Vinicius brilla y genera espectáculo, pero carga con una responsabilidad que no logran asumir los delanteros veteranos del Real Madrid.
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Ver a un jugador diferente como Vinicius Junior gusta. El joven es un prodigio. La afición del Real Madrid, ante la irregular temporada que tienen los blancos, posa todas sus esperanzas en él y las filigranas que dibuja desde la banda izquierda. Sin embargo, solo tiene 18 años y todavía debe mejorar mucho, sobre todo en definición, para ponerse un equipo al hombro. Habla mal del Real Madrid que su fe gire en torno a él.
Creer en el muchacho no tiene nada de malo. Es imposible verle jugar y no imaginarse a una próxima figura del deporte rey. Tiene un regate de serpiente y la velocidad de un felino, así como la personalidad humilde pero templada que un joven necesita en esta carrera. Para muchos defensas consolidados, frenarlo ha sido todo un reto. Le falta definición, mucha definición, y es que algo por mejorar tenía que tener el chaval, porque debe ser aburrido saberlo todo a tan corta edad. La jugada de esta semana contra el Barcelona en la derrota 0-3 (minuto 68), cuando casi marca un golazo, resume quién es como jugador.
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Pero no nos digamos mentiras, creer que un juvenil va a reemplazar a Cristiano Ronaldo como figura del Real Madrid en su primera temporada es excesivo, o como dirían en España, una chorrada. Hizo falta que Vinicius tuviera cuatro oportunidades claras de gol frente al Barcelona y marcara cero goles para que el aficionado se diera cuenta que tanto no se puede soñar. Es casi una obviedad que Cristiano hubiera anotado una, si no dos, de las jugadas que tuvo el brasileño. Por mucha magia que tenga Vinicius, sigue siendo un juvenil del segundo equipo merengue que no figura ni siquiera entre los 20 mejores futbolistas del mundo.
Si el Real Madrid prende la vela al pelado ese, entonces algo anda mal. Quizá el rezo valga a largo plazo, porque es indudable que si Vinicius sigue por este camino va a dar muchas alegrías al Santiago Bernabéu. Pero quienes deberían manejar el barco ahora son otros. Los obligados a coger la batuta de la delantera son Gareth Bale, que no entiende que para ser figura en el equipo hace falta saber de compañerismo, o Karim Benzema, que es muy bueno de a ratos y eso no vale en el Madrid. Vinicius brilla por sí solo, pero esa luz, aún tenue, acapara las apuestas porque los veteranos no son capaces. La esperanza que genera Vinicius es, en realidad, una desesperanza para el Real Madrid.