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Hacer ejercicio es una actividad que tiene muchas formas. Por ejemplo, puedes hacer ejercicio corriendo en la calle, yendo a un gimnasio o simplemente entrenando desde la comodidad de tu hogar a través de videos de youtube. Por ello estar en forma se ha convertido en uno de los propósitos más populares del mundo contemporáneo. Entrenar o tener una actividad física para muchos puede ser un buen hobby, pero para otros puede convertirse luego en algo destructivo, una adicción.

Nuestra sociedad, las redes sociales y los medios de comunicación nos han vendido el ideal de cuerpos perfectos. A diario vemos también cómo nos venden un patrón de belleza inalcanzable en donde tener cero grasa abdominal y lucir muy delgados es lo bonito, lo que contraría a la fisionomía normal de tener reservas de grasa. Por otra parte, la ciencia nos ha mostrado cómo el ejercicio trae infinidad de beneficios para nuestra salud. Ante la sociedad tener un cuerpo saludable o un cuerpo estéticamente bello es sinónimo de popularidad. Pero, ¿Qué hay detrás de un cuerpo saludable o cuerpo socialmente perfecto? ¿Cuál es la frontera entre tener un hábito saludable y llegar a convertirse en un adicto o esclavo de tu propio cuerpo?

Muchas veces la palabra disciplina se nos olvida, ella es la pieza clave para lograr el objetivo de tener un cuerpo tonificado. No es bueno pensar que entrenar y cuidar nuestra figura es una actividad imposible y restringida para los modelos, deportistas o los influencers. Hacer ejercicio es muchas veces más fácil de lo que creemos, lo importante es tener motivación. Es de suma importancia darse cuenta que manejar hábitos de vida saludable desde jóvenes es la base para que en un futuro nuestro organismo no nos pase factura o continuar en una edad adulta teniendo una actividad física regular puede ser algo clave para tener una mejor salud.

Hacer ejercicio y tener una buena alimentación van de la mano. Cuando entrenamos nuestro cuerpo nuestro sistema inmune es más fuerte, podemos estar más activos en nuestro día a día, tener equilibradas nuestras emociones, mejorar nuestro desempeño sexual y sentirnos más atractivos. Investigadores de la «Facultad de Medicina de la Universidad de Boston (EE.UU.)» realizaron un gran estudio con más de 2.000 participantes, publicado en el «European Heart Journal», el estudio encontró que el ejercicio intenso mejora el estado físico más que la actividad física ligera, como caminar 10.000 pasos diarios (distribuidos a lo largo de la jornada).

Por otro lado, la anorexia, vigorexia, rabdomiólisis o la bulimia, son enfermedades que surgen tras la búsqueda de un cuerpo ideal. A diario vemos historias de gente que ha sufrido lesiones tras duros entrenamientos. Muchas personas no logran aceptar su cuerpo porque siguen estereotipos de una belleza que nos venden en los medios, entonces su cuerpo se convierte en una cárcel con la que nunca están conformes.

Existe un grupo poblacional que se aplicaa esteroides o anabólicos sin pensar las graves consecuencias que esto puede traer para su sistema hormonal y cardiovascular. Muchas otras se someten a extensas jornadas de entrenamientos y surgen en ellos daños irreversibles en sus articulaciones, un caso de la runnorexia que puede aparecer porque la persona sufre una autoestima baja y, como consecuencia, busca suplir el vacío que siente con el exceso de entrenamiento e intentan buscar aceptación a través de las marcas alcanzadas. Evidentemente, la calidad de vida de estas personas disminuye y la fatiga muscular a la que se ven sometidas por gusto propio se refleja en su físico. Para algunos tener una figura aparentemente perfecta hace que nunca se esté conforme con su cuerpo. Entonces el ejercicio en vez de una amigo, se vuelve un enemigo para su organismo. Esto sin contar a los que recurren a cirugías para dar forma a lo que no se logra en el gimnasio, con las graves consecuencias que esto puede llegar a tener.

La delgada línea entre tener un hábito de vida saludable y ser esclavo de nuestro propio cuerpo se cruza cuando el entrenamiento pasa de ser un gusto o hábito regular, para convertirse en un hábito compulsivo. Este puede llegar a ser lesivo para nuestro organismo en la medida en que se excede de las horas de entrenamiento, del consumo de sustancias para mejorar el rendimiento físico o inclusive el abuso del consumo de redes sociales. Por ello, psicólogos señalan que las redes sociales estimulan ciertas funciones del cerebro como la comparación y la no aceptación. Por lo que aconsejan no seguir cuentas que puedan afectar la percepción de una vida normal o la de un cuerpo saludable. La vida sedentaria es otra cara de la moneda que debemos mencionar, ya que puede ser comparable con hábitos como el de fumar y que pueden desencadenar enfermedades crónicas como las coronarias, ataques cerebrales, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer.

Entonces teniendo en cuenta lo anterior, ¿Debemos hacer o no hacer ejercicio?, ¿Cómo mantenemos un equilibro? La respuesta puede ser más sencilla de lo que parece y está fundamentada en la aceptación. Aceptarnos tal cual somos. Aceptarse es cuidar de nosotros mismos, cuidar nuestra alimentación, comer bien, no poner objetivos inalcanzables, amar nuestro cuerpo, cuidar nuestro cuerpo, amar nuestras formas, amar nuestras diferencias. Ver la actividad deportiva como algo que nos aporte, cuidarse es importante, pero también no caer en hábitos destructivos es vital. En el momento en que crucemos la línea en donde los resultados son inalcanzables, debemos parar. Porque así como para la salud el cuerpo requiere de entrenamiento, también necesita descansar.