma definitiva al equipo con mejor preparación mental. Eso no significa que en cada etapa se mire solo un aspecto, pero suelen ser éstos los más decisivos en su respectivo momento.
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Sin embargo, por más guerrero que suene el objetivo de la prórroga, es una situación inhumana que tortura a los deportistas de alto rendimiento que están jugando en la cancha. Eso lleva a que suceda una de dos situaciones. Puede pasar que los futbolistas se armen de valentía y jueguen a pesar del sufrimiento, creando un duelo interesante y épico, pero muy peligroso para su salud, o puede suceder que sean más cautos y el juego se vuelva soso, lento y aburrido. En ambos casos se sacrifica algo (diversión o seguridad) que no debería ser negociable.
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La FIFA aprobó en 2016 un proyecto para modificar el reglamento en ciertos torneos (Juegos Olímpicos) y permitir un cambio más para cada equipo durante la prórroga. Sin embargo, la medida no está confirmada aún para el Mundial de Rusia y no parece abrirse campo en el mundo del deporte rey. Además, a mi juicio, un cambio no es suficiente, pues suele haber entre dos y tres jugadores por equipo con problemas físicos en tiempo de alargue. Una alternativa sería admitir, no uno, sino dos cambios más, de modo tal que se velara por la seguridad de los deportistas sin cambiar tanto las dinámicas del partido. Además, podría ser una ficha estratégica que, bien usada, daría al alargue la emoción esperada que cualquier partido de eliminación directa merece. La otra opción, menos popular y quizá más drástica, es quitar la prórroga y pasar de una a los penales. Aunque este método es criticado por algunos, torneos como el colombiano lo implementan sin ningún tipo de problema.
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En vez de modificar el deporte solo para fines económicos (como ha hecho el Presidente de FIFA Gianni Infantino), el órgano regulatorio del fútbol debería pensar en renovaciones que busquen cuidar al jugador y, a la vez, dar buen espectáculo. Hay mucho conservador con el tema, pero el deporte vive en constante evolución. A ese personaje le invito a pensar ¿acaso sería malo buscar otro método de desempate? o bien ¿sería terrible modificar las reglas de la prórroga?
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