Cerrar Menú Blogs
Las opiniones de los blogueros son de su estricta responsabilidad y no representan la opinión de este portal.
Profile image

Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Seguir este blog

En la biblioteca de Alejandría, en Egipto, un escritor de fábulas iniciaba un experimento para interesar a lectores, convirtiendo en papel desechable las hojas de uno de sus escritos. Fueron 120 páginas que el fabulador cortó por la mitad con la guillotina del venerado recinto. Un lado del papel estaba en blanco y en el otro se encontraba el fragmento de una historia. Como cartas de baraja, el escritor cambió el orden de los trozos de papel, y luego organizó cuatro pilas con 60 especies de volantes. Dejó tres pilas en bibliotecas de Alejandría y una en la biblioteca pública de El Cairo. Todas las hojas fueron a dar a una bandeja que decía «papel borrador», que la gente usa para hacer anotaciones. ¿A cuántos les interesaría un texto en un papel reciclable?

***

En la biblioteca de Alejandría, Cleopatra Nazari, profesora de 50 años, siempre necesitaba papel borrador, ya que, por su mala memoria, precisaba anotarlo todo. Le llamó la atención que en el lado donde había texto en el papel que sostenía se leía «Latinoamérica», en la segunda línea, y comenzó a leerlo:

De esta forma el gran jeque de Dubái respondía a una carta que le había llegado desde Latinoamérica de quienes se hacían llamar honorables congresistas. Escribió el jeque: «Estimados señores: Gracias por los elogios que hicieron acerca del emirato que lidero. Por esta misiva les extiendo una invitación a 40 de sus funcionarios, para que me visiten y tengan una experiencia de cómo administramos a Dubái. Todos los gastos corren por mi cuenta.

De inmediato, los congresistas le respondieron al jeque, diciéndole que necesitaban llevar asesores, y la lista de viajeros aumentó a ochenta. El gran jeque no tuvo reparo. Congresistas y asesores conocieron cómo se manejaba a Dubái; disfrutaron hasta más no poder, y el jeque estuvo complacido. Su generosidad era inconmensurable hasta el punto de proponerles a los visitantes que fueran ellos los que administraran a Dubái por una semana (con un billonario presupuesto) para que, según palabras del jeque, la experiencia fuera completa”.

Cuenta esta historia que, en esa semana, el jeque y su séquito se fueron a España por un descanso. A su regreso, el gobernante, en su avión en el aeropuerto de Dubái, recibió una llamada de uno de sus secretarios:

Su alteza —decía una voz temblorosa al otro lado de la línea—, se trata de los visitantes latinoamericanos.

—Dígame —preguntó el jeque, preocupado—. ¿Qué pasó?

—Su alteza —la voz volvió a temblar—. No sé… por dónde comenzar.
Fue esta la última línea en el trozo de papel, y Cleopatra Nazari quedó intrigada acerca de lo que pudo haberles pasado a los políticos extranjeros. Quería saber el resto de la historia y corrió hacia donde estaba la bandeja con los papeles. Los leyó todos, pero ninguno continuaba el relato.

***

Algo similar a lo de Cleopatra Nazari le sucedió a un joven tunecino llamado Samir Masmoudi, quien requería anotar información de hostales en el Cairo. Al tomar un trozo de papel borrador, le llamó la atención la primera línea de un texto, que decía:

Lo curioso era que nadie, en seis meses, había visto el rostro del vendedor de perfumes del apartamento 403. Llegaba muy tarde y salía de madrugada. Sus agradables fragancias, extraídas de plantas y frutas, irrumpían en todas las alcobas de los apartamentos del edificio Fantasía, en Manila, y traían sosiego a sus residentes. A los que sufrían de insomnio les daba sus ocho horas de sueño con un aroma de durazno; a los que estaban enemistados los amigaba con esencias de cereza. Todos coincidían en que, con la llegada del vendedor de perfumes, la vida del edificio se había transformado y que, por lo tanto, se precisaba una muestra de agradecimiento hacia el comerciante. Fue por esto que, una soleada tarde de noviembre, diez residentes fueron a visitar al escurridizo personaje. Tocaron su puerta varias veces, pero no hubo respuesta. Luego se percataron de que la puerta no tenía llave, que estaba solo ajustada. Al abrirla, quedaron deslumbrados con lo que tenían frente a sus ojos.

Fue esta la última línea en el trozo de papel, y Samir Masmoudi quedó intrigado por saber lo que los vecinos habían visto. Quería conocer el resto de la historia y corrió hacia donde estaba la bandeja con los papeles. Los leyó todos, pero ninguno continuaba el relato.

***

Como a Cleopatra y a Samir, a Carmen Inés de la Concepción, estudiante de derecho de la universidad de Alejandría, la atrapó el inicio de una narración, en uno de los papeles de borrador, que decía:

Eulogio Toledo de las Cruces, jefe de la oficina de catastro de Olviera, escuchaba por la radio en onda corta una nota editorial que en ese momento se difundía en algún lugar del mundo. Decía el hombre de la radio: «El editorial de hoy lo protagoniza la pestilente corrupción, que tiene a nuestros países sumidos en la desesperanza. Pero les aseguro, mis queridos oyentes del mundo, que a esa plaga la vamos a erradicar, y que todos los corruptos del planeta tendrán su merecido, comenzado por ti, Eulogio Toledo de las Cruces».

