Los siglos no empiezan el 1 de enero de su año uno ni acaban el 31 de diciembre de su año cero. El siglo XX acabó el 9 de noviembre de 1989, pero el siglo XXI no empezaría sino en 2001, cuando cuatro aviones chocaron en Nueva York y Washington. Y los eventos de origen de los siglos son, precisamente, los que determinan el camino de lo que vendrá. Así, el siglo XX -que empezó en 1914 con la muerte de Francisco Fernando- fue el siglo de dos conflagraciones definidas por la tecnología y la permanente amenaza del fin del mundo. Y el siglo XXI ha sido, en estos trece años, el de los extremistas. Y con extremistas no me refiero solamente a bin Laden y sus muchachos. Es, en mi opinión, tan peligrosa gente como María Luisa Piraquive, Alejandro Ordóñez, Sarah Palin, Jorge Robledo y Hebe de Bonafini como lo podrían ser Osama bin Laden, abu Bakr al Bagdadi, Kim Jong Un o Papa Monzano. Ante la incertidumbre de una era difícil, el ser humano -en especial los más jóvenes e influenciables- busca la zona de seguridad más cercana. Y los líderes con cierto poder se convierten precisamente en esa zona de seguridad, la cual, paradojicamente, fomenta la desmesura como parte de su proceso de legitimación.
Los ejemplos sobran, pero no quiero ahondar tanto en ellos. El «no pasarán» del Querido Alcalde es la patente de corso para que, si algún ser humano tiene la desgracia de criticar alguna de sus acciones, sus huestes y su Ejército de Indignados llenen las plazas y las ágoras virtuales de insultos, mientras que otros estancan aún más la de por sí lenta justicia colombiana. Si alguien critica a la Doctora María Luisa, esa persona sufrirá la ira de Dios, la misma que padecerán aquellos que no canten la shahadah musulmana frente al Estado Islámico. Al «pobre infeliz» que se atreva a contradecir a alguna feminazi le vienen amenazas que, si la feminazi tiene el suficiente poder, pueden hacer que el trabajo del pobre infeliz esté en juego.
¿Quién le teme a los extremistas? Yo. Y si el mundo fuera sensato, todos le temeríamos a esos pequeños bin Laden que reptan en nuestra sociedad. La única solución es fomentar una cultura donde no se busque una pesadilla orwelliana sino, en un raro acto de pragmatismo en esta sociedad, se haga lo más sencillo: cumplir con las responsabilidades y no evadirlas con discursos vacíos destinados, solamente, a atraer incautos.
Voyeur: Hoy abro 115 platos, un blog donde publicaré recetas de cocina y reportes de mis visitas a distintos restaurantes de Bogotá y fuera de la ciudad. Los invito a ver esa iniciativa donde quiero explorar un poco más mis sentidos.
En los oídos: Ki Kounti (Khaled ft. Saúl Hernández)
@
Califica: