Los abrazos. Los abrazos son lo que más extraño cuando me voy.

Cuando viajo a otro país, sin importar el tiempo que vaya a estar por fuera de casa, siempre me preguntan por la comida que voy a extrañar o incluso los lugares que me harán falta, pero nunca preguntan por el gesto que voy a extrañar. No los culpo, es en lo que menos pensamos al salir de Colombia. Pero les digo, los abrazos que damos los colombianos, que no he encontrado en ningún otro país, son los que más extraño.

Ese roce de pieles que sucede cuando me acerco a las personas que quiero, juntar nuestros latidos al abrazarnos en un saludo o despedida cordial, ese gesto hace falta después de un tiempo. A pesar de ese detalle, me emociona la idea de irme, de aventurarme a lo desconocido y con la incertidumbre hacia lo que la vida tiene preparado para mí. Es un placer salir de Colombia para conocer culturas, personas y vidas diferentes.

Ahora estoy en Suecia y planeo quedarme aquí un par de meses. Volví a saludar a la familia donde estuve como AuPair en el 2019 y con quien tuve contacto durante el tiempo que duró la pandemia y que debimos quedarnos en casa. Volví porque, como dice el dicho, uno siempre vuelve a los lugares donde fue feliz y aquí pasé once meses maravillosos justo antes de que el COVID19 cambiara el mundo.

Acá en Falun, la ciudad donde vive la familia, ubicada a tres horas de Estocolmo, pude experimentar de primera mano la vida durante cada estación, la cultura nórdica y la visión de mundo que tienen los suecos. De Suecia me gustaron las casas de color rojo, la cantidad de lagos para disfrutar cuando aumenta la temperatura, el tono de voz que manejan al hablar, siempre suave y amigable y, sobre todo, la comida.

Así que, como abre bocas a las historias que espero compartir con ustedes en los próximos meses, les cuento que el color más común con el que pintan sus casas es contundente. Vinotinto rojizo podríamos decir. Resalta en el paisaje, además de convertirse en protector de la madera con la que construyen sus viviendas. Ese pigmento tan popular en todo el país es conocido como “rojo de Falun” y surgió a partir del cobre de la mina ubicada en esta ciudad, la cual fue explotada durante muchos años y declarada en 2001 como Patrimonio de la Humanidad del país.

Sobre la comida, debo adelantarles que salmón, huevos tibios con camarones, arenques en diferentes salsas, papas cocinadas y pan con arándanos son algunos de los alimentos que sirven en las celebraciones especiales. Sin embargo, uno de los imperdibles al llegar a Suecia, y el cual no tiene una traducción exacta al español, es hacer Fika. No importa el dónde, lo importante es el quién. Con quién te sientas a disfrutar un buen café y algún tipo de pastel. Porque si algo hacen los suecos es tomar café cada que pueden y comer buena repostería.

Con esto en mente, aunque extraño mucho los abrazos, no cambiaría nada de aquellas veces en las que me voy. Siempre salgo de Colombia con la mente abierta, con ganas de adaptarme a los lugares donde llegue, con ganas de conocer tanto como pueda y con una sonrisa que abarca mi cara para afrontar cada experiencia y cada momento que deba vivir. Cuando me voy le digo a mi familia y amigos que pronto nos veremos de nuevo, así no tenga ni idea de lo que pasará conmigo en el viaje que llega. Eso sí, quiero pensar que allá a donde voy enseño a abrazar como en Colombia o, por lo menos, busco contagiar a los demás con la emoción y el sentimiento de una latina que ama su país pero que también ama viajar por el mundo.

Si tienen alguna pregunta sobre Suecia, no duden en escribirme. Estaré acá por unos cuantos meses y me encantaría compartir con ustedes tanto como pueda sobre este bello país. Por otro lado, me encuentran en redes sociales como @tiquetedeida y espero verlos por allá para que me cuenten que es lo que más extrañan ustedes cuando se van.