Eulogio saltó de su silla y pensó que se trataba de una descabellada coincidencia de identidades. «¡Ninguna coincidencia de identidades, Eulogio Toledo!», continuó el comunicador, con golpes de escritorio que se oían por los parlantes. «Me refiero a ti, por todo lo que has robado en la oficina de…».

Eulogio apagó la radio; su frente se bañaba en sudor. Unos segundos después, la prendió de nuevo, y la voz del locutor continuaba: «… Y más temprano que tarde, la justicia tocará tu puerta para hacerte pagar todo lo que te…». No había terminado el periodista la sentencia cuando se oyó que alguien tocaba la puerta de la casa de Eulogio Toledo. La garganta se le cerró, y un viento helado corrió por todo su cuerpo, mientras caminaba a ver de quién se trataba. Al abrir la puerta

Fue esta la última línea en el trozo de papel, y Carmen Inés quedó intrigada por saber quién había tocado la puerta de Eulogio Toledo. Corrió hacia donde estaba la bandeja con el resto de los papeles. Los leyó todos, pero ninguno continuaba el relato.

Las ansias por saber lo que había pasado en las historias ahora los carcomía a los tres. Cleopatra, Samir y Carmen Inés decidieron entonces poner en todos los periódicos un aviso que decía: «Se busca la continuación de una historia…».

Para desazón de todos, nadie respondió el mensaje. Los relatos pasaron desapercibidos por otros que usaron el papel borrador, con el resto de las historias. Por el aviso, colocado también en muchas bibliotecas en todo Egipto, nuevos fragmentos salieron a la luz, y eran igual de intrigantes e inconclusos; sin salida.

Se supo que la hoja con el título y el nombre del autor nunca la cortaron, y que apareció años después. Decía:

«Título: Treinta relatos viajeros. Autor: Yosri Abassi».

Fue este el experimento literario de Yosri Abassi quien, desde el rincón de una biblioteca, fue un silencioso observador de las carreras que daban los lectores hacia la bandeja de papeles. Esas escenas fueron su satisfacción y lo único que buscaba. Del enigmático fabulador nunca se supo más nada. La biblioteca de Alejandría convirtió lo sucedido en un singular ejercicio de escritura, que llamó «Relatos sin salida, encuéntrela usted».

Fragmentos de los relatos de Yosri Abassi descansan sobre diferentes mesas, y el usuario escribe la continuación de la historia o el relato completo: la salida. El ejercicio está siempre disponible y la biblioteca invita a sus asiduos a aceptar el reto. Buen ejercicio para esta larga cuarentena.

¿Qué les pasó a los políticos latinoamericanos?

¿Qué vieron los vecinos del edificio Fantasía?

¿Quién tocó la puerta de Eulogio Toledo?

 Marcelino Torrecilla N

Abu Dhabi, Emiratos Árabes

(Visited 347 times, 1 visits today)
PERFIL
Profile image

Docente universitario en el area de la enseñanza de idiomas (Inglés y Español) y sus usos en contextos multiculturales. Contando historias de un Medio Oriente (ir)real. Residente en los Emiratos Árabes Unidos

    Sigue a este bloguero en sus redes sociales:

Más posts de este Blog

  • Colombia

    Siempre en Navidad

    ¡Dios mío! —exclamó Hortensia—.  Es febrero y no hemos quitado el árbol de Navidad. —De solo pensar que son:(...)

  • Colombia

    Catar 2022: recordando al rival árabe

    Colombia y los Emiratos Árabes Unidos se enfrentaron un 9 de junio, en el Campeonato Mundial de Fútbol de(...)

  • Mundo

    Siempre en Navidad

    ¡Dios mío! —exclamó Hortensia—.  Es febrero y no hemos quitado el árbol de Navidad. —De solo pensar que son:(...)

  • Mundo

    Kabul sin salida

    Antonio mató al talibán de un golpe en la cabeza cuando el greñudo visitante le dio la espalda. No(...)

Ver más

Lo más leído en Blogs

1

Comienzo por lo que me trajo aquí:



Me encantan, estos avances. Me encantan.

The interpreter (para nosotros, La intérprete, y como cosa rara, el título en español significa lo mismo que en el idioma original) es un filme dirigido por el estadounidense Sydney Pollack, estrenado en cines en dos mil cinco. El guión condujo a Pollack a grabar en las propias instalaciones de la ONU (localizadas en territorio internacional dentro de Nueva York), una historia con tintes políticos que recuerdan la situación más o menos reciente del actual presidente de Zimbabwe.

