Son las 9 de la noche y Baby Halder está a punto de terminar su día de trabajo como empleada doméstica. Ya ha fregado el piso de la cocina, lavado los platos y adelantado algo del planchado. Las últimas labores de su día son interrumpidas por una llamada de su patrón, el profesor Prabodh Kumar, un jubilado antropólogo de una universidad en Calcuta.
–Viajas a Londres en quince días –se le oyó decir al catedrático–, atendiendo la invitación del profesor Moore. Y de Londres –continuó– vas a Frankfurt, en Alemania.
Baby quedó enmudecida ante la inesperada noticia y solo alcanzó a balbucear unas palabras de agradecimiento. La llamada la terminó el profesor con una información de itinerario de viaje: –El vuelo a Londres sale de Delhi, no de Calcuta.
* * *
Baby Halder nació en Kashmir, una región al norte de la India y muy niña fue abandonada por su madre. Vivió en un ambiente de miseria y sufrimiento con un padre alcohólico y maltratador, quien la obligó a casarse con un hombre 14 años mayor que ella; para la época Baby apenas cumplía sus doce años. A los trece años ya estaba embarazada de su primer hijo y después de ocho años, ya era mamá de tres niños. Como su madre, recibía soberanas golpizas de un despiadado esposo perdido en el alcohol. A la edad de 24 años, la joven madre huyó a Nueva Delhi, la tumultosa capital india, con sus tres hijos: Subodh, Taposh y Tia, queriendo dejar atrás ese mundo de vejámenes y abusos. Esperaba encontrar en la gran ciudad una mejor vida para ella y sus hijos. Como empleada doméstica consiguió varios trabajos y en cada uno de ellos era explotada y casi que esclavizada. Nueva Delhi no dio alivio a su vida, que ahora empeoraba con tres bocas que alimentar.
Una soleada mañana de un mes de junio su vida tomaría un giro inesperado cuando la joven –llevando de la mano a tres harapientos muchachitos– tocó la puerta del profesor Prabodh Kumar pidiendo trabajo. El profesor la acogió sin pensarlo un segundo y desde ese día se convirtió en la empleada doméstica del afable educador.
Una tarde, en una inusual escena, el profesor Prabodh observaba a su empleada hojeando las páginas de un libro, cuando limpiaba los estantes de su biblioteca.
–¡Qué interesante! – exclamó.
Del susto, la sorprendida Baby dejo caer el libro. Para sus adentros (recordando a sus antiguos patrones) pensaba que se le venía un castigo o lo que era peor: la pérdida de su trabajo por estar haciendo lo que no debía.
–Perdóneme, profesor –dijo la pobre muchacha–, fue que me llamó la atención el título de este libro, mientras le sacudía el polvo, y yo de tonta me puse a leerlo.
– No tengo nada que perdonarte –le respondió el profesor en tono paternal–. Solo me sorprende tu interés por la lectura y, todo lo contrario, te animo a que sigas usando esta biblioteca siempre que lo desees.
A Baby se le cumplía el sueño de estar rodeada de libros y saciar su sed por aprender, anhelo que no fue satisfecho cuando, a la edad de 12 años, tuvo que dejar el colegio: sus padres no tenían dinero para comprarle sus libros y un uniforme. Un momento crucial en la vida de Baby tuvo lugar el día en que el profesor Prabodh le entregó una pequeña caja con un contenido muy especial. Al abrirla, la joven se llevó las manos a la boca. La caja contenía una libreta de notas y un estilógrafo. Baby permaneció por un momento extasiada con el aroma a nuevo de su inesperado regalo. El olor a útiles escolares recién comprados le traía gratos recuerdos de un primer día de clase. El nada ostentoso presente tenía para ella un significado muy especial: 25 años habían pasado desde la última vez que la joven tocó un cuaderno de notas y un estilógrafo.
–Si eres buena lectora podrás escribir tus experiencias en una libreta de notas– le dijo el profesor Prabodh. Sus palabras calaron en la joven, quien decidió hacer la tarea, después de largas sesiones de ejercicio y entrenamiento en escritura y lectura.
Todas las noches, antes de acostarse y después de terminar su extenuante día de trabajo, Baby escribía al menos una cuartilla en su cuaderno, hasta que un día completó 100 hojas. Los papeles describían las tristes páginas de su azarosa vida. A esta experiencia de catarsis ella la tituló: “Una vida menos ordinaria”. Baby había hecho la tarea, y el primer borrador de su vida estaba listo para una primera revisión. La fluida prosa de la novel escritora impresionaba al profesor Prabodh a medida que avanzaba en la lectura del borrador. Su admiración alcanzó un clímax al notar que muy a pesar de la crudeza de las experiencias narradas, nunca encontró una palabra de odio hacia los personajes que más la habían lastimado: su propio padre y su esposo. La incipiente escritora no había caído en la tentación de un predecible desfogue revanchista de penas y sentimientos.
