En mi primer día de trabajo, al entrar en un salón de una clase de estudiantes árabes, noto el inmenso parecido físico de estos con alguien que conozco en Colombia, ya sea un amigo, un vecino, o un colega.
Concluyo entonces, que mis estudiantes en los Emiratos Árabes Unidos tienen un doble en mi país. Esta coincidencia física se convierte en un gran recurso pedagógico para poder identificarlos, ya que en una clase puedo tener entre tres o cuatro estudiantes con el mismo nombre, siendo los más comunes: Ahmed, Abdulla, Abdulrahman, Omar, Saleh y Sultan.
Para recordar a los 9 Ahmeds o Abdullas de mis tres clases, recurro al doble colombiano, y a su nombre en diminutivo, o a su apodo cariñoso, o a algo que lo caracterice y lo haga significativo para mi propósito de reconocimiento facial.
Entonces, cuando le veo la cara a Abdulla, me digo «…oye, este pelao es igualito a Peyo, el hijo de la señora Alejandra, mi vecina en Barranquilla… «. Abdulla en mi lista queda entonces como Peyo Abdulla. Así sigo, asignándole el doble al resto de alumnos.
Una pequeña muestra del registro de alguno de mis estudiantes sería algo como:
Paisa Ahmed
Chicho Abdulrahman
Pipe Sultan.
Ninguno se salva de mi efectiva estrategia de identificación o de mi colombianada, como seguro muchos de mis compatriotas lo verían en mi tierra del sagrado corazón de Jesús.
Para darle una razón de ser a mi estrategia, aprovecho y les cuento a los estudiantes la historia de la gran inmigración de árabes a Colombia por allá en 1930, cuando huían de la invasión otomana y llegaban a nuestra calurosa costa caribe.
Les hablo de los Gossaíns, de los Amats y de los Humars, para mencionar solo alguno de los colombianos de origen árabe más sobresalientes y conocidos. Les comparto algunas palabras en español con raíces árabes – con el omnipresente articulo al– como alcalde, alguacil y algebra.
Picado por la curiosidad, sucedió que, en cierta ocasión un estudiante que notó la extraña adición a su nombre -y seguramente las de sus compañeros- se me acercó y preguntó «Teacher, what is pa…isa?» («Profesor, ¿qué significa paisa?»)
Le digo que es alguien en Colombia que se parece bastante a él y que me ayuda a identificarlo. El estudiante se ríe tímidamente y va y les comenta a sus compañeros algo en árabe. Una explosión de risas se deja oír y se me vienen en combo, todos por la misma información: teacher y ¿Cuál es mi nombre en Colombia?
Definitivamente, los árabes y los colombianos tenemos muchas cosas en común, de las cuales resaltaría el mamagallismo: estoy casi seguro que los majitos tuvieron también mucho que ver con su creación.
Marcelino Torrecilla N (matorrecc@gmail.com)
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