Hacer un blog es algo sumamente estereotípico para un estudiante inglés de idiomas en lo que llamamos en Inglaterra su “Year Abroad”, lo vamos a llamar el “YA” por facilidad. Para los que no conocen este concepto, el YA es un requisito de las universidades inglesas, en el que el estudiante de idiomas debe estudiar, trabajar o enseñar en el extranjero.
Los blogs de los estudiantes del YA suelen servir como diario, llenos de cuentos graciosos sobre la gente que les han conocido, las fiestas a las que han ido y el número de clases que han ‘capado’. No digo que mi blog no me servirá como algo personal donde anotar todas mis memorias del año, como todos los otros de los estudiantes ingleses; de hecho, es al contrario. Quiero que sea todo eso, pero también que la tarea de escribirlo sea un reto.
Por supuesto, para mí, el primer reto es escribirlo en español. Y es que una cosa es escribir en un idioma que no es el tuyo y otra totalmente diferente es escribir en otro idioma de una manera creativa, interesante y original, que capture la atención de los lectores de un blog.
Entonces, sin mayor demora, es hora de darles una pequeña introducción a mi viaje a Sudamérica, que estuvo precedido por montones de preguntas y advertencias. Al minuto de decir: “Sí, me voy a Colombia y después a Brasil”, comenzaron las respuestas de mis amigos y mi familia: “¿En serio, Colombia? ¿Sabes que es súper peligroso? Yo contestaba: “Sí, yo sé que fue un país con mala reputación, pero la gente me asegura que no es la misma Colombia del pasado”, pero de todas formas, con una ceja levantada, la gente me miraba como una loca.
El aterrizaje en el aeropuerto El Dorado fue tanto surrealista como emocionante. Sin embargo, después de un paso rápido por inmigración, la llegada segura de mis maletas -por suerte- y un fácil cambio de dinero, me descubrí mirando tantos pesos colombianos en mis manos y pensando: “Por fin estoy aquí”.
Como se pueden imaginar -y me gustaría introducir ahora un concepto muy británico: el sarcasmo– me sentí tan segura como puede sentirse una chica que acaba de viajar por medio mundo y llega a un país, por no hablar de un continente, completamente nuevo.
Anyway, en el viaje al hostal se hizo evidente que el arte de conducir, o bien “manejar” (una palabra que aprendí en mi primer día en Bogotá) es aquí un asunto muy extraño. Nunca en mi vida vi tantos casi-accidentes en la carretera… ¡y pensaba que los conductores ingleses conducían mal!
Durante mis primeras noches en Colombia me quedé en un hostal en La Candelaria. Por supuesto, es un barrio muy bonito de Bogotá, con mucho encanto e historia, pero nadie me dijo que también puede ser inseguro, especialmente por la noche. Para mí, la única manera de describirlo fue como un choque cultural. Dicho eso, no quiero dar una mala impresión del barrio, porque -de nuevo- es bonito, pero es que no me di cuenta al comienzo de que fuera tan diferente de Inglaterra.
A pesar de esto, mis primeros días en Colombia los pasé caminando por las calles antiguas de La Candelaria, aprendiendo sobre la historia del área, aprovechando unos días de aclimatación y la oportunidad de ser turista. Además de ir a los Museos de Botero y del Oro, fui a Monserrate, y fue en ese momento en que me di cuenta de la verdadera magnitud de esta ciudad. Es grandísima. Las vistas panorámicas muestran con orgullo la mezcla extraordinaria de montañas y edificios, que la hace una ciudad única. Mi foto no le hace justicia.
Mi primera gran recomendación es el tour ‘a pie’ de la compañía Bogotá Bike Tours . Yo sé que es algo típicamente turístico pero, en serio, pienso que no hay otra manera de conocer una ciudad que con alguien que ha vivido aquí durante muchos años. Gracias a Mike, un estadounidense que se mudó a Bogotá hace 10 años y que es experto en todas las cosas bogotanas.
Para mi gusto particular, el arte callejero es impresionante y lleva un sentido político muy interesante. Se le puede comparar a las obras de Banksy, el famoso artista de grafiti que viene de la querida ciudad de mi universidad: Bristol. De hecho, algo que no hice todavía fue el tour de grafiti en La Candelaria, pero la gente me asegura que es una manera genial de descubrir el sentido escondido detrás de los dibujos en la calle.
Por fin, después de dos días como turista, llegué a la oficina de EL TIEMPO para, carné en mano, convertirme en trabajadora. Pero mi tiempo en la oficina lo voy a dejar para otro día.
Mi semana en cinco puntos
- Algo nuevo que aprendí sobre Colombia: Toda la historia que aprendí en el tour por La Candelaria.
- Algo que extraño de Inglaterra: Mis papás. Nunca pensaba que sería tan difícil mudarme tan lejos de ellos.
- Palabra colombiana de la semana: “Vaina”. Esta palabra colombiana quiere decir “cosa cualquiera”. (Gracias a mi colega, el famoso José Mauricio). De hecho, también ha llamado la atención de uno de nuestros periodistas: el artículo se puede leer aquí.
- Momento difícil de la semana: ¡La interminable búsqueda de una habitación en Bogotá! Pero, por otro lado, me ha enseñado cómo alguien puede comenzar a amar los hostales.
- Mejor momento de la semana: Escuchar la versión inglesa de “happy birthday” cantada con acento colombiano. Súper gracioso, pero me imagino que solamente los ingleses me entenderían en eso.