¿Cuántas veces has dicho “si”, cuando realmente querías decir “no”?

Tal vez, ya hayas experimentado que cuando tu prioridad ha sido satisfacer constantemente las necesidades de los demás, te has olvidado de las tuyas.

Este es el principio de uno de los mayores conflictos que experimentamos en nuestras interacciones con otros, nos han hecho creer que las otras personas son más importantes, cuando en realidad ¡somos tan importantes como ellas!

¿Alguna vez te has sentido agotada(o) mental, o físicamente, por la presión que te pones tu misma(o) al tratar de complacer a todos a tu alrededor? Siempre me ha gustado referirme a esto con la metáfora de la despresurización en un avión. Si esta emergencia se presenta, lo que nos han enseñado los auxiliares de vuelo, es que cuando las máscaras de oxígeno caigan automáticamente, lo primero que debemos hacer es colocarnosuna nosotros mismos y luego auxiliar a otros. Haciendo esto, garantizamos que vamos a continuar respirando y no vamos a perder el conocimiento, ¡solamente así podremos ayudar a otros!

Es exactamente igual en la vida, ¿cómo pretendemos atender las necesidades de otros, cuando no estamos capacitados para hacerlo, o si no podemos garantizar que vamos a estar bien cuando lo hagamos? Es el mismo principio en primeros auxilios, antes de ayudar a alguien, debemos estar seguros de que no vamos a correr ningún riesgo.

Y esto no aplica exclusivamente para situaciones de vida o muerte, se presenta frecuentemente en el día a día cuando tienes problemas para decir “no”, cuando te cuesta trabajo establecer límites y estas muy preocupada(o) por agradar a todos a tu alrededor y no decepcionar.

¡En algunas ocasiones es necesario decir “no” a los demás y decirte “sí” a ti misma(o)!

El secreto para dejar de ser complaciente y sufrir en secreto por ello, es entender que cada vez que dices “si” a algo, simultáneamente estas diciendo “no” a otras cosas, ¡tú tienes el poder de elegir! Por ejemplo, cuando dices “si” a trabajar hasta tarde, le estas diciendo “no” a darle el beso de las buenas noches a tus hijos. Cuando dices “sí” a unos tragos con amigos, le estas diciendo “no” a tu rutina de ejercicio en el gimnasio a la mañana siguiente, y así sucesivamente.

Así que piénsalo bien la próxima vez que pongas las necesidades de otros por encima de las tuyas, pues es muy probable que resultes frustrada(o) y sintiendo culpa contigo misma(o) por tu incoherencia.

Aprender a decir “no” es todo un arte, no ha sido fácil, pero me he venido entrenando en esta habilidad en los últimos años. En más de una ocasión me he sonrojado cuando he tenido que establecer límites y me he llenado de culpa, cuando es evidente que la otra persona no espera un “no” como respuesta, pero después, la sensación de libertad que me invade hace que todo valga la pena, ¡sentir esa alegría que da saber que fui fiel a mí misma y que actúe en coherencia con lo que realmente quería, no tiene precio!

Te invito hoy a que dejes de disculparte cuando digas “no”, así te sonrojes, dilo con tranquilidad, encuentra tu voz, establece límites y deja de complacer a la gente, solo así podrás tomar el control de tu propia vida. Tu responsabilidad está lejos de tener que agradar a otros. Establece límites, pues, como dice Hemphill, estos son la distancia en la que podemos querer a otros y a nosotros mismos simultáneamente.