Con Murillo y Boateng, el Barcelona busca rotar para tener piernas frescas y ganar la Champions. En este juego, no basta con eso.

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La apuesta de Ernesto Valverde en su Barcelona es clara: tener un equipo suplente para la Copa del Rey y uno titular para la Liga y la Champions. El entrenador culé no se ha caracterizado por hacer muchas rotaciones en temporadas pasadas. Acostumbrado a jugar menos partidos con sus clubes (y a manejar menos presión por su trabajo), solía mantener un esquema de equipo ideal en el que ocasionalmente entraba un suplente. La alta exigencia de un club como el Barcelona lo llevó a cambiar de planes tras su primer año. Aunque repartir minutos es inteligente en esta situación, Valverde debe tener en cuenta que para ganar la Champions se necesita más que piernas frescas.

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El miércoles, el Barcelona mostró una de las peores versiones de la temporada. Salió frente al Sevilla, de visitante por la Copa del Rey, con medio equipo suplente y perdió 2-0. Mostró muy poco fútbol. Su ofensiva alterna (Prince Boateng, Carles Aleñà, Arthur, Malcom, y Coutinho) transportó demasiado el balón y fue poco práctica, algo inusual en la filosofía azulgrana. Dicho eso, lo más preocupante para el conjunto catalán fue el paupérrimo desempeño de sus centrales titulares (Gerard Piqué y Clement Lenglet) que regalaron 12 remates al Sevilla y mostraron su incapacidad para cuajar dos partidos buenos de forma consecutiva.

Tanto la situación de los titulares como la de los suplentes preocupa si el objetivo principal es ganar la Champions. En el caso de los primeros, el torneo continental exige un 110% de rendimiento en cada partido. A diferencia de la liga, y el Barcelona lo sabe bien de experiencias como la de Roma en 2018, un partido malo elimina al equipo y borra todo el trabajo hecho. Frente a la situación de los suplentes, no es posible levantar La Orejona si los reemplazos no están en la misma página que los titulares. Pueden tener menos calidad, eso es apenas lógico, pero lo mínimo que debe pedirle Valverde a su futbolista de banquillo es que maneje la idea de juego para no desafinar al resto del equipo cuando entre al campo.

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Por eso, más allá de que Gerard Piqué diga que el objetivo principal no es la copa local, su desempeño en ella sí habla de qué tan preparado está para enfrentar un torneo como la Champions. No es buen síntoma que el equipo cometa errores de concentración y construcción como los del Barcelona el pasado miércoles a un mes de retomar la copa continental. Puede que con esta irregularidad consigan lo que buscan (el Real Madrid lo logró en una situación peor), pero no es una postura confiable para el club. Por más completo que sea el equipo, al Barcelona de hoy le falta fútbol.

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Foto: AFP