«Dice un sabio dicho: Hagas lo que hagas, siempre habrá alguien a quien no le parece lo que haces. ¿Lo has escuchado cierto? Obviamente es una realidad, el ser humano es un animal que por naturaleza tiende a ver la paja en el ojo ajeno.»

Es sabido que Dios nos creó tan minuciosamente; que nos hizo distintos en nuestra forma de ser, actuar y pensar. Por ello es que en muchas ocasiones diferimos con otras personas, incluso sin ni siquiera conocernos. A tal punto que podemos despertar sentimientos que enferman el alma como la envidia; una sensación o estado mental en el cual existe dolor y desdicha por no poseer lo que el otro tiene. Quizás esto sucede por cuestiones de ‘feeling’ o ‘energías’, o también por culpa del diablo. Sea por lo que sea, lidiar con la crítica no es nada fácil.

Y es que todos tenemos a esa persona que nos critica, que no nos sigue en sus redes sociales y hasta nos bloquea; pero que se sabe hasta el último de nuestros movimientos. También es sensato decir que en algún momento de nuestra vida hemos sentido esa sensación de envidia por alguien y que con nuestro mal actuar le hayamos hecho daño.

Todo esto es producto de la inconformidad del hombre que hace que continuamente esté buscando a quién seguir, a quién juzgar o criticar, y qué tener para sentirse superior a los demás. Lo que hace que sea incapaz de medir el daño que puede causarle a alguien con su actitud o con un mal comentario.

Definitivamente no somos «monedita de oro» para caerle bien a todo el mundo. Y aunque creamos estar haciendo lo mejor; siempre nos criticarán, hablarán mal de nosotros y será difícil que todos los que nos rodean estén de acuerdo con nuestra forma de actuar.

Eso queda claro a continuación…

Una mujer:

Si no tiene curvas, es gorda.

Si adelgaza, se ve enferma.

Si se maquilla, no es natural.

Si no lo hace, es dejada.

Si dice lo que piensa, es una grosera.

Si no lo dice, es hipócrita.

Si se defiende, es peleona.

Si no se defiende, no tiene carácter.

Si se ríe, no es seria.

Y si no, es una amargada.

O

Un Hombre:

Si va al gimnasio, es un metrosexual.

Si no va, es un flojo.

Si gasta mucho dinero, es un despilfarrador.

Si no lo gasta, es un tacaño.

Si tiene varias mujeres, es un perro.

Si no, está quedado.

Si vive en la calle, es un vago.

Si pasa en su casa, es un bobo.

Si es chistoso, es inmaduro.

Y si no lo es, es un aburrido.

Pero, ¿quién entiende a la gente?

Por algo el genial Maxwell dice: “Cuando quieres emprender algo, habrá mucha gente que te dirá que no lo hagas; cuando vean que no te pueden detener y lo estás haciendo de la forma correcta, te dirán cómo lo tienes que hacer; cuando finalmente vean que lo has logrado, dirán que siempre creyeron en ti”.

Es por eso que los comentarios de los demás no deben ser tu punto de apoyo principal. Lo realmente importante es hacer las cosas bien, de la manera correcta, fundamentados en un carácter construido con principios de vida; cuando ello es así, lo último que debes tener es miedo a la crítica, a la murmuración o a la burla.

Por eso vive como creas, haz lo que te dicte el corazón, haz lo que sientas. Porque al árbol que da los mejores frutos es al que más piedras le tiran. Y cuando más te critican o te quieren ver caer, es cuando mejor te va.

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