El camello es el mejor amigo del árabe, especialmente del beduino que ha estado transitando el desierto con su inseparable e incansable compañero por siglos.
Tristemente, los curtidos beduinos se están quedando cada día con menos de sus amigos, debido a que la población de camellos está disminuyendo, ya que se están muriendo al comer grandes cantidades de bolsas plásticas que revolotean y abundan en partes del inmenso desierto emiratí.
El calvario del noble animal se inicia cuando ingiere el plástico, el que se calcifica en su estómago formando rocas de hasta 10 a 60 kilogramos de peso, que lo llenan, imposibilitando cualquier ingesta de alimento: el leal amigo muere de hambre y en una forma dolorosa.
Cientos de camellos mueren cada año y lo que origina el problema, principalmente, son los rellenos sanitarios localizados en las afueras de las ciudades, de los cuales salen volando las bolsas plásticas llevadas por el fuerte viento a remotas áreas del desierto.
Otro factor que contribuye al problema es el total desconocimiento del enorme daño que se causa al dejar tirado en la arena cualquier desechable plástico o de otro material no degradable. Hay que agregar que el plástico libera toxinas que terminan en la sangre y órganos de los animales, incluyendo también otros rumiantes y mamíferos nativos de estas desérticas regiones.
En una inusual campaña de concientización acerca de esta triste realidad, la artista estadounidense, Ann Savageau ha montado una exhibición que muestra las horripilantes y amorfas rocas como el doloroso resultado de una desdicha animal y ambiental. El mensaje es claro y contundente: ¡Reemplacemos las bolsas plásticas !
Si la tendencia sigue, en el futuro los bellamente llamados barcos del desierto dejarían a sus marineros a la deriva, al encontrarse poblacionalmente diezmados y en un alto peligro de extinción. ¡Qué triste sería!
Marcelino Torrecilla N (matorrecc@gmail.com)
Abu Dhabi, marzo de 2016
Fotos
Rocas: The National
Barcos del desierto: personal