Hace unos días tuve la oportunidad de asistir al evento de One Young World. Cada año, líderes jóvenes de todo el mundo se reúnen para discutir temas de impacto mundial, como la pobreza, la corrupción, los derechos humanos, y otros.
Hablé con Eugene Barblut Sein, un refugiado birmano sobre su experiencia en los campos de refugiados y su historia inspiradora. Eugene me dijo que tuvo que huir de su país, Birmania, en 2007 a causa de ola de protestas antigubernamentales y la crisis humanitaria en el país. Eugene viene de una región en Birmania que se llama Kayin. Este estado ha conocido mucha violencia desde los años 40 a causa de diferencias religiosas. Históricamente, la etnia kayin son cristianos debido a la conexión con el imperio británico. Sin embargo, Birmania es un país de mayoría budista. El gobierno birmano rehusó reconocer Kayin como estado, por lo que se formó una resistencia, la Unión Nacional de Karen (UNK), y otro grupo armado Ejército de Liberación Nacional Karen. Desde entonces, existe un conflicto entre los que quieren la independencia y los que apoyan al gobierno birmano.
Eugene tuvo que ir a un campo en la frontera birmano-tailandesa. Allá, es muy fácil encontrar las drogas, pero Eugene no quiso convertirse en un adicto. En el campo tuvo que ocultar su inclinación sexual, a causa de las actitudes homofóbicas, escogiendo enfocarse en sus estudios.
Estudió en el campo y aprendió a tocar el violín y el piano. Obtuvo su diploma en artes liberales, y a la edad de 16 años, se convirtió en profesor de inglés. Pero, era imposible obtener estatus de refugiado dado que Tailanda no había firmado la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados – si el país acogido no ha firmado la convención, es imposible integrarse en el país-.
Eugene escuchó hablar de One Young World cuando se encontró con una amiga que hizo una charla en un evento en Bangkok. Aunque haya todavía un montón de problemas allá, Actualmente, la situación en Birmania está mejorando para los de Kayin. En 2012, el gobierno y la UNK firmaron un cese de fuego, y ahora la región es más segura. Por eso, Eugene visitó su país el verano pasado, y en el futuro, quiere asentarse allá.
Sin embargo, en este momento, hay una gran crisis con la minoría musulmana de los rohinyás, quienes son víctimas de una ofensiva militar en un país de mayoría budista. Esta minoría en Birmania se ha convertido en el chivo expiatorio para todos los problemas en este país. Sumado, a la ola de violencia en Medio Oriente y Asia con el grupo terrorista Estado Islámico (EI). Eugene cree que la única manera de solucionar este problema es por medio del diálogo y la paz.
Me dijo que fue un gran honor llevar la bandera de los refugiados en la ceremonia inaugural de One Young World, sin embargo, sintió un montón de presión. Según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) hay 22,5 millones de refugiados oficiales en el mundo, pero hay aproximadamente 66 millones de personas desplazadas en total.
Eugene quiere erradicar las connotaciones negativas de ser refugiado. Afirma que somos todos humanos, y la democracia es frágil, por lo que cualquiera puede convertirse en un refugiado a causa de las guerras o la inestabilidad política.
Este diálogo con Eugene fue una reveladora experiencia. La situación en países como Birmania y Siria parece lejana, pero como dijo Eugene, en realidad, podría pasar en cualquier nación del mundo si no estamos conscientes de la fragilidad de la democracia y de nuestro privilegio. Es imprescindible que protejamos y respetemos la diferencia. Debemos acoger la diversidad. Las diferencias en creencias, sexualidad, religión o cultura son cosas que nos hacen ser humanos. Tenemos que respetar la diversidad, y ser conscientes del hecho de que si no, podríamos perder nuestra libertad.