Mantener limpio el motor de un vehículo es casi una obsesión para
muchos, un mantenimiento que se hace con alguna frecuencia para otros, y algo
inexistente para los demás. Gran parte de los fabricantes no recomiendan lavar
las máquinas en general, como para curarse en salud pues nadie sabe si lo harán
con vapor de agua, con chorros a presión, disolventes inadecuados, etcétera.
Una cantidad importante de sensores y componentes electrónicos están
bien difundidos en el compartimiento de los motores de autos fabricados desde
hace unos 15 años hasta hoy (bobinas separadas, sensores que miden la cantidad
de aire que ‘respira’, de posición acelerador, posición cigüeñal, módulos o
computadoras no sólo del motor sino de los frenos ABS etcétera). En los más
antiguos, está el conocido distribuidor de corriente hacia las bujías, las
bobinas y los cables de alta, y en todos, hay rodamientos en el alternador, la
bomba de la dirección hidráulica, y algunos más expuestos a todo lo que entre
debajo del capó, como los ‘patines’, que son rodamientos soporte para las
correas, algunas veces a la vista.
Normalmente la suciedad acumulada poco o nada influye en el
rendimiento o la longevidad de la máquina. Limpiezas frecuentes pueden ser
dañinas no solo para los rodamientos o lo electrónico, sino para el mismo
bloque del motor en ciertos puntos. Un bloque libre de aceite y mugre en
contacto con el agua, en zonas sin pintura o con inhibidores de corrosión que
han llegado a su fin, permite la aparición de puntos de óxido.
Lavar con abundante agua puede llevar a que las bujías entren en
corto cuando, como en muchos motores, están dispuestas de tal forma que su
alojamiento (el cual es difícil de localizar en ciertas máquinas) a veces con
todo y bobina, queda inundado por un pequeño charco que habrá desaparecido
cuando el daño al sistema de encendido está hecho. Ni hablar del lavado al
vapor donde ‘sus huellas’ en forma de condensación o gotas de agua, penetran en
sitios adonde no llega un trapo seco, o el aire de un compresor.
Pero no todo está perdido.
Buena parte de la suciedad y la grasa pueden desaparecer cuando con un trapo
húmedo, se aplique con especial cuidado desengrasante, limpiador de motores, o
jabón, para asear hasta donde sea
posible con acceso seguro. Todo, asumiendo que el enjuague no sea con un chorro
a presión directa sobre cualquier sensor que fallará tanto por la humedad, como
por el cambio brusco de temperatura al que es sometido cuando el lavado empieza
apenas se apaga el motor. Definitivamente, es una limpieza que necesita tiempo
y dedicación.
Lavar según lo comentado, con el simple jabón y agua, deja muy
buenos resultados especialmente para quitar el polvo y el barro. Se va
enjabonando con el trapo, y el enjuague debe ser rápido y corto, como el que
permiten las mangueras de jardín que tienen pistola para dosificar la presión y
cantidad.
Un buen truco es envolver los componentes frágiles con bolsas
ajustadas con bandas de caucho, como se hace en los motores antiguos que tienen
distribuidor y bobina. Al terminar, lo ideal sería poder soplar con un
compresor toda el agua teniendo el cuidado de no llevar humedad debajo de
ninguna caja protectora y a ninguno de los mencionados ‘puntos débiles’. Así
mismo no está demás aplicar algún producto que elimine la humedad. Finalmente
al encenderlo, el calor de trabajo irá desapareciendo el 100% de la que no se
puede ver.
¿Continúa sucio el motor en algunos puntos después de la limpieza?
Puede ser, por un sello dañado en la línea de alta presión del aire
acondicionado que deja chorreados de grasa, así como fugas menores de aceite
que están a la vista, con otras muy pequeñas de refrigerante en el panel del
radiador. Si algo está mal bajo la tapa del motor, lo mejor es arreglarlo para
que el mugre no vaya en aumento.
Más vale tener el motor sucio o algo limpio que como nuevo, para así
evitar un mal funcionamiento o una varada que además de incómoda, puede costar
una suma importante de dinero.
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