Si algo aprendimos este año 2020 fue a valorar muchos de los pequeños milagros de todos los días. El precio impagable de los abrazos, la maravillosa libertad del día a día cuando no teníamos restricción de nuestros movimientos, la posibilidad de respirar sin miedos o el simple hecho de despertar en las mañanas y tener un día más.

Aunque todos nos acomodamos a una nueva realidad en donde el distanciamiento físico es necesario, y muchos de los planes que teníamos se han modificado, lo que definitivamente no podemos permitirnos es poner en cuarentena nuestros sueños o la vida misma. Sé lo desafiante que puede ser considerar esta idea, en especial, cuando la cotidianidad nos ocupa gran parte de nuestro tiempo y el foco está en el trabajo, el estudio, los hijos, la familia y todas estas obligaciones que no nos dejan mucho margen para otro tipo de intereses.

¿Te acuerdas cuando eras más joven y hacías listas de las cosas que te gustaría hacer cuando fueras grande? Cosas que se debían cumplir antes de cierta edad. ¿Cuáles estaban en tu lista? ¿Las has hecho realidad o, por el contrario, las has olvidado? En la mía, por ejemplo, plantar un árbol y escribir un libro aparecían constantemente, además de unas cuantas cosas más.

Para mí, este año fue de muchas novedades, de romper el molde, salir de lo cotidiano, experimentar y sobre todo arriesgarme. Conectarme con mi creatividad, mi imperfección y recordar lo que había escrito tantas veces en esa lista. La vida me ha llevado a reconectarme con mi propósito (impactar la vida de otros de forma positiva), y he descubierto que, a través de ese ejercicio de ayudar a otros, también me ayudó a mí misma y de paso me sigo descubriendo. Mi trabajo de acompañar como coach a profesionales migrantes, que atraviesan desafíos de la vida personal y profesional en tierras lejanas, me ha dejado enseñanzas maravillosas, me ha permitido verme reflejada en sus ojos, aprender de ellos y sorprenderme con sus talentos.

Hace unos meses empecé mi proyecto de escribir mi primer libro virtual, pues además de tachar uno de los puntos pendientes de mi lista, me di cuenta de la necesidad de establecer un canal de comunicación para llegar a más personas y así compartir mi conocimiento. Ese que como migrante profesional he construido a través de los años y que, mirando hacia atrás, hubiera apreciado mucho que alguien compartiera conmigo. Hace unos pocos días lancé el e-book al mercado y recordé que, durante el proceso de escribirlo, alguien me dijo que todos llevamos un libro dentro de nosotros, creo que lo que realmente quería decir es que ¡hay algo extraordinario dentro de cada uno de nosotros y está esperando que lo dejemos salir!

Y tú, ¿qué estás esperando para ser extraordinario?

e-book Caro Monroy

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