La vuelta del fútbol alemán cuenta con un protocolo serio. Sin embargo, como todo en la pandemia, su puesta en marcha genera miedo e incertidumbre.
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Para ilusión de los que somos aficionados al fútbol, vuelve la competencia en Alemania. Tras dos meses de parón y mucha incertidumbre, la Bundesliga se lanza al campo con un protocolo estricto. Cerca de 300 personas harán presencia en el estadio durante el partido, que se dividirá en tres zonas. La primera estará compuesta por la cancha, el túnel y los vestuarios; la segunda será la tribuna y la zona de prensa; y la tercera compondrá los alrededores de la cancha. En ninguna podrá haber más de 115 humanos al mismo tiempo.
A ese esquema general toca añadirle que no habrá rueda de prensa presencial ni foto grupal antes del partido. Máximo 23 personas se encargaran de la transmisión del partido. En cuanto a los jugadores, el contacto estará reservado para el juego. En el vestuario deberán guardar distancia de metro y medio, usar tapabocas y no podrán quedarse en él más de 40 minutos. El protocolo no para en el campo. Habrá concentraciones de hasta una semana en hoteles. Los jugadores y el plantel tendrán habitaciones individuales. No podrán tocarse ni compartir bienes personales o comidas.
Como todo en esta cuarentena, es difícil identificar el sentimiento que me genera esta noticia. A pesar de la ilusión que tengo de ver el balón rodar de nuevo en vivo, pienso en los futbolistas, el personal del equipo, los trabajadores de los hoteles y las familias, que arriesgan bastante por mantener la economía viva.
Y no puedo evitar sentir miedo. El protocolo parece serio, seguro y no quiero ser yo el que mire de manera cínica la posibilidad de sacar esto adelante. Aunque no es el primer fútbol en volver, estas normas no dejan de ser un piloto, como casi todo lo que hemos hecho durante la pandemia. Las próximas fechas de la Bundesliga definen bastante, no solo dentro del campo, sino aún más fuera de él. El éxito de este formato permitiría prender motores y activar este sector de la economía. El fracaso se podría llevar la vida de alguien.
Dependemos del sistema que creamos. Es necesario buscar escenarios para que la economía recupere su ritmo y el fútbol es uno, pues genera muchos empleos. Tomada la decisión, solo queda esperar un buen resultado y celebrar los goles que vengan, porque detrás de ellos hay muchas personas arriesgando su salud. Es imposible no sentir miedo con cada intento de salida a esta crisis, y no me refiero solo al fútbol. Ojalá el protocolo funcione y la vuelta de este deporte en Europa sea un hecho para celebrar y no para lamentar en un mes. Nunca mejor dicho: toca ir partido a partido.