Desde 2018, solo Argentina y Brasil meten equipos en semifinales de la Libertadores. El continente no tiene competencia y, por lo tanto, no compite contra Europa.

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El Maracaná recibirá otra cita para la historia. Palmeiras y Santos eliminaron a River Plate y Boca Juniors y se enfrentarán por la final de la Copa Libertadores 2020. Sin importar el resultado, Brasil tendrá un club ganador por vigésima vez. Quedará a cinco de Argentina, primera en copas con 25 trofeos. Si bien el oligopolio que comparten Brasil y Argentina en la Libertadores es conocido, hasta 2017 era normal ver a un tercer país pelear, al menos, la semifinal. Con esta final pintada de verde y amarillo y unas semifinales compartidas con los albicelestes, sumamos tres ediciones sin candidatos de otros países.

En principio, eso habla bien de Brasil y Argentina. El fútbol de la cinco veces campeona del mundo es líder en exportación de jugadores y su liga cuenta con una buena infraestructura en comparación al resto de países sudamericanos. Eso le permitió ganar sin mayores sustos la Copa América de local en 2019. Argentina, por su parte, salva la crisis interna de su fútbol con equipos como River Plate, que mantiene un proyecto serio y cuenta con el mejor entrenador de la zona. A eso vale sumarle que Lanús y Defensa y Justicia, dos clubes argentinos, protagonizaron la final de la última Copa Sudamericana. Con su racha en la Libertadores, reafirman sus papeles dominantes en el continente.

Pero Sudamérica no es protagonista cuando se mide al fútbol europeo. Los clubes argentinos y brasileños no han podido plantarles cara a los equipos de la UEFA. En este siglo, tras 21 ediciones del Mundial de Clubes (Copa Intercontinental antes de 2005), la Conmebol solo ha ganado cinco. El resto es de Europa. Es más, desde que en el formato participan más federaciones, Sudamérica se ha perdido cuatro finales, mientras que la UEFA ha tenido siempre un participante en el último partido. Los malos resultados de los equipos que dominan a nivel continental dejan en evidencia la calidad del fútbol sudamericano.

La participación en el Mundial 2018, que no contó con semifinalistas del continente, fue otra muestra de ello. No olvidemos que en Catar 2022, la Conmebol cumplirá 20 años sin levantar la Copa del Mundo. Desde la victoria de Brasil en Corea y Japón 2002 no hay conquista. La racha es semejante a la vivida entre 1930 y 1950, pero ahora no se suspendieron dos mundiales por una guerra mundial. En los últimos cuatro campeonatos, solo la Argentina de Messi y Sabella llegó a la final en representación de Sudamérica.

Colombia brilla por su ausencia en todo eso. Su fútbol ha ido en reversa tras la Libertadores ganada por Atlético Nacional y este año ni siquiera tuvo participantes en las fases de eliminación directa de la Libertadores. Varios países del continente pasan por un mal rato y eso facilita el trabajo a los equipos de Argentina y Brasil. Sin embargo, el hecho que dominen las semifinales de la gran copa continental desde 2018 es un fiel reflejo de la falta de nivel que tiene hoy el fútbol en Sudamérica. Nos estamos rezagando frente a un juego europeo que nos mira cada vez más lejos. Eso no impide que disfrutemos, porque el fútbol puede emocionar sin importar el nivel, pero valdría la pena preguntarse las razones de esta situación.