Con 2.2 billiones de usuarios globalmente, no podemos negar el poder de las redes sociales. Nos conectan con todo el mundo en un instante. Han empoderado a las minorías y han proporcionado una plataforma para grupos marginados. Han dado una voz a los sin voces y nos otorga la oportunidad de expresarnos de una manera como nunca antes. Tienen una influencia política inmensa: desde el éxito de la campaña de Obama en 2008 hasta la movilización manifestantes durante La Revolución Egipcia de 2011. Han estimulado un cambio político innegable. Han creado una comunidad global en la que podemos unirnos con cualquier lugar del planeta en segundos. Sin embargo, tenemos que reconocer que hay un lado más oscuro de las redes sociales que está afectando nuestra salud mental.
Las Redes Antisociales
Por todo el mundo estamos enfrentándonos a una epidemia: la soledad. La soledad normalmente se considera como un problema entre personas mayores pero hoy en día se describe como “una plaga silenciosa que perjudica más a los jóvenes”. No podemos negar la responsabilidad de las redes sociales. El psicólogo, Abraham Maslow, puso al amor y a la afiliación en su jerarquía de necesidades humanas y mientras que las redes sociales como Facebook afirman que fomentan un sentido de comunidad y que nos conectan, esto simplemente es una ilusión. Al estar tan involucrado en este mundo virtual pierdes la conexión auténtica. Los seres humanos dependen de la interacción humana, pero por las redes sociales nos aislamos a nosotros mismos, literalmente construyendo barreras físicas como la pantalla. Según la revista Forbes, sólo el 7% de la comunicación es basada en lo verbal. O sea, se trata del contacto visual, el matiz de una expresión facial, o las sutilezas del lenguaje corporal que nos ayudan a leer el rango de emoción humana. Las redes sociales dejan a personas como un mensaje impersonal y de esta manera perdemos la habilidad de interactuar de una manera más profunda. En resumen, un emoji no equivale a un abrazo real y un mensaje de grupo no equivale a un foro de apoyo.
El Autoestima y la imagen corporal
Las redes sociales como Instagram básicamente funcionan como un sistema de convalidación basada en el aspecto. Reducen el autoestima hasta el número de “likes” que recibes por tu selfie. Cada vez que entramos a las redes sociales estamos inundados por imágenes del cuerpo “perfecto”. Escondemos nuestras inseguridades y presentamos una versión editada y filtrada de quien somos. Por un lado, este puede crear sentimientos de inseguridad y una auto-imagen distorsionada. De hecho, según este informe, el 64% de mujeres dijo que mirar fotos de otras mujeres por las redes sociales es lo que hace que se sientan peor con respecto a sus cuerpos. Es la constante comparación y la promoción de una imagen corporal no realista que puede llegar a los desórdenes alimenticios, la dismorfia corporal y la depresión, entre otras enfermedades. Por otro lado, usar las redes sociales puede proporcionar una plataforma del narcisismo y desde el 1980 el narcisismo se ha aumentado a la misma velocidad que la obesidad. Es decir, las redes sociales nos permiten construir una identidad superficial y este tiene la potencia de ser tóxica y de ser una amenaza a nuestra salud mental.
Documentar nuestras vidas, pero solo las partes buenas
Subimos nuestros desayunos a Instagram, ponemos en Snapchat exactamente lo que estamos haciendo, twitteamos lo que estamos pensando y publicamos nuestras fotos personales a Facebook. Básicamente, documentamos cada momento de nuestras vidas, últimamente sacrificando nuestra privacidad en las redes sociales. Sin embargo, creamos una visión idealizada de nuestras vidas y enfatizamos las partes buenas, editando y escondiendo las malas. En otras palabras, existe un abismo notable entre las vidas que propagamos por las redes sociales y lo que estamos realmente viviendo. Es un sentimiento común: ingresas a Facebook después de un mal día, ves a la persona que acabó de conseguir un ascenso, a todas las parejas felices, a la persona que ha cumplido un maratón, y naturalmente vas a sentirte mucho peor. De hecho, un estudio llevado a cabo por la Universidad de Missouri informa que el uso de Facebook puede evocar la envidia y últimamente se vincula con la depresion.
¿Qué podemos hacer?
No se trata de dejar de utilizar las redes sociales, sino utilizarlas de una manera más consciente de nuestro bienestar emocional. Tenemos que reconocer que por la tecnología surgen distintos retos a nuestra salud mental y al entender esto podemos aprovechar al máximo los beneficios de las redes sociales.