—¿Qué día es hoy? — gritó desde su balcón Manuel, el herrero de un pueblo en algún lugar del mundo.
—Debe ser un día de marzo —gritó desde su balcón Pedro, el carpintero—. En este encierro, dejé de poner círculos a los días. El último que marqué fue el cuatro.
— En mi almanaque el último día que señalé fue el ocho— gritó desde su balcón Carmen, la modista..
— Alguien con un celular que nos diga qué día es hoy —gritó de nuevo Manuel, el herrero.
—Internet y celulares colapsaron— gritó desde su balcón Andrés, un estudiante de liceo. Perdimos la noción del hoy; sabemos que es marzo del año 2020.
—Esperanza nos ayudará —gritó desde su balcón Anselmo, el fontanero.
—Pero de qué Esperanza hablas, Anselmo — gritó Carmen—. No hay ninguna Esperanza en este pueblo.
—Esperanza es una cigüeña que me visita siempre el cuarto domingo de cada mes— gritó Anselmo—. La primera vez que vino tenía una patita herida, y yo se la curé.
—Alguien sabe ¿qué día es hoy? — gritó Manuel, el herrero—. Me tomo una pastilla los miércoles.
—Y yo una los martes — gritó Pedro, el carpintero.
—No se inquieten ahora por el tiempo; ocúpense en algo —les gritaron los vecinos a los dos señores.
El encierro continuó, hasta que una mañana…
— Miren esa pincelada blanca en el cielo —gritó Anselmo.
Todos miraron al horizonte, con sus manos en forma de viseras.
—No vemos nada, Anselmo —gritaron Carmen y Pedro—. ¿De qué pincelada hablas?
— Es Esperanza a lo lejos —gritó Anselmo.
La pincelada se alargó y dejó ver a una bella cigüeña, que se posó en el techo del fontanero.
— Siempre tan puntual, mi preciosa— gritó Anselmo—. Esta es Esperanza. Hoy es domingo veintidós de marzo.
Marcelino Torrecilla Navarro (matorrec@yahoo.com)
Abu Dhabi, Emiratos Árabes