Las legendarias alfombras mágicas –las voladoras de las fábulas árabes– ya no son las mismas. Las de ahora nacen en desventaja con un vuelo básico –el bajo–, que  cayó en desuso, y solo cabía en un desierto sin edificaciones, donde las asombrosas superficies  volaban a placer. El paisaje de vuelo ha cambiado y les toca a las alfombras mágicas de estos tiempos prepararse para volar entre edificios de geometrías inverosímiles y alturas inexploradas.

Alfombras hay sin aspiraciones y son las que terminan en las entradas de bulliciosos bazares en el Cairo, o delante de las puertas de sórdidos hoteles en  Calcuta.

Las alfombras con aspiraciones van a clase en Dubái, más exactamente al Burj Khalifa (el edificio más alto del mundo con 163 pisos) su centro de aprendizaje por excelencia. Una vez aquí,  las aspirantes cumplen –de acuerdo con el punto de elevación–con programas de pregrado y maestría. Las que aspiren a un doctorado, deberán lanzarse desde el piso 163: la cúspide, y continuar en ese alto curso por una buena  cantidad de tiempo. Coronan la cima solo las alfombras más arrojadas.

Centro de altos estudios

Con las primeras graduandas, ciudades como Dubái y Lúxor verán sus  cielos surcados por remozadas alfombras mágicas que reemplazarán a las de Las mil y una noches, las que volaban sobre dorados palacios, rojizas dunas y errantes beduinos.

Los cielos de occidente se llenarán de drones alimentados con tecnología, mientras Oriente Medio disfrutará de un horizonte de alfombras mágicas, que vuelan con el viento de su milenaria fantasía.

Marcelino Torrecilla N (matorrecc@gmail.com)

Abu Dhabi junio de 2017

Fotos

Alfombra voladora: Nazmiyal collection

Burj Khalifa: www.burjkhalifa.ae