«Un dicho muy particular dice que: «Suegra que se respete se hace odiar», no obstante es de respetar y se puede caer en un cliché el afirmar ello. Y me consta, no siempre las suegras son nuestras enemigas. Aclaro, lo digo por la experiencia de un amigo que se la llevaba mejor con la suegra que con la novia. Ok, siendo sincero, ese amigo era Yo».
Es de rescatar que muchos hemos crecido con esa imagen de que las suegras son unas brujas que nos hacen la vida imposible durante toda nuestra existencia. La culpa de ello no es de los cuentos de Disney, de las novelas mexicanas o del mismísimo diablo; sino de nosotros mismo, aunque suene difícil de admitir.
Es cierto que la relación de ellas con sus nueras o yernos tiende a ser conflictiva debido a que por lo general ellas/ ellos no son lo que ellas querían para sus hijos o hijas. Claro está, que en muchos casos tienen razón, ya que sus yernos o nueras son unas «joyitas» dignas de su repudio. Pero como lo prohibido siempre es lo que más nos gusta, la naturaleza humana nos lanza a llevarle la contraria a nuestros padres cuando no tenemos su aprobación. En este caso cuando nuestros papás más repudian a esa persona con la que estamos saliendo, nosotros más nos aferramos a ella. Aunque quizá sea lo mejor, cada quien debe ser responsable de sus propias decisiones y cuando uno es mayor de edad toca cortar el cordón umbilical con nuestros progenitores. Y esto es lo que muchas veces las madres o padres sobreprotectores no entienden, convirtiéndose así en una piedra en el zapato.
Las relación conflictiva entre suegra y yerno o nuera tienen raíces profundas que fueron magistralmente expuestas por Freud, quien dijo lo siguiente:
«Sabido es que, incluso en los pueblos civilizados, constituyen las relaciones entre yerno y suegra uno de los lados más espinosos de la organización familiar. No puede dudarse de que la situación psicológica del yerno y la suegra entraña algo que favorece la hostilidad y hace muy difícil su vida en común… A mi juicio trátase aquí de relaciones ambivalentes compuestas a la vez de elementos afectuosos y hostiles «.
El antiguo conflicto suegra-yerno/nuera es de carácter universal, según la sociología ese conflicto con la familia política es la causa más frecuente de discusiones entre parejas jóvenes. El problema se intensifica cuando los lazos entre madre e hijo han sido muy intensos por tratarse de ser hijo único o cuando no existe el padre en el hogar. En tales casos es bien difícil la aceptación de esa especie de cuerpo extraño representado por la nuera o el yerno, que amenaza con romper el débil equilibrio afectivo de la suegra.
Cuando comienzas a salir en serio con alguien, todo es risas y diversión hasta que te toca conocer a sus padres. Desde ese momento comenzamos a maquinar millones de excusas para evadir ese momento. Y es verdad, por muy que nos digan: «tranquilo(a), mi mamá es un amor», uno siempre lleva ese miedo patológico de que ese momento será el peor y sin duda alguna cuando llega, se convierte en toda una lucha interna con nosotros mismos para no meter las patas.
Ya que existe tantos dilemas a la hora de hablar de las suegras, les presento: «Los 10 mandamientos para que tu suegra no te odie», quien quita que resulten la fórmula perfecta para llevártelas de maravilla con ella, aquí van:
1. Trata siempre con respeto a tu suegra, evita decir groserías. Simple, da lo que tu esperas recibir. ¿En serio, es necesario explicar esto?
2. Nunca rechaces de lleno sus consejos, valorarlos. Hay cosas que pueden resultar útil, aunque muchas otras no. Sólo tienes que fingir aprobación en aquéllas que vayan en contra de tu criterio, sin generar confrontaciones.
3. Nunca discutas con tu pareja delante de tu suegra o hables mal de su hijo(a) delante de ella. Sencillo, los platos sucios se lavan en casa. Es como si nadases en contra de la corriente, por más razón que tengas ellas por lo general defenderán a capa y espada a sus retoños.
4. Contesta a sus preguntas elocuentemente. No te conformes con un «Sí», «No», «Tal vez». Ellas pueden pensar que no te interesa hablarles.
5. Si eres mujer, no te vayas vestida como prepago o si eres Hombre, no vayas vestido como Ñero. El siguiente dicho lo explica todo: «Dime como te vistes y te diré quien eres». Más que obvio, todo entra por los ojos. Tampoco hay que exagerar, ni al caso ir en el primer encuentro en smoking o vestido de cocktel.
6. No te agarres a besos con su hijo(a) enfrente de ellas o platiques cosas sexuales de ustedes. Está bien que quieran expresar su amor, pero hay que guardar la calentura para cuando estén en privado. Eso de decir «Su hija(o) es una bestia en la cama, felicidades, la/lo educaron muuuuuuuy bien», ni se te ocurra.
7. No seas demasiado halagador(a) o criticón(a). No pases a ser baboso(a) y decir cosas como: «Señora, aunque no cabe en la silla, la veo más delgada», «Esta sopa que hizo sabe raro ¿Cierto?», «Eso de tener muebles Luis XV está como pasadito de moda ¿No?». Te ganarás su odio y con toda razón.
8. Dales un regalito, olvídate de llegar con las manos vacías. Si lo que quieres es echártelas al bolsillo, he ahí una buena forma. Tampoco exageres y llegues con un arreglo de flores del tamaño de un árbol de navidad.
9. No te metas en temas complicados como política y religión. Ni intentes iniciar una conversación con frases como: «Dios no existe» o «Uribe es un paraco». Nunca sabes cuáles son sus preferencias y debes respetar esos asuntos.
10. No hables del futuro que le espera a su hijo(a) a tu lado. Por ejemplo decir algo como: «Señora soy muy celoso, a mi me gusta que mi mujer no salga de la casa y todo el día se la pase cocinando, planchando y lavándome la ropa» o «A mí me gusta que el hombre que esté a mi lado se dedique a trabajar como un burro todo el día, mientras yo me dedico a ser bonita». Luego de decirles algo así, mínimo te echan de su casa.
En fin, aunque el río suene y piedras lleve, o que existan infinidad de chistes y estereotipos, o que la mismísima ciencia acepte esta realidad que no le hace justicia ni mucha gracia a las suegras. Todos los casos no son iguales. A lo mejor la suerte, la impresión o la actitud que se tenga con ellas, pueda hacer que la relación sea lo más llevadera posible. Pero como no todo es color de rosas y tampoco color de hormiga, hay cosas más que obvias como las expuestas anteriormente, las cuales nos ayudan a no «cagarlas» con ellas. En fin de cuentas las suegras son las madres de las personas que queremos, por esto merecen todo nuestro respeto independiente a que la relación con ellas no sea la más chevere de este mundo. No siempre hay que verlas como las brujas, ¿Quién quita que si poniendo de nuestra parte terminen siendo como unas segundas madres?
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Alvaro J Tirado R.
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