La mano de Marcelo en el Madrid vs Bayern y la de Arnold en el Roma vs Liverpool muestran que es necesario revisar el reglamento.

Por lo general, las normas en el fútbol están siempre a discreción del juez. Lo que para un árbitro es falta y amonestación, para otro es una carga limpia. A eso estamos acostumbrados los aficionados. En lo personal, siempre he estado a favor de este tipo de interpretación abierta, sin rechazar el apoyo de recursos electrónicos como el Ojo de halcón o el VAR. Eso sí, un reparo que le tengo a las reglas del fútbol es la ambigua descripción que da sobre lo que es una infracción por mano (que para este contexto incluye el brazo). Esta semana, en las semifinales de Champions, hubo dos situaciones que yo, en la comodidad de mi sofá, hubiera cobrado como mano y penal. Sin embargo, los jueces a cargo no compartieron mi opinión y no hubo sanción alguna.

El reglamento, en la regla 12, dice que es infracción “tocar el balón deliberadamente con la mano”. El adverbio usado es en sí confuso, por lo que el mismo documento añade criterios para que el juez tenga en cuenta. Él, por lo tanto, debe ver cómo es el movimiento que hace la mano hacia el balón. También es importante que revise la distancia entre mano y balón cuando el segundo parte hacia la primera. Por último, el documento normativo dice que la existencia de una infracción no depende únicamente de la posición de la mano. Aunque estos criterios precisan más el concepto, no lo aclaran del todo.

Por la esencia del reglamento, la regla siempre va a depender de la discrecionalidad de los jueces, pero la norma en cuestión carece de un criterio que es definitivo a la hora de cobrar una falta en el fútbol: la irresponsabilidad. Usando este y los otros elementos, el juez debe decidir si un toque con la mano es infracción en la medida en que el presunto infractor pudo haber evitado, o no, el contacto. Si un balón rebota de forma inesperada o extraña en el campo y toca la mano de un jugador que se encuentra muy cerca, debe entenderse que no hay intención de jugar con la mano y que, además, el futbolista no estaba actuando de forma irresponsable como para que pudiera suceder un contacto. En ese caso, no debería haber infracción. Sin embargo, si un defensa debe evitar un centro y, sabiendo que el balón puede chocar con su mano, la expone, entonces actuó de forma irresponsable y, de existir el contacto, debe cobrarse la infracción.

Aún queda la ambigüedad, pues decretar cuándo es irresponsable un jugador también depende del juez. Sin embargo, añadir un criterio que dijera “tener en cuenta el grado irresponsabilidad del jugador que toca el balón con la mano, obstruyendo su recorrido” permitiría, por lo menos, aclarar situaciones como las de esta semana, en la que tanto Marcelo en el Real Madrid vs Bayern München como Arnold en el Roma vs Liverpool extendieron la mano de forma involuntaria (o eso creo), pero irresponsable y merecieron ser sancionados. Por lo menos en el caso de Marcelo, los árbitros vieron el contacto, solo que no lo consideraron infracción y hoy la prensa alemana está escandalizada con la decisión. Esta es una de muchas formas de disminuir el problema. Eso sí, este es un punto gris del reglamento que vale la pena modificar, sobre todo a escasos días de un campeonato del mundo, pues ni siquiera el VAR puede solucionar algo que no es claro en el documento normativo.

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