Esta cinta colombo-francesa narra las dificultades y las emociones de convivir con alguien que, en palabras del creador, Jaques Toulemonde, “siente demasiado”. Anna es una mujer apasionada, vive en Paris y lucha por ser una buena madre y por cumplir sus sueños.

Su estado de ánimo domina y dirige la película en olas y oscilaciones de depresión y amor;  en golpes de rabia y ansiedad.  Durante una hora y 36 minutos, el espectador vive con los protagonistas la frustración de inquietar constantemente la fragilidad y la seguridad.

Llegué una noche a Cine Tonalá. El público del lugar estaba inquieto. Se movía ansiosamente, entre jadeos y suspiros, como la historia que transcurría frente a sus ojos: una montaña rusa de paisajes y delirios de aventura. Este no es un viaje cómodo ni unas vacaciones típicas en familia; es un camino extremo que tienen que tomar quienes aman profundamente.

Tomemos, por ejemplo, una escena en que Anna, su hijo y su novio juegan en las olas del mar. Se escucha la fuerza del agua, se ve el chorrito salado y nuestro enfoque está bajo las olas, dispuesto a ser revoloteado por ellas. Los personajes gritan con emoción, mientras tumban y salpican las crestas, y hay una eterna excitación acompañada de miedo, como si todo se pudiera derrumbar en cualquier momento.

Las escenas de pánico extremo y súbito se reflejan en el manejo desbandado de la cámara; sientes la confusión y el terror sin saber si es racional o no.  Aquí, esto pierde validez. Sabemos desde los primeros instantes de la película que Anna está enferma. Entendemos que su plan va a fallar, pero, aún así, queremos creer en ella y en la posibilidad de mejorarse.

Al principio, el performance de Juana Acosta resulta sobreactuado. Aunque la relación que mantiene con su hijo es bonita y divertida también es incómoda: hay algo en su actuación que molesta al público; sin embargo, como queremos conocerla a profundidad, pronto entenderemos que ‘ese modo de ser’ forma parte de su carácter fluctuante y complejo.

En un país desconocido para Bruno y Nathan, quienes no hablan español, y nostálgico y extraño para Anna, una colombiana que había vivido en Paris durante años, no sabemos en quien podemos confiar. El diverso paisaje de Colombia refleja las emociones de los actores y nos sumerge en la continua incertidumbre si entre ellos hay lealtad.

El verdadero héroe de la historia es Bruno, el amante de Anna. Su comprensión, fuerza incansable y positivismo la ayuda para seguir luchando y cuidando de los que ama.

Después de un episodio bipolar, y tras múltiples esfuerzos de Nathan, el hijo de Anna, hay un momento culminativo de fuerza e intensa tristeza que lleva a un sentido abrumador de amor y de lucha. Aquí la luz es hogareña, la música es familiar y acogedora y la carga emocional de sus miradas lo destruyen y lo reconfortan al mismo tiempo.

 

               

Para los que tienen familia o amigos bipolares les tocará el corazón; para quienes no conocen esa enfermedad les explicará con detalle cómo involucra a los más cercanos con un ejemplo increíble de una mujer y una familia luchando para sobrevivir, como usted y como yo.

 

Fotos: Noodles Production/ Janus Films