Después de más de dos años de proceso migratorio para obtener nuestra residencia permanente como “skilled migrants”, llegamos a Australia con mi esposo casi diez años atrás. Él, ingeniero electrónico y yo psicóloga.
Fueron treinta y ocho horas viajando, tres aviones, múltiples conexiones y cuando aterrizamos en Perth, un corto trayecto final en taxi desde el aeropuerto hasta el hotel, ¡sentí que por fin lo habíamos logrado! Esa noche, a pesar del cansancio, no podía dejar de imaginar los múltiples posibles escenarios de mi nueva vida en Australia, llena de emoción e incertidumbre me fui a dormir cansada pero feliz, sabiendo que cuando amaneciera una nueva aventura empezaría.
He sido migrante por veinte años. Después de vivir en Inglaterra y Argentina, Australia se volvió mi hogar. Aunque esta vez, el reto era un poco diferente, ya había tenido la experiencia de ser estudiante internacional en Londres, en donde tuve trabajos casuales, mientras completaba mi certificación en programación neurolingüística y un par de diplomas más.
Mi primer trabajo fue como cajera en una cadena de cafés que era fácil de encontrar casi que en cada esquina de la ciudad. Todos los días me ponía mi uniforme; un jean azul, camisa blanca manga larga, zapatos negros y una gorra vinotinto, y me pasaba cuatro horas al día en el mostrador sonriendo y tomando ordenes de cafés. Cuando ya había mejorado mi nivel de inglés notablemente, conseguí otro trabajo como asistente de ventas en “TM Lewin”, en donde mi herramienta de trabajo principal era un metro que llevaba colgado en el cuello la mayoría del tiempo y que me servía para tomar medidas a trajes de paño que necesitaban ser alterados. También le medía el cuello a los señores para saber con precisión la talla de sus camisas ¡Esa era mi vida como estudiante internacional, el foco era aprender un segundo idioma, tener trabajos casuales y viajar!
Sin embargo, ser migrante profesional trae consigo una expectativa bastante diferente, la de cerrar de la forma más rápida, la brecha existente entre lo que éramos en nuestros países a nivel profesional y lo que deseamos para nosotros en esta nueva realidad. El desafío más grande es identificar una estrategia para ganar visibilidad, y al mismo tiempo identificar las habilidades transferibles que hemos acumulado a lo largo de los años y que serán las que incrementen nuestra competitividad en el mercado local.
Después de un par de semanas ya habiendo encontrado un lugar donde vivir, empecé con mi búsqueda de trabajo profesional. Mi táctica fue contactar por LinkedIn a algunos gerentes de empresas multinacionales en las que yo ya había trabajado anteriormente en recursos humanos y reclutamiento, y por supuesto, también contacté a su competencia. El resultado, fue la oportunidad de organizar cuatro reuniones para tomar café con personas que podían darme información del mercado profesional australiano y de las especificidades de mi campo.
Las conversaciones abarcaban múltiples temas; desde la economía en Western Australia, la crisis de la minería, el crecimiento de industrias como salud y educación, el estilo de vida en Perth, y por supuesto, no podían faltar preguntas de turista, como, por ejemplo, ¿cuál era un buen lugar para ver canguros? o ¿cuáles eran las mejores playas?
Desde el principio supe que para que esta táctica fuera eficiente necesitaba conectarme con estas personas desde otra perspectiva, ¡la del aprendiz!, con interés genuino de saber quiénes eran ellos, y así, conocer un poco de su historia, de los conocimientos que habían acumulado a lo largo de su trayectoria profesional. Tener una conexión real con cada una de esas personas era la mejor forma de construir lazos y obtener información actualizada del mercado.
Estas interacciones me permitieron ganar visibilidad, de paso, construir mi marca profesional. Ellos también querían saber quién era yo, cuál era mi trayectoria profesional, cómo había llegado hasta acá y eventualmente cómo podían ayudar.
Al mes de haber llegado a Australia, logré participar en un proceso de selección para un cargo como “recruiter”. El proceso fue súper intenso y me pidieron presentar un “caso de negocios” en frente del gerente general y otras personas. ¡Sin duda mi experiencia previa fue muy relevante para hacer esta presentación de la mejor forma, pero sin duda, tener información local, y entendimiento del mercado fue lo que realmente hizo la diferencia!
Así empezó mi trayectoria profesional en Australia diez años atrás, hoy, mi trabajo es ayudar a otros Profesionales Migrantes que sueñan con hacer esta transición profesional en un nuevo mercado anglo.
“Cuando migramos, hasta el desafío más pequeño puede representar una amenaza enorme. Dejar tanto atrás nos obliga a redescubrirnos en espacios inesperados y desconocidos. Irse implica hacer una transición, reinventarnos, volvernos creadores de una nueva realidad, enfrentar miedos y revisar expectativas. Es un proceso de hacer las paces con lo que éramos y con lo que queríamos ser, con lo que otros esperaban de nosotros y así, abrir la puerta a nuevas posibilidades”.
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