La implementación del VAR no mató al fútbol, como muchos creen, pero pierde su sentido de justicia si los árbitros no están preparados para usarlo.

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El atropellado arranque del VAR en la liga colombiana llenó de razones a sus detractores para pedir su salida. No tardaron en aparecer los mal llamados ‘puristas’ del fútbol a decir que el invento destruyó la esencia del juego. Estos templarios del fútbol olvidan (o nunca supieron) que el deporte ha sufrido muchos cambios a lo largo de su historia y que el VAR no es la primera ni la última modificación en el juego.

La pelea es internacional. En Inglaterra, tierra que vio nacer el football y lo repartió por el mundo, varios aficionados han sacado carteles en los estadios con textos como ‘VAR killed football’ (El VAR mató el fútbol). Como si el cambio en la forma de dirigir los partidos impidiera jugar el deporte, exigen a grito heridos que se elimine el sistema. Lo mismo debió pasar cuando en el Mundial de México 70 se estrenaron las tarjetas amarillas y rojas, o cuando el travesaño apareció para conectar los dos palos que armaban el arco. Incluso, si nos vamos más atrás, el número de jugadores titulares y el uso de la mano fueron objeto de calientes debates a finales del siglo XIX. Hoy todavía no nos ponemos de acuerdo sobre este último tema.

Ejemplos hay varios y para eso está el libro ¿Por qué juegan once contra once? Luciano Wernicke, que recomiendo a cualquier persona curiosa. El fútbol no murió con la creación del fuera de lugar ni después de permitir los cambios y los suplentes. El VAR es un añadido más a un deporte que solo necesita dos equipos, un objeto al que pegarle y un lugar para anotar goles.

El problema del VAR si existe, pero va por otro lado. Como las tarjetas, el video arbitraje es un invento útil para impartir justicia que, mal manejado, ocasiona el efecto contrario. Sacar roja a al futbolista que no tocó al rival es una falla del árbitro, no del invento. Lo mismo pasa con el VAR cuando demora 10 minutos (por errores de señal) en El Campín para tomar una decisión y, encima, elige amonestar al jugador que recibió la falta. El error humano no desaparecerá añadiendo una pantalla en el campo, pero sí ayuda a minimizarlo. Es cuestión de saberlo usar.