La Selección Colombia pasó de tener buenos resultados y defensa sólida a recibir una goleada histórica en un mes. Queiroz era el responsable de evitarlo.

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Ecuador le metió 6-1 a Colombia. Tras ese resultado, haber perdido los últimos dos partidos es la noticia menos grave de todas. Lo preocupante es la manera en la que unos futbolistas de prestigio mundial parecían indefensos ante un rival como Ecuador, que en los papeles era inferior. Un sector de la prensa afirma que hubo peleas en el vestuario, discusiones entre jugadores y que nadie confía en Queiroz. Los rumores tienen demasiadas versiones encontradas como para darlos por ciertos. Sin embargo, algo tuvo que suceder para que la Selección Colombia dejara de jugar bien al fútbol de un mes a otro.

Si Queiroz hubiera debutado en partidos oficiales como seleccionador colombiano contra Uruguay, quizá entendería a aquellos que resumen las dos fuertes derrotas en que el luso no sabe de fútbol y que su Colombia no generaba buen juego. Pero la realidad antes de los dos últimos partidos era diferente. 

Tras seis partidos oficiales, la Selección había ganado cuatro, empatado dos y no había perdido. Además, llevaba nueve goles anotados y apenas dos recibidos, ambos contra Chile en el partido de octubre. Los únicos lunares de Queiroz eran durante amistosos y una tanda de penales. Perdió su segundo partido contra Corea del Sur 2-1, Argelia (campeona africana) le metió 3-0 a finales de 2019 y Chile lo eliminó de la Copa América desde los once pasos. A Brasil le empató un amistoso 2-2 y le jugó de igual a igual. Había temas por mejorar, pero el equipo funcionaba y conseguía resultados.

De recibir apenas dos goles en seis partidos oficiales y no perder, la Selección encajó nueve goles en dos encuentros y perdió ambos. Más que eso: no jugó a nada. Esa defensa fuerte y segura de la Colombia en 2019 no vino a los partidos de Uruguay y Ecuador. La transición vertical, explosiva y venenosa que tanto temían los rivales del continente nunca dio señales de vida durante esta convocatoria. La calidad individual de varios jugadores de las ligas top del mundo fue reemplazada por toques de balón lentos y torpes. A los aficionados podía o no gustarles la manera en la que Colombia jugaba al mando de Queiroz, pero queda claro que entre octubre y noviembre hubo un bajón de calidad tremendo.

Entonces, el problema no es de estrategia. El plan de juego funcionó durante mucho tiempo. De un mes a otro, algo explotó dentro del entorno de la Selección. Lo que sí queda claro es que cuando eres el líder de un equipo y este sufre un fracaso tan fuerte como la goleada por 6-1 en Quito, eres el responsable. Eso no significa que los futbolistas no tengan su parte de culpa, pero quien tiene la obligación de que el proyecto deportivo funcione es el entrenador y quienes lo escogieron. Si existía un conflicto interno, un bajón anímico o cualquier obstáculo que impidiera jugar al fútbol como antes, quien debía asegurarse de arreglarlo antes de que explotara era Queiroz y su equipo. Ya es tarde: los resultados no se borran.

Ojalá la Federación Colombiana de Fútbol, si decide rescindir el contrato con el portugués, no aproveche para recortar demasiado los gastos y traer un entrenador peor. También espero que si llega un seleccionador colombiano, no caiga en el veneno de hacer favores a un sector de la prensa o a los empresarios. Lo peor que le puede pasar a la Selección después del gran proceso de José Pékerman es que el equipo vuelva a ser una pasarela de mostrar jugadores y que no juguemos mundiales. Y ya que hablamos de Pékerman, espero que esta situación sirva para reconocer su excelente trabajo como estratega, pero también como gestor de grupo durante su paso por Colombia.