Lo dulce de la vida en los Emiratos Árabes Unidos se disfruta al saborear un delicioso logaymat. Es por esto que cuando se habla de dulces costumbres culinarias en este país del Medio Oriente, el logaymat encabeza la lista como uno de los  más  apetecidos. La muy popular golosina es siempre una invitada obligatoria a encuentros culturales organizados por las diferentes autoridades gubernamentales, en cada uno de los siete emiratos.Para describírselo a un colombiano de la calle, el logaymat se parece a nuestros buñuelos, solo que es dulce y  de menor tamaño.

 

Cuenta una historia que antaño, en una comarca llamada Samrah, en la península arábiga, existió un poderoso rey  quien se derretía siempre por comer dulces, y era el logaymat  el que más disfrutaba. En realidad, se decía que su felicidad giraba alrededor de las deliciosas bolitas, y el monarca se jactaba de tener a quien preparaba el mejor logaymat en toda la península arábiga: su hermosa esposa Dana. No en vano a este bonachón y recordado soberano lo llamaban el rey del corazón contento. Un día del mes de junio, la dulce vida que esta comarca disfrutaba sufrió un momento de enorme tristeza  cuando Dana, la gran cocinera de logaymat, cayó  enferma de una rara afección, de la cual no se dieron muchos detalles. Muchos decían que era una enfermedad heredada y que el episodio más reciente obedecía  a un rebrote y a una recaída. Dana falleció en un día de oración a las 10 a.m., cuando creyentes abarrotaban las mezquitas de la gran comarca. Por su muerte hubo un riguroso luto de casi seis meses, en los cuales se lloró y recordó a la gran Dana, cuya dulzura y bondad estuvieron siempre presentes  hasta los últimos días de su vida.

La prolongada ausencia de logaymat en el paladar del rey y en el de su corte,  ameritaba iniciar  de inmediato la búsqueda de la sucesora de Dana, para lo cual el gran rey convocó una histórica competencia culinaria, que atrajo a miles y miles de participantes de todo el mundo árabe extendiéndose hasta el sur de Persia. En una fría mañana de un mes de diciembre, el aceite caliente en miles y miles de calderos, comenzaba ruidosamente a borbotear para dar inicio a una larga jornada culinaria que culminaría con la elección de la nueva y mejor cocinera de logaymat en la comarca de Samrah y más allá de sus fronteras.

Muy seguramente, por su excelsas habilidades, la  ganadora sería desposada por el rey como era la tradición, sin importar que esta no fuese cortesana.La selección definitiva de la ganadora la determinaba el voto del rey y el del pueblo. La intención de voto del pueblo se medía por la acogida que éste le diera a los diferentes puntos de cocina dispuestos a lo largo y ancho del majestuoso escenario culinario en pleno desierto. Lo anterior se vería reflejado en la extensión de las filas de los emocionados comensales. En lo que se refería al rey, después que el soberano hacía las respectivas degustaciones de las diferentes muestras, su veredicto por lo general coincidía con el de sus súbditos: el sabio rey obedecía a la voz del pueblo.

Una inmensa romería de bulliciosos catadores  se extendía a lo largo de casi 5 kilómetros en filas de diferentes tamaños y expectativas, enmarcando una efervescente  atmósfera de alegría y entusiasmo que precedía  al ansiado desenlace.Desde el caldero de Qemasha, una hermosa joven de la región de Ra’sal Badr,  se formaba la más extensa fila que en forma de serpentina, se  perdía desordenadamente en el horizonte.

El muy delicioso y distintivo aroma del logaymat que la desconocida cocinera preparaba, se esparcía rápidamente haciendo que su fila se extendiera aún más y más. Parecía, entonces, que el voto del pueblo ya estaba sentenciado a favor de la agraciada muchacha de los ojos de miel y con nombre de perla. Qemasha fue oficialmente proclamada como  la nueva y mejor cocinera de logaymat de la comarca de Samrah y de sus grandes virtudes muy pronto se enteraría el resto del Golfo Arábigo y el mundo Persa. Conocedores del tema calificaban su logaymat  como único e insuperable. A decir verdad, era un grito a voces que su logaymat superaba al que preparaba Dana, pero por respeto a la finada -de noble cuna- nunca se hizo oficial. La historia le daría a Qemasha  los créditos con creces. Una semana después, el apuesto rey del corazón contento desposó a la plebeya y la vida volvió a ser dulce, como antes, en el gran pueblo de Samrah.

Todos vivieron felices y pudieron de nuevo disfrutar el delicioso logaymat, logrado por una bella plebeya, la carismática Qemasha, quien para el pueblo terminó convirtiéndose en la esposa más dulce y en la nueva joya culinaria alborozadamente ensalzada por el mundo árabe-persa. El desierto respiraba ahora un tibio y dulce aroma.

 

Pregunto a mis amables lectores:

¿Fueron ustedes conquistados por la sazón de su pareja?
¿Algún plato en especial los atrapó?

Espero sus respuestas. Muchas gracias.

 

Marcelino Torrecilla N (matorrecc@gmail.com)

Abu Dhabi Junio de 2015

Fotos : Gulfnews.com

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