Dar un paseo. Una de las cosas más simples pero, al mismo tiempo, más gratificantes en la vida. No tienes que gastar mucho dinero en una excursión de un día, sino simplemente darte cuenta de lo disponible alrededor de ti.

Creo que esa costumbre es una de las mayores semejanzas entre Colombia e Inglaterra. Mi ciudad natal, Surrey, es famosa por su abundancia de campos y colinas.  Dar un paseo es algo muy típico, especialmente si tienes un perrito. Es algo común en un día familiar, como el de Navidad o el domingo de Pascua, después de un gran almuerzo. Por eso, me alegra mucho que a los bogotanos también les guste caminar.

Una de las cosas que me encanta de Bogotá es el hecho de que estás en una ciudad capital, pero al mismo tiempo estás rodeado por las montañas de los Andes. La vista preciosa desde mi cuarto: el horizonte de la ciudad, con las montañas al fondo, me hace fácil levantarme por las mañanas.

Vista desde la ventana de mi cuarto

De hecho, tengo suerte de vivir a apenas unos 10 minutos a pie de una caminata preciosa por el bosque a la famosa virgen de la Quebrada La Vieja. Recomiendan ir temprano, porque solamente hay policía hasta las 9 a.m.

Lo confieso, después de un año de levantarme súpertemprano diariamente por el entrenamiento de mi equipo universitario de remo, hoy en día no soy lo que en Inglaterra llamamos una morning person. Dicho eso, ahora pienso que irme a caminar antes del trabajo sería una buena manera de despertarme.

Entonces el jueves pasado, una amiga -una europea que vive en Bogotá hace cerca de un año- y yo salimos para la calle 72, donde se encuentra la entrada, vigilada por la Policía. Mientras subíamos la montaña, nos saludaron muchísimas personas, algunas iban trotando, y muchas con sus hijos. Me quedé impresionada por el buen estado físico de alguna gente, que parece hacer esto cotidianamente.

Claro que no es una tarea fácil. De hecho, es casi igual a una hora en el gimnasio. Hablamos de algo propio de Bogotá que afecta más cosas de las que uno pensaría: la altura. Por ejemplo, cuando llegué acá pude caminar apenas 10 minutos sin tener dificultades para respirar. Para alguien acostumbrada a una altura de 108 metros por encima del nivel del mar, llegar a una ciudad con 2.640 metros fue muy diferente. En otras palabras, subir esta montaña no es una tarea para personas con corazón débil. Con cada paso, respirar llega a ser cada vez más difícil.

Pero por fin, después de unos cuarenta y cinco minutos subiendo, llegamos a la virgen. La vista es simplemente impresionante. Mi amiga y yo creemos que es incluso mejor que la de Monserrate, dado que, como no estás a tanta altura, es posible localizar a simple vista los sitios exactos.

Vista desde la cima

Entonces, si usted algún día quiere escapar del humo de la ciudad y respirar aire fresco, le recomiendo: levántese dos horas más temprano y suba a la Quebrada La Vieja. Le aseguro que vale la pena. 

 

Mi Semana en Cinco Puntos

1. Algo nuevo que aprendí sobre ColombiaLa variedad de frutas que existe acá que no tenemos en Inglaterra. Ojalá algún día se importe más de estas frutas a Europa.

2. Algo que extraño de InglaterraEl té inglés. Enough said.

3. Palabra nueva colombiana de la semana “ahorita”. Me encanta la falta de urgencia de esta palabra. ¡Podría significar una duración indefinida de tiempo!

4. Momento difícil de la semanaLa gripa bogotana. Gracias a los queridos cambios climáticos que son tan característicos de acá, pasé dos días en la cama.

5. Mejor momento de la semanaLa chiva que tomamos a Chía el sábado por la noche. MUY divertido. La falta de reglas acá nunca falla en sorprenderme.