Te levantas temprano, comes algo de prisa, o tal vez ni siquiera desayunas. Te subes al auto y tratas de pensar cual es la ruta mas corta hasta la oficina para así evitar el tráfico a toda costa. Una vez allí, como todos los días, te aseguras de hacer tu trabajo de la mejor forma posible, sobresalir entre tus colegas y convertirte en un referente de proactividad, compromiso y éxito. Siempre tienes la agenda a tope y, por lo general, no hay mucho tiempo entre reuniones para hacer las otras cosas que te gustaría hacer. Cuando te das cuenta, ya se ha acabado el día, y unas horas después, vuelve a amanecer y tu rutina empieza vuelve a empezar.
Te gusta estudiar, ampliar tu conocimiento y refinar la visión de ese negocio con el que sueñas, pero te das cuenta de que veinticuatro horas al día, no son suficientes para diseñar y trabajar en el proyecto de vida que has venido planeando en los últimos años. Así que aquí estás, posponiendo este proyecto nuevamente, porque al final del día, tu trabajo corporativo actual, todavía te desafía lo suficiente y el pago aún te mantiene motivado.
Eres un soñador y la mayoría de las veces imaginas tener tu propio negocio, tener libertad financiera y, sobre todo, flexibilidad para administrar tu tiempo. Sabes que ser emprendedor te traerá los desafíos más difíciles de tu vida, pero al mismo tiempo las mayores satisfacciones. Sabes que es posible, es lo que realmente quieres, pero de nuevo decides posponerlo.
¡No estás solo, a mí también me paso! pero lo que realmente me posibilito el cambio, fue hacerme las siguientes preguntas: ¿cuál es el impacto que estoy generando en otros y cómo vivo mi día a día? ¿por qué elijo estar lejos de mi propósito? ¿qué me detiene para perseguir mi sueño e impactar al mundo? Y, por último, tuve que reconocerme como la única responsable de llevarlo a la acción, ¡Si no lo intento yo, nadie lo va a hacer por mí!
A pesar de el miedo y la incertidumbre, siempre supe que tendría la capacidad de a través de un servicio o producto, resolver un problema o contribuir a cambiar la vida de otros, y sí, por supuesto, también ganar dinero.
Se que sientes miedo, y a veces es más cómodo esperar a que las estrellas se alineen para comenzar a actuar, pero ten cuidado, porque al final lo que sucede, es que te cuentas la historia de que el desafío puede ser más grande de lo que puedes tolerar, así terminas eligiendo no asumir ese riesgo, te programas para que no suceda y entonces te boicoteas a ti mismo, y al final, culpas a cualquier situación externa por tu inacción.
Compras un poco más de tiempo y comienzas de nuevo. Un ciclo que tardara unos años en romperse, o quizás nunca llegue a su fin, y así terminaras preguntándote por el resto de tus días, ¿cómo habría sido tu vida, si hubieras tenido la valentía de hacer ese sueño realidad?