Aparte del buen nivel deportivo, la Selección mostró compromiso profesional y fortaleza mental para afrontar el Mundial de Rusia.
Creo que la última vez que vi a Colombia jugar como lo hizo frente a Francia y a Australia fue en el 2014, contra Uruguay, por octavos de final del Mundial. De allá para acá, ha tenido buenos y malos momentos. Radamel Falcao tuvo un regreso aparatoso, fue necesario modificar la línea de defensas, dar paso al cambio de generación sin perder competitividad y pelear una eliminatoria muy igualada. Con todo eso en el pasado, la Selección jugó un segundo tiempo perfecto en París y un gran encuentro en Londres. Aunque hay temas por trabajar, lo importante es ver que Colombia tiene un sistema de juego bien construido y que los jugadores lo han asimilado, de modo que su desempeño depende de la concentración y de la actitud de los jugadores.
El actual sistema de juego de José Pékerman es un mezcla de aquellos que usó en las dos eliminatorias que jugó con la Selección. En las eliminatorias a Brasil, el argentino creó un 4-4-2 muy fuerte en la transición de juego, basado en dos laterales, dos recuperadores, un armador, un extremo desequilibrante y dos delanteros (un killer y un media punta). Tras la lesión de Falcao y la explosión de James Rodríguez, el seleccionador cambio la fórmula ligeramente a un 4-2-3-1, en el que había un delantero menos y permitió que un mediapunta como James fuera más libre. Hoy en día, hay momentos del partido en los que James es el segundo delantero del 4-4-2, otros en los que es el mediapunta del 4-2-3-1 y otros en los que es extremo izquierdo (intercambiando el puesto con Luis Muriel o Edwin Cardona). En todo caso, el sistema no ha variado mucho y es versátil, lo que permite modificarlo sin que los jugadores de la Selección se desordenen.
Por eso, el rendimiento depende de factores más mentales, como la concentración y la actitud. El partido contra Francia fue ejemplo de esto. Colombia salió con espíritu ganador, pero sin calma (error del que pecó mucho en eliminatorias) y se comió dos goles. Sin embargo, a diferencia de equipos débiles mentalmente como Argentina (que encajó un 6-1 por incapacidad de reponerse de la desventaja), supo dar vuelta a la situación y metió un gol (el de Muriel) a punta de insistencia, tras corregir el desorden inicial. En el segundo tiempo, Francia se ahogó, a tal punto que Colombia funcionó igual con titulares que con suplentes y la remontada llegó. Contra Australia, el equipo nunca perdió la concentración y atacó durante 90 minutos. La falta de suerte condenó a la Selección al empate y, aunque hay que trabajar más en la definición, fue más un factor circunstancial, que no borra el dominio colombiano en el enfrentamiento.
Quedan menos de 80 días para el Mundial de Rusia. Colombia no es favorito, pero que sus jugadores se pongan como objetivo la final, como lo dijeron algunos, es una demostración de la actitud con que enfrentarán la cita. Lleguen o no a esa instancia definitiva, lo importante es que la Selección juega con el profesionalismo de las mejores y con la ventaja de que tiene poco qué perder. Ojalá el fútbol premie a estos jugadores con otro buen Mundial y que el fútbol colombiano siga creciendo como lo viene haciendo desde la llegada de Pékerman. No creo que el objetivo de la hinchada y los críticos sea la final (me conformo con pasar de octavos), pero aplaudo la actitud ganadora y trabajadora de los jugadores. Ellos, lejos de creerse los merecedores de la copa dorada, no pusieron ningún techo a sus capacidades y trabajan día a día para ser mejores. Siguen siendo un verdadero ejemplo.