Estaba viendo hace unas horas cierta película francesa realizada exclusivamente para televisión hace unos años, no muy conocida por cierto, y me asaltó una duda que tenía desde hace un tiempo y que se avivó luego de ver La intérprete. La duda es la siguiente:

Lo más seguro es que todos conozcamos el aviso que aparece, usualmente escondido al final de los créditos de algunas películas, que dice lo siguiente, palabras más, palabras menos: "Los hechos relatados en esta película son puramente ficticios y no deben relacionarse con eventos pasados, actuales o futuros. (...) Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia."
Yo me pregunto: luego de ver una película que parece un documental acerca de una situación actual, ya sea ésta una realidad o no, ¿qué sentido tiene recurrir a este mensaje, si de cualquier manera los espectadores van a hacer la relación?

Es claro, hay que decir, que no todo el mundo tiene por qué captar estos parecidos. Pero los que sí los captan, lo comunican a los demás, y al final la película pasa a verse como lo que realmente es: una crítica por parte del realizador hacia una situación en particular. Punto. No importa qué tan imparcial se pretenda ser, haciendo uso del mencionado avisito.

En fin, no entiendo esta actitud, si de verdad algunos pretenden protegerse bajo dicho mensaje. Quisiera creer que lo colocan no porque no pretendan dar la cara luego de dar la opinión, sino porque es una especie de requisito, un asunto legal de obligatoria aparición al final de todos los créditos de todas las películas de todos los géneros. Aunque al final, sólo quien tuvo la idea de escribir la historia como quedó escrita es quien sabe qué opinión tiene.

Él y sólo él.

-

Sobre la película, hay un dato lingüístico interesante; se creó un lenguaje nuevo (lo llamaron "Ku"), con sus propias palabras, conjugaciones, reglas... es decir, un lenguaje aparte, sostenible por sí solo, basado en lenguajes existentes en el sur de África, pero que "aunque sería reconocido por habitantes de la zona (...), los confundiría", debido a su estructura gramatical, leo por aquí. En todas partes encuentro que el creador de este lenguaje es Said el-Gheithy, director del Centre for African Language Learning en Londres. En general, no encuentro muchas críticas positivas para la película, pero a mí me gustó.

Me encanta leer la columna Contravía, escrita por Eduardo Escobar. Y la de hoy termina con una reflexión que encuentro parecida a cierto diálogo de La intérprete. Aquí va el diálogo, para terminar y dejar de ocupar su tiempo, estimado lector. Lo traduzco burdamente, pero espero que se mantenga la idea.

Silvia Broome: (...) Siempre que alguien pierde a un ser querido, quiere vengarse de alguien más, o de Dios, a falta de alguien. Pero en África, en Matobo, los Ku creen que la única manera de poner fin al dolor es salvando una vida. Si alguien es asesinado, luego de un año de duelo se realiza un ritual llamado "la fiesta del ahogado". Se hace una fiesta durante toda la noche, junto al río. Al amanecer, el asesino es montado en un bote. Se lleva al agua y se le tira allí, amarrado, para que no pueda nadar. Entonces la familia doliente debe tomar una decisión; pueden dejar que se ahogue, o pueden lanzarse a salvarlo. Los Ku creen que si la familia deja que el asesino se ahogue, se hará justicia, pero pasarán el resto de sus vidas de duelo. Pero si lo salvan, entonces admitirán que la vida no siempre es es justa, y a cambio ese acto los liberará del dolor.


dancastell89@gmail.com

2

Hace cien años, el día 11 del mes 11, a las(...)

3

[audio src="https://co.ivoox.com/es/30-primera-radio-whatsapp_md_20668488_wp_1.mp3"] Radio en entornos digitales: experiencias de segmentación en aplicaciones(...)

2 Comentarios
Ingresa aquí para que puedas comentar este post
Reglamento de comentarios

ETCE no se responsabiliza por el uso y tratamiento que los usuarios le den a la información publicada en este espacio de recomendaciones, pero aclara que busca ser la sombrilla de un espacio donde el equilibrio y la tolerancia sean el eje. En ese camino, disponemos de total libertad para eliminar los contenidos que:

  1. Promuevan mensajes tipo spam.
  2. El odio ante una persona o comunidad por su condición social, racial, sexual, religiosa o de situación de discapacidad.
  3. Muestren o impulsen comportamientos o lenguajes sexualmente explícitos, violentos o dañinos.
  4. Vulneren o atenten contra los derechos de los menores de edad.

Además, tenga en cuenta que:

  • - El usuario registrado solo podrá hacer un voto y veto por comentario.
Aceptar
¿Encontraste un error?

Para EL TIEMPO las observaciones sobre su contenido son importantes. Permítenos conocerlas para, si es el caso, tomar los correctivos necesarios, o darle trámite ante las instancias pertinentes dentro de EL TIEMPO Casa Editorial.


Debes escribir el comentario
¡Gracias! Tu comentario ha sido guardado
Tu calificación ha sido registrada
Tu participación ya fue registrada
Haz tu reporte
Cerrar
Debes escribir tu reporte
Tu reporte ha sido enviado con éxito
Debes ser usuario registrado para poder reportar este comentario. Cerrar