El profesor terminó la revisión del borrador y corrigió algunos detalles de estilo, gramática y ortografía. Inmediatamente después, el pedagogo repartió copias del escrito entre su círculo de amigos literatos, quienes le dieron a la historia una gran aceptación. En busca de mayores lectores, el profesor Prabodh tradujo el escrito al idioma hindi, hablado por más de 300 millones de personas en la India, y lo propuso para su publicación a una casa editorial en Calcuta.
Un reluciente martes de junio, del año 2002, “Una vida menos ordinaria” fue publicada por la casa editorial Roshani de Calcuta, y se convirtió en un éxito de librería a nivel nacional. Hubo la necesidad de hacer un tiraje de dos nuevas ediciones: todos querían leer la historia de una tal Baby Halder. A la edición en el idioma hindi siguió otra versión en bengalí, idioma en que originalmente Baby había escrito el primer borrador. Luego siguió una versión en inglés, que la dio a conocer en círculos literarios en muchas partes del mundo. El libro vendió más de un millón de copias. Fue traducido a 24 idiomas, incluyendo el francés, el coreano y el alemán, lo que le tendió a la nueva autora la alfombra roja del mundo literario. El New York Times comparó su obra con una autobiografía titulada Las Cenizas de Ángela, escrita por el profesor norteamericano Frank McCourt, premio Pulitzer por esta producción, en el año 1997.
En alguno de sus apartes, el prestigioso diario reseña la obra de Baby como… “Una sencilla descripción de una sombría existencia que no necesita los embellecimientos de artimañas literarias”. El aclamado libro tuvo también el mérito de ocupar los editoriales de otros reconocidos medios como el periódico londinense The Guardian y la BBC.
Por regalías, la ahora consagrada escritora recibió un cheque en rupias equivalente a unos 28 mil euros. El dinero lo invirtió en la educación de sus hijos y la compra de una casa en Calcuta. Lo anterior era solo el comienzo de muchos más beneficios por obtener. Aunque Baby se sentía feliz por todos los reconocimientos, la satisfacción más grande era saber que sus hijos ya no se avergonzaban de ella por ser una empleada del servicio. Ahora la presentaban a sus amigos con henchido orgullo.
–Les presento a mi mamá, es una escritora.
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Imprevistas circunstancias propiciaron un singular reencuentro entre Baby y los dos protagonistas principales de su obra: su exesposo y su padre. Del primero se enteró que había tenido un accidente automovilístico, y que había sufrido leves traumatismos a nivel de cerebro. De inmediato se dirigió al hospital a visitarlo y le pagó la cuenta por los servicios médicos recibidos. El hombre rompió en lágrimas ante el generoso acto de su antigua esposa a quien él había causado tanto sufrimiento. También, con toda la generosidad que la caracterizaba, la joven ayudó a su padre, de quien tuvo noticias que vivía solo en Murshidabad, una ciudad en el este de la India. Después de leer el libro, el señor Narendranath -su padre- pidió visitarla. Ella lo invitó a su casa en Gurgaon. Como su antiguo esposo, el ermitaño padre rompió en llanto y le imploró perdón por todo el sufrimiento que él le había causado a ella y a su madre.
La gran pregunta que todos le hacían a Baby Halder era por qué, pudiendo vivir con comodidad de sus regalías, continuaba trabajando como empleada doméstica.
– Sigo con mi trabajo– respondía sin titubear– por superstición; siento que el día que deje de ser empleada del servicio, se me acabarán las ideas para escribir nuevas historias.
Hoy en día, Baby Halder es la misma empleada del servicio– ahora al servicio de las letras– en quien un día un profesor sembró un sueño, el sueño de ser una escritora, la escritora de su propia vida. Queda en la carrera literaria de la excepcional mujer mucho oficio por hacer, como también en la vieja casona del caritativo profesor Kumar.
Marcelino Torrecilla N
Emiratos Árabes
Otros libros de gran notoriedad escritos por Baby Halder incluyen los siguientes:
Aalo Aandhari (Darkness and Light/ Oscuridad y Luz), Eshast Roopantar (Self-portrait/ autoretrato), Ghare Ferar Path (The Way Home/ Camino a casa.
Referencia
Abdi, S. (2015, March 6). Maid in Kolkata. Friday [Abu Dhabi], p. 1. Retrieved from http://fridaymagazine.ae/making-difference/maid-in-kolkata-1.1465828
Portada de libro: http://www.elplacerdelalectura.com/