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Lisa: Nosotros trabajamos en el campo y él anda en Rolls-Royce.
Homero: Sí, debería ir en avión, pero qué se le hace.
Los Simpsons, “La secta Simpson”
Uno de mis recuerdos más difusos y dicientes de infancia proviene de las primeras series de Power Rangers que pasaron en Colombia, en 1995. En uno de los capítulos, Goldar (un mostrenco cubierto con una armadura dorada) se hacía amigo de no recuerdo quién y, justo cuando se espera que todo termine bien, Goldar apresa a la persona que era su amiga. Desde que en una noche de agosto Santos anunció, presionado por las revelaciones mediáticas, que estaba entablando conversaciones con las FARC, esa idea de traición ha rondado por mi cabeza.
No soy optimista frente a los diálogos de paz de La Habana. De por sí, desconfío bastante de iniciativas provenientes de sectores de izquierda y los gobiernos que están en ese espectro político tienen que hacer mucho para convencerme (sobra decir, en Bogotá no lo han hecho). Más que todo, por la hipocresía que manejan. 

Hoy, la revista Semana publicó unas fotos de Iván Márquez, el negociador jefe de las FARC. Refugiado en Venezuela gracias a la lealtad y la chequera del presidente Chávez, Márquez anda campante por las calles del vecino país. Como buen rebelde (en la onda de Ernesto Guevara y James Dean), anda en moto. Pero no cualquier Ninja, AKT o 125. Las posaderas del líder guerrillero piden, por lo menos, una Harley Davidson Sportster. Tiempo después de haberse tomado sus fotos con su motocicleta, Márquez contaba en el pueblo noruego de Hurdal sobre la “Acumulación por desposesión y nueva espacialidad capitalista, he ahí la fórmula del proyecto político-económico de las élites neoliberales haciendo chorrear sangre a la patria de la cabeza a los pies”. Si uno va a un concesionario de Harley Davidson, el capricho de Márquez cuesta bastante. Mucho más de lo que gana ese pueblo por el que las FARC fingen luchar. Si acaso, como bien citó Claudia Morales hace unos minutos en La Luciérnaga a Ana Cristina Restrepo, esa moto se compró con vacunas.
Pero, al contrario de lo que uno creería, esto no es exclusivo del señor Marín-Marquez. Eran conocidos los lujos de los que gozaba el Mono Jojoy (incluyendo su Rolex Submariner Date de 13000 dólares), Jacobo Arenas y Alfonso Cano (quien pedía cigarrillos Camel así estuviera en medio del Cañón de las Hermosas y tuviera que “walk a mile for a Camel“). Y ni siquiera son exclusivos de las FARC: son globales y vienen de tiempo atrás. La mayor característica de la izquierda es su hipocresía y su incoherencia.
Son bien conocidas las fotos de los familiares de Chávez desde María Gabriela (la hija mayor) yendo a ver a Madonna en París hasta la pequeña Rosinés Chávez tomándose fotos con Justin Bieber y mostrando fajos de dólares en Instagram, esto en un país donde hay un cupo máximo por persona para tener divisas. Cristina Kirchner no sale de Olivos sin uno de sus bolsos Hermès Birkin de 10000 dólares, mucho más dinero del que deja entrar (o salir) su viceministro de Hacienda al país austral. Kim Jong Un, el tercero al mando de la dinastía norcoreana, alardea de su smartphone en un país que tiene restricciones para usar redes y donde un computador con tarjeta inalámbrica es confiscado en el aeropuerto, mientras que su esposa usa un bolso Dior de 1300 dólares. En contraste, el salario mensual de un norcoreano es de 67 dólares mensuales (un norcoreano promedio tendría que usar el sueldo de año y medio para comprar el bolso de la antigua cantante Ri Sol-Ju). Y no hay necesidad de hablar de papá Kim Jong Il y sus excentricidades, de los gastos de champaña de 1500 dólares/botella de la familia Castro dentro de su palacete habanero o recordar el heroísmo cleptómano de Robert Mugabe. ¡El mismo Lenin tenía siete Rolls-Royce!
¿Cómo puedo creerle a las peticiones de las FARC, cuando históricamente se les da algo (sin importar el presidente: Pastrana dio el Caguán, Uribe dio a Granda, Santos dio salvoconductos) ellos lo aprovechan? Uno da la mano y ellos se toman el brazo entero. No me extrañaría que en noviembre, cuando se acerque el límite propuesto por Santos (y por el Consejo Nacional Electoral, no nos digamos mentiras) para terminar el diálogo, los diálogos hayan avanzado poco y sean inversamente proporcionales a la gula mental de las FARC. Al menos yo, desde este humilde espacio de opinión, no espero nada distinto. La historia muestra que todo acto fariano busca una victoria estratégica: desde los 42.000 kilómetros cuadrados del Caguán hasta la liberación de Granda, pasando por los circos mediáticos en los que se han convertido las liberaciones cortesía de los hermanos Gasca de la liberación (Córdoba, TeleSur y otros más). El pesimismo, infortunadamente, sigue rondando en este espacio con los diálogos de La Habana, nombre que se unirá al museo de Tlaxcala, Caracas, el Caguán, Casa Verde y 1984. 
Voyeur: Qué triste tener que rechazar amenazas siempre. Si hace una semana y media fueron las amenazas de las FARC contra Herbin Hoyos, hoy es el turno de rechazar con la misma vehemencia la amenaza que le hicieron por Twitter a Antonio Morales Riveira. No comparto muchas de sus posturas, pero el periodismo es una profesión sagrada. Amenazar a alguien por tener una opinión que difiera no es propio de la democracia que algunos buscan defender recordando a los muertos. Es más propio de los dictadores.
En los oídos: Wide Awake (Katy Perry)
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PERFIL
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Profesional en Estudios Literarios de la Universidad Javeriana. Profesor universitario, escritor y poeta. Coautor de Casas de La Merced (Bogotá, 2015) y autor de artículos sobre educación y literatura publicados en Colombia y España. Cuando no escribe dedica su tiempo a observar, escuchar, leer, cocinar y caminar. El autor cree firmemente que el mundo es un montón de retazos unidos por el pensamiento, el cual los seres humanos no han comprendido en su cabalidad. Las opiniones del autor en este blog no comprometen a las instituciones donde trabaja, estudia y publica.

