La India  es el país con más representatividad en los Emiratos Árabes Unidos, con aproximadamente 1.300.000 habitantes provenientes del país del Taj Mahal, lo que constituye un 30% de toda la población del país petrolero. Por lo anterior, si usted vive en una ciudad de los Emiratos Árabes, tiene que, de alguna forma u otra, comunicarse con un indio: desde el mesero en un restaurante, pasando por un empleado de servicio al cliente en un centro comercial, hasta llegar a un  ejecutivo bancario.

A la hora de la comunicación no verbal, el indio tiene una forma muy peculiar  de expresar un con su cabeza, la cual bambolea (ver video), gesto que un occidental interpretaría como un no.

Esto crea el escenario para cortocircuitos en la  comunicación y malentendidos interculturales. Para la muestra, comparto este breve diálogo entre un colega recién llegado a los Emiratos Árabes y un ciudadano indio, empleado  de recursos humanos en una universidad.

Colega«Señor, ¿me puede por favor ayudar a mover estas cajas más tarde?»

Indio: (bambolea la cabeza y el colega lo interpreta como un no, que en realidad fue un sí )
Colega«Tranquilo. No hay problema¿Y será que me le puede decir al señor Sultán, que me mande las direcciones de los apartamentos que quiero ver?»

Indio: (bambolea la cabeza y el colega lo interpreta como un no, que en realidad fue un sí )
Colega«Tranquilo. ¡Que tipo tan poco colaborador!»

Era claro que el indio  le  estaba diciendo  a todo lo que le pedía el profesor. Es decir, que le ayudaría con las cajas y  que el mensaje al señor Sultán se lo  daría también. A propósito, es pertinente anotar que los indios son  las personas más amables, trabajadoras  y colaboradoras que puedan existir. A la hora de ayudar, créanme,  nunca  le dicen no a (casi) nada. Es cuestión de saber interpretarlos.

Al comunicarse con un indio, como estrategia y para ir a lo seguro, recomendaría usar preguntas de información, o sea aquellas que comienzan con dónde, cuándo, cuál etc. Esto sería vital en un caso de emergencia. Imagínense en un incendio y un empleado indio es el único que sabe la salida de emergencia. Se le debe preguntar, Sahil, ¿cuál es la salida de emergencia? Él le responderá: la de la izquierda o derecha; o la azul o la verde etc (información especifica-y segura). NUNCA le pregunte: la salida de emergencia es la de la izquierda, ¿cierto? El indio bambolea su cabeza ! y usted se lanza despavorido  por la de la derecha ! – ¿quién sabe a dónde?

La poco afortunada situación vivida por el compañero de trabajo  me hace reflexionar que hoy en día, para interactuar globalmente, se requiere tanto  conocimiento lingüístico como  cultural. Por supuesto, hablar un idioma extranjero exige –entre otros conocimientos– una buena gramática y pronunciación, así como un amplio vocabulario –habilidades desplegadas por el profesional de nuestro ejemplo. Sin embargo, nuestro amigo desconocía información cultural relacionada con el lenguaje corporal de los indios, lo que dio lugar a su errónea interpretación: ¡Que tipo tan poco colaborador! En mi defensa del conocimiento cultural, un interlocutor global toleraría más un error gramatical o léxical, que uno  cultural. El conocimiento cultural enriquece la comunicación y minimiza, enormemente, indeseados estereotipos.

Marcelino Torrecilla N (matorrecc@gmail.com)