Caro Monroy

¡No pongas todos los huevos en la misma canasta!

Es evidente que lo que nos ha ensenado esta frase en términos financieros es que es necesario diversificar el portafolio, pues en caso de que las cosas salgan mal y tengas todo tú dinero depositado en un solo sector o acción en particular, tienes un riesgo muy alto de perderlo todo, ¿verdad?

Alguna vez te has preguntado por qué te pasas tanto tiempo pensando en estrategias que evitan a toda costa la pérdida de dinero en caso de que algo inesperado ocurra, pero, por otro lado, no tienes la misma urgencia para preparar tu respuesta emocional y mental para hacer frente a esos eventos inesperados, en donde, en caso de perderlo todo, puedes terminar perdiéndote a ti mismo.

¿Me creerías si te digo que esa filosofía de la canasta aplica perfectamente para tu vida?  Pues así es. Es necesario aprender a diversificar el riesgo e identificar esas situaciones que pueden hacer que tu salud mental corra peligro, ¿Cómo hacerlo? Coincido con Tim Ferris, el secreto está en “diversificar la identidad”, a mí me ha funcionado bien y estoy segura de que esta estrategia puede ser muy útil para ti también.

Empecemos por definir la palabra identidad. A pesar de ser un concepto muy común, eso no lo hace menos complejo. Diría que la identidad es lo que se construye en el día a día a través de las interacciones y la retroalimentación que se recibe del contexto y de las otras personas que interactúan en él. Basados en esta interrelación, se eligen y reafirman valores, identificas lo que es importante para ti, y así, basado en ello, defines quién eres y cómo quieres ser percibido.

Entonces, ¿qué dice la gente de ti? Eres el inteligente, el que se sacrifica por todos, el académico, el sociable, el de plata, el loco, el activista, el religioso. Al final, aunque no seas consciente de ello, es esa validación social la que refuerza y construye tu identidad en el día a día, y también la que determina cómo te valoras y te percibes a ti mismo.  Y entonces, ¿a ti qué te define? ¿Acaso tú eres el carro que tienes, o ese trabajo del que te sientes súper orgulloso, o esa propiedad que compraste con tanto esfuerzo, o esa relación simbiótica, o la plata que tienes en el banco? ¿En qué inviertes tu tiempo, en que se te va la vida?

Cuando te identificas con cosas, es muy fácil perder la capacidad de percibir el valor real que tienes por ser tú mismo, lo ideal es identificarte con lo que eres, no con lo que tienes.

¿Qué pasa si lo pierdes todo? ¿Cómo reaccionarias? ¿Quién serias? Cuando inviertes en una vida balanceada, diversa y con muchas esferas, estas dispersando el riesgo, pues si algo sale mal en una de esas áreas vas a tener más capacidad emocional de hacer frente a esa situación, pues no ocupa el ciento por ciento de tus prioridades. Recuerda, ¡tú no eres esas cosas, tú tienes cosas!

Si tu trabajo, por ejemplo, ocupa un porcentaje enorme en tu lista de prioridades, entonces es habitual que un mal día en la oficina se traduzca en un mal día en tu vida, o por el contrario, si ha sido un buen día en el trabajo, de repente sientes que la vida te sonríe y es maravillosa. Esa dependencia de una sola área de tu vida puede ser peligrosa y demuestra que hace falta invertir más de ti en otras áreas de tu vida. Por eso, invierte más tiempo en tus amigos, vete de viaje, lee de temas diferentes que te permitan trabajar en tu pensamiento crítico, aprende de otras culturas, o porque no, otro idioma. Baila, toma ese curso de canto que tanto quieres, o registrarte en las clases de karate, empieza un blog, has ejercicio y vuélvete voluntario.

Conócete en otros contextos, descubre quien más puedes ser, sorpréndete de las cosas que puedes lograr, y así vas a tener muchos lugares a donde ir cuando se caiga la canasta y necesites encontrarte de nuevo contigo mismo.