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Comienzo por lo que me trajo aquí:



Me encantan, estos avances. Me encantan.

The interpreter (para nosotros, La intérprete, y como cosa rara, el título en español significa lo mismo que en el idioma original) es un filme dirigido por el estadounidense Sydney Pollack, estrenado en cines en dos mil cinco. El guión condujo a Pollack a grabar en las propias instalaciones de la ONU (localizadas en territorio internacional dentro de Nueva York), una historia con tintes políticos que recuerdan la situación más o menos reciente del actual presidente de Zimbabwe.

Estaba viendo hace unas horas cierta película francesa realizada exclusivamente para televisión hace unos años, no muy conocida por cierto, y me asaltó una duda que tenía desde hace un tiempo y que se avivó luego de ver La intérprete. La duda es la siguiente:

Lo más seguro es que todos conozcamos el aviso que aparece, usualmente escondido al final de los créditos de algunas películas, que dice lo siguiente, palabras más, palabras menos: "Los hechos relatados en esta película son puramente ficticios y no deben relacionarse con eventos pasados, actuales o futuros. (...) Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia."
Yo me pregunto: luego de ver una película que parece un documental acerca de una situación actual, ya sea ésta una realidad o no, ¿qué sentido tiene recurrir a este mensaje, si de cualquier manera los espectadores van a hacer la relación?

Es claro, hay que decir, que no todo el mundo tiene por qué captar estos parecidos. Pero los que sí los captan, lo comunican a los demás, y al final la película pasa a verse como lo que realmente es: una crítica por parte del realizador hacia una situación en particular. Punto. No importa qué tan imparcial se pretenda ser, haciendo uso del mencionado avisito.

En fin, no entiendo esta actitud, si de verdad algunos pretenden protegerse bajo dicho mensaje. Quisiera creer que lo colocan no porque no pretendan dar la cara luego de dar la opinión, sino porque es una especie de requisito, un asunto legal de obligatoria aparición al final de todos los créditos de todas las películas de todos los géneros. Aunque al final, sólo quien tuvo la idea de escribir la historia como quedó escrita es quien sabe qué opinión tiene.

Él y sólo él.

-

Sobre la película, hay un dato lingüístico interesante; se creó un lenguaje nuevo (lo llamaron "Ku"), con sus propias palabras, conjugaciones, reglas... es decir, un lenguaje aparte, sostenible por sí solo, basado en lenguajes existentes en el sur de África, pero que "aunque sería reconocido por habitantes de la zona (...), los confundiría", debido a su estructura gramatical, leo por aquí. En todas partes encuentro que el creador de este lenguaje es Said el-Gheithy, director del Centre for African Language Learning en Londres. En general, no encuentro muchas críticas positivas para la película, pero a mí me gustó.

Me encanta leer la columna Contravía, escrita por Eduardo Escobar. Y la de hoy termina con una reflexión que encuentro parecida a cierto diálogo de La intérprete. Aquí va el diálogo, para terminar y dejar de ocupar su tiempo, estimado lector. Lo traduzco burdamente, pero espero que se mantenga la idea.

Silvia Broome: (...) Siempre que alguien pierde a un ser querido, quiere vengarse de alguien más, o de Dios, a falta de alguien. Pero en África, en Matobo, los Ku creen que la única manera de poner fin al dolor es salvando una vida. Si alguien es asesinado, luego de un año de duelo se realiza un ritual llamado "la fiesta del ahogado". Se hace una fiesta durante toda la noche, junto al río. Al amanecer, el asesino es montado en un bote. Se lleva al agua y se le tira allí, amarrado, para que no pueda nadar. Entonces la familia doliente debe tomar una decisión; pueden dejar que se ahogue, o pueden lanzarse a salvarlo. Los Ku creen que si la familia deja que el asesino se ahogue, se hará justicia, pero pasarán el resto de sus vidas de duelo. Pero si lo salvan, entonces admitirán que la vida no siempre es es justa, y a cambio ese acto los liberará del dolor.


dancastell89@gmail.com

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