Hace 9 años Mercedes Benz lanzaba una caja de 7 relaciones.
Luego la japonesa Lexus de Toyota »disparó» con la  de 8 que actualmente usan las firmas de lujo
Audi, Jaguar, y BMW  hasta en sus modelos
compactos. Desde el próximo Salón de Ginebra, el Range Rover Evoque usará 9
relaciones. ¿Qué motiva el desarrollo de esas cajas?

 

 

Una de los principales objetivos de la caja de velocidades mecánica,
o automática de cualquier tipo, antes de transmitir el torque y la potencia
hasta las ruedas, es multiplicarlos, pues de lo contrario cualquier vehículo
sería incapaz de moverse. Adicionalmente, los motores tienen un límite de
revoluciones, y si sólo dispusieran de una relación en la caja (únicamente la
primera como ejemplo), el vehículo llegaría al tope de rpm en esa marcha
digamos a 45 kilómetros por hora, para quedarse estancado en esa velocidad
»máxima».

 

Ese es el motivo por el cual aparecen la segunda, la tercera,
cuarta, y demás para ir ganando velocidad, a medida que de manera directamente
proporcional se pierde fuerza, tal como sucede con los cambios en una
bicicleta. El motor equivale a  las
piernas del ciclista; esa energía pasa hacia el plato donde está el primer
piñón, para ser transmitida por medio de la cadena, a los piñones traseros
solidarios con la llanta.

 

Viene la pregunta, ¿porqué desde hace casi una década se vienen
utilizando cajas de 7 y 8 velocidades, y hasta de 9 relaciones como en el
próximo modelo de Land Rover a ser presentado la semana entrante en Ginebra? La
motivación hay que buscarla en las prestaciones, y la ecología que va de la
mano con la cantidad de combustible quemado por cualquier auto a gasolina,
diésel, gas natural, glp, etcétera.

 

Vamos con las prestaciones y para rematar lo referente a los
piñones, recordemos que entre más corta sea una relación (es cuando se logra
menos velocidad al tope de revoluciones en cualquier cambio), a igualdad de
máquina, más aceleración y respuesta tendremos del vehículo. Así, en un
vehículo con 145 – 150 caballos de potencia, algo más o menos equivalente a un
2 litros moderno aspirado, con la caja de 5 marchas, se llegaría a la velocidad
máxima probablemente después de lograr el tope de revoluciones en cuarta, y
lograr acelerar algo más en quinta para llegar a la velocidad máxima final
digamos por encima de 5000 revoluciones, aún por debajo del máximo número de
rpm tolerables, antes de que intervenga el limitador que protege a los motores.

 

¿Qué pasa si le ponemos una de »sólo» seis a ese mismo auto?
Disponer de más relaciones, permite el acortamiento de todas y cada una si el
fabricante así lo desea, como pasa en el 90% de los casos. Entonces, al ser más
cortas, se transmite más fuerza a las llantas, un cambio dura menos tiempo
insertado, y la aceleración es más expedita a medida que con suavidad y rapidez
la caja automática moderna va pasando todos los cambios hasta el último. Si a
ese mismo 2 litros le ponen una de 7 con las relaciones bien calculadas, será
aún más rápido que el de 6 acelerando, en el famoso »pique» o en la capacidad
de superar a otro modelo en menos tiempo; de ésta manera también, se contribuye
a la seguridad activa.

 

Otro efecto »colateral» es que del sexto cambio en adelante, se
puede viajar a muy altas velocidades con el motor bajo de revoluciones, con las
consecuentes ventajas. Como ejemplo real, la camioneta Porsche Cayenne Turbo de
4.8 litros con 550 caballos y una caja de 8 relaciones, logra su velocidad
máxima de 277 kilómetros por hora en sexta, según los rigurosos tests de CARANDDRIVER USA girando a 6000 vueltas;
a esa misma velocidad gira con más tranquilidad y frescura el buen 8 en V,  a 5000 en séptima y especialmente a las 4100
rpm que muestra en la octava marcha: impresionante.

 

Hay que anotar que por más 550 caballos que se tengan como en éste
caso real, llega un punto en donde la camioneta no puede acelerar más allá de
los 277 kms, puesto que la resistencia aerodinámica aumenta con el cuadrado de
la velocidad y esa potencia la lleva hasta esa velocidad: aplicable para todos
y cada uno de los vehículos que circulan en el mundo. Entre más caballos, más
velocidad máxima y más aceleración, llevando eso sí, el motor al máximo de
vueltas posible en cada cambio, algo que dista mucho del manejo habitual de las
personas en el diario vivir. Pero ese es otro tema.

 

En el aspecto ecológico y de consumo, el asunto en las automáticas
modernas es trivial, no sólo para ir muy rápido, sino hasta cuando se transita
en la ciudad a bajas velocidades. Sin transitar en modo deportivo  -opción a escoger en muchas con pulsar una
tecla-,  la caja tiende a poner la marcha
más larga posible tal como probé recientemente en el BMW 116i con la automática de 8 cambios donde a 50 ya
ponía la quinta, cayendo las rpm a menos de 1500…..mientras más bajo de rpm
trabaje el propulsor, la polución será proporcionalmente menor, junto con el
consumo de combustible.

 

De la misma manera, se extenderá la vida útil del motor simplemente
porque a menores revoluciones, menores fricciones y desgastes, con la notable
excepción de cuando un mal conductor pisa a fondo el acelerador con las rpm
»caídas» especialmente de tercera en adelante, donde la máquina más vida
perderá especialmente si el motor aún no llega a su temperatura normal de
trabajo. Claro que lo anterior sucede sólo en transmisiones mecánicas puesto
que cuando eso pasa en cualquier automática por más antigua que sea, bajara 1 o
2 o las marchas que necesite, para subir las revoluciones rápidamente.

 

Así como pronto desaparecerán las cajas automáticas de 4 cambios en
los vehículos más pequeños (ya usamos automáticas de 6 en los subcompactos
Sonic y Fiesta de Chevrolet y Ford respectivamente), no quedará mucho tiempo,
como sucede con los grandes avances en los automóviles, para que se popularicen
primero las de 7, luego las de 8 y 9 cambios 
-las 2 últimas en una década aproximadamente-,  para que a igualdad de motor, se  entreguen mejores prestaciones,  y se continúe poniendo en la mira la obsesiva
meta (afortunadamente) de hacer los vehículos más eficientes en términos de
emisiones de CO2 y gasto de combustible.

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