¿Cómo vivir en un mundo de posibilidades, cuando afrontamos eventos desafiantes que comprometen nuestra salud mental y física, y también la de quienes nos rodean?

¡No hay duda de que en el último año hemos experimentado muchos desafíos colectivos! Han sido tiempos difíciles, pero sobre todo muy dolorosos. Hemos tenido que aprender a adaptarnos a la nueva realidad que nos presenta “la vida en tiempos de COVID”, a reconocer la fragilidad de nuestros cuerpos, y a hacer uso de recursos emocionales desconocidos, para aceptar la pérdida de amigos y familiares, en condiciones sin precedentes.

Ser testigos de la violencia, injusticia, he inequidad de nuestro país. Experimentar tristeza y desasosiego, mientras miles de compatriotas, salen a la calle a manifestarse por el descontento con el liderazgo de nuestros dirigentes y tanta corrupción. Todo esto, mientras en el día a día batallamos con los desafíos de nuestra propia vida, con nuestros conflictos internos, poniendo a prueba nuestra resiliencia, y en muchas ocasiones, despertando nuestros miedos más profundos.

Estos momentos de dificultad nos recuerdan quienes somos, nos ayudan a identificar lo que es realmente importante, nos ofrecen nuevas perspectivas y también nos conectan con nuestros valores.  La dificultad, es uno de esos regalos agridulces de la vida, pues es justo en esos escenarios donde nos hacemos más fuertes, más creativos y en donde muchas veces, hacemos reflexiones profundas que impactan en nuestra capacidad de toma de decisiones, y en la posibilidad de implementar cambios en nuestra vida.

Desde hace varias semanas atrás, muchas de las personas a mi alrededor, y yo misma, hemos experimentado situaciones desafiantes. Cosas como, la muerte de personas cercanas, amigos y familiares con enfermedades terminales, o de alto riesgo y cirugías programadas por diversos temas de salud, entre otros. Todo esto me recordó lo vulnerables que somos, y lo importante que es atravesar por estas turbulencias bien acompañados. También, me hizo pensar en la importancia de facilitar y participar en espacios para hablar de ello, pedir ayuda y también estar lista para ofrecerla, reconocer que a todos nos llegan momentos difíciles y justamente por eso, debemos observarnos a nosotros mismos y a otros con compasión.

Eso fue justamente lo que pensé mientras estaba en el hospital hace unos días, pues me practicaron una cirugía mayor. Tuve cerca de cinco días para desconectarme de todo y reconectarme conmigo misma, el silencio de las noches y la oscuridad de mi habitación fueron los aliados perfectos para ganar perspectiva en medio de tantos acontecimientos.

Entendí, que la dificultad siempre será un elemento inherente a la experiencia humana, siempre habrá muchos eventos fuera de nuestro control, y, en consecuencia, habrá realidades difíciles que no podemos cambiar. Sin embargo, lo que sí es posible, es elegir como los asimilamos y reaccionamos a ellos. ¡La vida no nos ocurre, tomamos parte activa en ella!

Al final, y como ya lo sabrás, el mundo de posibilidades está lejos de ser un mundo color rosa y en calma. En este mundo también habitan los arcoíris, ¡ellos nos recuerdan que hay cosas hermosas que sólo nacen cuando cae la lluvia! Así que, en medio de la tormenta que traen esos dias grises, recuerda que todo es pasajero, lo malo y lo bueno, y que solamente mirando de frente al horizonte, con algunas gotas de lluvia corriendo por tu cara, es cuando podrás verás la magia de los colores en el cielo.