Mientras el fútbol femenino rompe récords en Francia y alegra a muchos, en Colombia nos estancamos con dirigentes machistas como Gabriel Camargo.

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Rapinoe hace un saque de esquina frente a un estadio lleno en el Mundial. Foto: Reuters

Francia tuvo el privilegio de acoger este verano la Copa Mundial de Fútbol Femenina. Las tierras galas disfrutaron golazos como el taco de Lieke Martens contra Japón o la exhibición del equipo estadounidense con su figura Alex Morgan, que firmó tantos icónicos como el cabezazo a Inglaterra en su cumpleaños. Al igual que aquella semifinal entre angloparlantes, hubo partidos con un ritmo frenético como el Escocia 3-3 Argentina o el España 1-2 Estados Unidos. Todo eso pasó mientras en Colombia el fútbol femenino depende de personas, como Gabriel Camargo Salamanca, que piensan que no vale la pena financiarlo.

Mientras el Presidente de Deportes Tolima afirmó en 2018 que apoyar el fútbol de mujeres es perder dinero, la semifinal entre Inglaterra y Estados Unidos rompió récords de audiencia. Fue el evento deportivo más visto en Gran Bretaña este año con 11,7 millones de espectadores. Eso son 400.000 más que los que vieron la final ‘británica’ de Champions entre Liverpool y Tottenham. El partido entre Estados Unidos y China fue visto por 90.185 personas en el estadio y batió el récord de asistencia para un evento deportivo femenino. En la final se enfrentaron las norteamericanas a las holandesas, pero eso no impidió que en Brasil la vieran casi 20 millones de espectadores. Si Gabriel Camargo no ve negocio en estos datos es porque no quiere.

En realidad, el problema no es de dinero. Camargo es solo una de muchas personas en Colombia (hombres y mujeres) que considera de mal gusto que el sexo femenino sude una camiseta. Da pena, pero en este país todavía creemos que el fútbol es de ‘poner huevos’, de ser varonil. Muchos sectores de la sociedad piensan que los hombres no debemos hablar de moda, no debemos llorar ni debemos usar aretes, mientras que las mujeres deben evitar actividades físicas ‘bruscas’ y se deben dedicar a buscar un esposo y a tener hijos. Suena absurdo, pero es real. Muchos creen que el sexo define los gustos y actividades.

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La Dimayor no ayuda. Promociona muy poco el fútbol femenino y estuvo a punto de cancelar la liga de mujeres. Al final organizó una de cuatro meses que deja sin trabajo a todos los que laboran en ella el resto del año. Tampoco sanciona a Gabriel Camargo por menospreciar a las mujeres y tacharlas con comentarios machistas y homófobos a finales de 2018. El clima en Colombia es muy machista, pero si los organismos que tienen la oportunidad de fomentar la igualdad y un cambio sano en la cultura no lo hacen, es difícil que esto sea rentable algún día.

En muchas partes del mundo sí lo es. Me quedo con la frase de Megan Rapinoe, la capitana de Estados Unidos durante el Mundial, que en la celebración por el triunfo dijo: “Tenemos que ser mejores, amar más, escuchar más y hablar menos. Es la responsabilidad de cada uno de nosotros, de los que estamos y los que no están aquí. Es la responsabilidad de todos hacer de este un mundo mejor”. El fútbol femenino en Colombia será un éxito cuando las organizaciones y la gente lo permita.

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Pude ver en preestreno el documental de HBO ‘At the Heart of Gold’, que sale este lunes a las 8pm (hora de Colombia) y habla sobre los abusos sexuales que cometió el médico Larry Nassar contra varias mujeres y gimnastas olímpicas en las últimas tres décadas. El documento muestra cómo la industria de la gimnasia, en su obsesión por formar grandes atletas y ganar dinero, creó un ambiente óptimo para que un abusador habite sin ser procesado. ¡Muy recomendado!