«Sí, aunque el gobierno salga a cada rato con falacias respecto a que los índices de desempleo han disminuido, la realidad para un recién graduado parece ser otra».

Por años nos sumergimos a la presión de una universidad o instituto de educación en donde entramos con las mil y una expectativas, pensando que inmediatamente cuando nos graduemos tendremos un jugoso sueldo, el cual nos servirá para cumplir todos esos caprichos terrenales de los cuales nos privamos en nuestras épocas de estudio.

Para obtener un título profesional nos toca cumplir con varios requisitos que pueden alejarnos de ese tan anhelado cartón por semestres, incluso por años (tesis, cursos de inglés, proyectos de grado, practicas, materias, etc…). Cuando por fin logramos vencer todos esos monstruos creemos que de ahí en adelante todo será color de rosa, tal cual cuento de los hermanos Grym. Y omitimos que afuera se encuentra un temido villano que no tiene compasión, cuya especialidad es destruir los proyectos y sueños que uno acumula cuando se gradúa; ese dichoso coco es el mercado laboral. Que a pocos recién egresados trata de maravilla, lo cual es cuestión de mera suerte.

Y es que conseguir un trabajo siempre es un desafío, y más si es por primera vez. Encuestas afirman que el promedio en América Latina para encontrar el primer empleo es de seis meses o más, y sólo el 10% logra ser contratado por una empresa antes de egresar de su alma mater. Diversos son los puntos de vista que sustentan estas preocupantes cifras como: las empresas no confían en los jóvenes sin experiencia, en nuestros países hay pocas oportunidades laborales o que la carrera estudiada tiene poco campo de contratación. Sea cual sea el motivo, cuando intentas por primera vez conseguir un trabajo termina sucediendo que: No tienes trabajo porque no tienes experiencia y no tienes experiencia porque no tienes trabajo”. Cuando se entra en este dilema, se empiezan a desmoronar proyectos y las frustraciones por no poder cumplirlos salen a flote.

Precisamente en esos momentos es cuando quieres devolver el tiempo y regresar a tu época de estudios. Porque no es un secreto, los años cuando eres un estudiante son prácticamente los mejores. La vida de un universitario como dirían en la costa caribe colombiana es: “la más sabrosa”; uno sólo se dedica ir a sus clases,  aprobar materias, salir de fiesta y darse la buena vida; mientras que el hotel papi y mami solventan todos los gastos. Claro está, hay muchos que les toca trabajar para poder costearse sus estudios, lo cual es de admirar.

Pero tanto ellos como los que fueron mantenidos, al graduarse sufren del síndrome del recién graduado; influenciado por la familia, amigos y entorno en general. Que nace cuando: los padres cortan la ayuda económica, en ningún lugar se consigue empleo, vemos que nuestros contemporáneos tienen un súper trabajo o cuando queremos tener cosas y no podemos comprarlas porque no tenemos plata. Es tan complejo este síndrome que a raíz de la misma desesperación por tener un trabajo; puede llevarnos a perder el valor de nuestro tiempo, conocimiento y dinero. Llevándonos en muchas ocasiones a tomar decisiones apresuradas como: emplearnos en labores ajenas a nuestra profesión o desarrollar negocios o proyectos que carecen de fundamentos y que pueden ocasionar incluso pérdidas.

Pese a ese instinto de ser los mejores, por cosas que uno no se explica, aquellos que marginábamos en la universidad por parásitos y tratábamos de brutos, resultan ser a quienes mejor les va. Es así, no siempre los más listos o los más aplicados resultan ser quienes logran encontrar trabajo una vez se gradúan. Así es la vida, nada que hacer. La realidad termina siendo en este caso distinto a lo que esperábamos y precisamente ese choque con ella, muchas veces genera en nosotros cambios de actitud que pueden ser positivos, pero también negativos.

Es complicado estar en una situación como esta, la que parece ser un callejón sin salida. Por ello si en estos momentos te encuentras en una encrucijada similar, te comparto 10 consejos para tener en cuenta si eres un recién graduado, aquí van:

1 – Evita compararte con tus amigos. ¿Te enteraste que un compañero poco brillante de tu generación ya tiene empleo en una súper empresa? ¡Mantén la calma! La experiencia profesional es diferente para cada persona, concentrarte en tu propio proceso es más productivo que estar al pendiente de los movimientos de los demás.

2 – No dejes de estudiar. Te darás cuenta de que la universidad no te ha preparado al 100% para el trabajo, por ello es necesario tener una visión enfocada al aprendizaje constante. Preocúpate por adquirir habilidades adicionales que puedan ser atractivas y relevantes para tu profesión.

3 – Redacta una buena hoja de vida. Un par de hojas es suficiente para un recién egresado, puedes incluir tus prácticas profesionales y servicio social como experiencia. Enfócate en presentar un currículo claro, breve y libre de faltas de ortografía. Y por supuesto con la documentación pertinente.

4 – Aplica a empleos a los que estés calificado. No pierdas tiempo aplicando a empleos en los que no encaja tu perfil laboral, probablemente ése sea el problema que te esté cerrando puertas. Enfócate en aplicar a aquellos en los cuales cumplas a cabalidad con los requisitos exigidos.

5 – Ten expectativas realistas de tu primer empleo. Tu primer empleo puede estar muy alejado de lo que imaginaste cuando eras estudiante, no te desanimes si descubres que tus actividades no son tan relevantes como pensabas. Concéntrate en hacer un excelente trabajo, aprender y establecer relaciones con profesionales de experiencia.

6 – Da un buen uso del internet. Las bolsas de trabajo online, las redes sociales, los medios de información y páginas corporativas de empresas, son una excelente fuente de información y abren un espacio para establecer redes de contactos.

7 – Nunca acudas a una entrevista sin haberte preparado. Hay reglas básicas para prepararse en la entrevista, una de ellas es llevar el atuendo adecuado y mostrarse profesional. Tomarte el tiempo de prepararte marcará la diferencia entre tú y el resto de los candidatos.

8 – Busca relaciones profesionales de valor. A partir de ahora tendrás que construir un círculo social profesional, que deberá incluir a personas clave que puedan ser de ayuda en tu carrera.

9 – Aprovecha tu tiempo. Inicia cuanto antes tu búsqueda de empleo y tómala en serio. Si no encuentras el trabajo que buscas, puedes ocupar tu tiempo libre en tomar un curso o realizar trabajo voluntario.

10 – No te desesperes. Recuerda, las cosas buenas tardan en llegar. Los pensamientos negativos hay que cancelarlos. Pon en práctica los anteriores consejos seguramente te servirán de ayuda.

Es imprescindible saber que la formación académica no lo es todo, porque esto no garantiza rendir en una empresa en la práctica; por ello aprovechar el tiempo libre investigando puede ser una excelente opción. Los sentimientos de frustración o comparación con otros son innecesarios, ya que el choque de tus expectativas versus la realidad no siempre es lo más agradable; además estas cosas no sólo suceden en lo laboral, sino en la vida en general. Por ello no hay que rendirse y siempre echar pa´ lante, recuerda que a veces toca iniciar por lo poco, pero lo importante es eso, iniciar.

Algunas veces, pese a la determinación para iniciar, comenzar puede ser difícil. El escritor enfrenta una página en blanco, el maestro encara el primer día de escuela y la gente de negocios el lanzamiento de un nuevo proyecto. Es poco probable que en el primer intento tengas éxito. Por ello no dormirse en los laureles puede ayudar a que tus propósitos tarde o temprano se cumplan.

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 Alvaro J Tirado R.

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