Ir de paseo con un grupo de desconocidos: ¿normal, no?
Cuando le dije a mi mamá que iba a ir de paseo con un grupo de gente (entre algunos que conocí apenas 3 días antes y otros que no conocía en absoluto) ella se preocupó un poco… creo que con razón. Y, claro, yo tenía mis preocupaciones también. Pero a lo largo de estos últimos 3 meses he estado tan fuera de mi zona de confort que por lo visto ahora estoy dispuesta a hacer casi cualquier cosa.
Otro asunto: La naturaleza de los colombianos. “Esto nunca pasaría en Inglaterra”, dijo mi mamá, en referencia al grupo de amigos que nos invitó, las random inglesas que somos, a su paseo. Pero la verdad es que este tipo de gesto es muy colombiano y es una cualidad que no tienen los ingleses.
Después de un comienzo de 2015 bastante duro en Inglaterra, que desafortunadamente supuso el fallecimiento de una amiga muy cercana de nuestra familia, decidí intentar seguir lo más posible el dicho: ‘life’s too short’. Y por suerte, este año me ha dado un montón de oportunidades de hacer precisamente eso.
Anyway. Cuando vino la hora de salir de Bogotá (a las 11:30 p.m, a propósito) todos sabíamos que iba a ser un largo viaje. Aparentemente media Bogotá estaba intentando salir de la ciudad, así que nos hallamos con múltiples trancones. Pero, obvio, a los bogotanos están hartos de la congestión vehicular, luego la solución sencilla fue subirse al separador (!!!!!!!) entre los dos carriles y buscar otra ruta, con la ayuda de Waze. Gracias a Dios, estábamos en 4×4.
Llegamos a Los Llanos (un poco más allá de Puerto López) al amanecer, después de haber manejado durante toda la noche. Larguísimo, pero con la luz del nuevo día llegó un descubrimiento simplemente impresionante. En este momento me di cuenta del hecho de que estábamos, de verdad, en el medio de NADA.
No creo que se pueda comparar el paisaje de los Llanos Orientales a ninguna otra parte del mundo a la que haya ido antes. Una belleza total. Ahora entiendo por qué los bogotanos aprovechan cada oportunidad para ir allí y escapar de la ciudad. Al menos por la tranquilidad.
Sin embargo: esa tranquilidad se vio prontamente interrumpida por el sonido que todos queremos: el reggaetón. Arrancamos ‘encaravanados’ en cuatro jeeps, en una excursión por el campo. Olvídate de las reglas. Manejamos por ríos de barro, paramos en cañones y saltamos desde puentes. Todo con la ayuda de nuestro querido amigo el ‘guaro’.
La noche continuó con un juego -digamos ‘diferente’ de Jenga- que duró casi 4 horas, luego ternera a la llanera (deliciosa), fuegos artificiales y mucha salsa.
El paseo me enseñó dos lecciones muy importantes: La capacidad de tomar a través de un guayabo, no importa qué tan fuerte sea. La otra: la incapacidad de rechazar un trago cuando te lo ofrece un colombiano. Imposible.
Sin embargo, en serio, también me hizo pensar en cosas menos triviales. Lo refrescante que es ir de paseo con un grupo de gente totalmente nuevo y además pasarla lo máximo. Estas oportunidades, creo, son unas de las mejores maneras de conocer la verdadera cultura de un país.
Mi Semana en Cinco Puntos
- Algo nuevo que aprendí sobre Colombia: Bogotá es una ciudad que nunca duerme.
- Algo que extraño de Inglaterra: Manejar. A mí me encanta manejar pero, ¿en Bogotá? No, gracias.
- Nueva palabra colombiana: “Sorry” dicho con la “rr” vibrante y acento colombiano. Qué risa. De hecho todas las palabras inglesas dichas con acento colombiano me dan muucha risa.
- Momento difícil de la semana: Mantenerme despierta en el trabajo después de un gran fin de semana.
- Mejor momento de la semana: ¡Enterarme de que mi papá ya compró pasajes para visitarme en Noviembre!