Foto: Caro Monroy.

¿Alguna vez te has imaginado que tu viejita(o) del futuro te mira? ¿Qué diría de ti?

Es posible que te diga que trabajas mucho, que te preocupas por demasiadas cosas sin necesidad o que ese miedo que tienes, y por el cual no has hecho ese cambio grande en tu vida, es pasajero y que se va a convertir en la mejor aventura por contar. Que ames más, pelees menos y que si algo no te gusta, en vez de quejarte lo debes cambiar.

Puede ser que también te diga que lo estás haciendo muy bien, que sí eres capaz. Que el secreto de la felicidad está en el agradecimiento y en notar los pequeños milagros de todos los días. Que te ejercites más, que rías, bailes, cantes y que comas menos sal. Estoy segura de que te diría que la belleza es una actitud, que te arriesgues y cometas errores porque de ellos, aunque duelan y te frustren, se aprende.

Te diría que todo, incluido tus mayores tristezas o grandes logros, son pasajeros y que siempre algo más vendrá. Que eres suficiente, que eres un ser maravilloso con mucho para dar, pero, sobre todo, con mucho por aprender aún en este caminar.

A mí me encanta pensar que mi viejita del futuro, a sus ochenta años, me mira todo el tiempo. Para ser honesta, me gusta invitarla frecuentemente a que venga a visitarme.

Ella sabe que me hace la vida un poco más fácil. Me libera de cargas innecesarias y me sirve de guía cuando tomar decisiones difíciles es una necesidad. Me permite no tomarme la vida tan seriamente y se siente orgullosa cuando me ve elegir libremente y en coherencia con lo que quiero, cuando lo doy todo y me apasiono, pero también cuando dejo ir y acepto que hay cosas fuera de mi control. Me gusta imaginar lo que contará ella de mí, de la vida que vivo, de la forma que pienso, de mis reflexiones, de las decisiones que tomo. ¿Se sentirá plena, sentirá que habrá valido la pena?

Al final, como dijo el gran Gabo: “La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda para contarla” ¿Sabías que hoy es el primer día del resto de tu vida?, pues asegúrate de que tu viejita(o) tenga mucho para contar, mucho de qué reírse, y mucho para recordar… ¡Estoy segura de que te lo agradecerá!

Como vez, la vida no es tan aleatoria como uno creyera, tú también tomas parte en la construcción de esa realidad. En medio de tantos alborotos, sueños, crisis, metas, dolor y amor es bueno recordar que la vida no “te ocurre”, tú puedes ser el protagonista y diseñador de tu vida. Tú tienes el poder de hacer que las cosas sucedan, tú eliges qué historias te quieres contar.