Era un día de enero del 2004, escribía un artículo sobre la canción que disparó la carrera de Jorge Celedón: la historia deAy hombe’, desde que el cantante iba en bus en un viaje de Villanueva (La Guajira) a Valledupar (Cesar) y vio el pasto recubierto de flores de cañaguate, hasta el momento en el que la consagrada canción se ganó por segunda vez el título de ‘canción del año’, por sonar tanto en emisoras, discotecas, fiestas y conciertos.

Félix Carrillo Hinojosa, compositor e investigador del vallenato, apareció por la redacción y al ver en la pantalla, en grandes letras la expresión "¡Ay, hombe!", dejó salir su actitud didáctica. “¡Noooooooooo! Es «¡Ay ombe!», sin la «h» –dijo con tono desparpajado–, porque cuando uno como compositor está cantándole a un pesar o a una emoción no dice «Ay, hombe» y menos si le está cantando a una mujer. Porque la gente puede creer que uno está queriendo decir «Ay, hombre»".

La verdad, en ese momento no lo entendí. Siempre que escuchaba la estrofa de Celedón, me lo imaginaba lamentándose en el hombro de algún amigo medio confidente, trago en mano, y diciendo: "Ay, hombe, olvidarla es imposible / Ay, hombe, eso para mí es terrible / Ay, hombe, sin su amor yo no soy nada / Ay, hombe, qué vacío hay en el alma”. No me sonó tan extremo, como lo pinta Carrillo, pero él sabe del tema un poquito más.

Y sin embargo, el título del artículo en el periódico, del 25 de enero de ese año, se fue con la «h», a pesar de las protestas de Carrillo (no por hacer oídos sordos), sino porque en el álbum de Celedón, en el repertorio, la canción aparecía con una flamante «h» y si Celedón lo permitió, pensé que cada cual tiene derecho de ponerles a sus hijos (así estos sean canciones) el nombre que quiera, y hay que respetárselo.

Hace poco, Félix Carrillo volvió a insistir en el tema. "La expresión tiene dos connotaciones casi opuestas –explicó–. La de alegría, por ejemplo: «ay ombe, estoy con mi familia y amigos, parrandeando» y otra como el lamento de Alicia adorada, de Juancho Polo Valencia”, explicó.

“Se murió mi compañera, qué tristeza
Alicia, mi compañera, qué dolor.
Y solamente a Valencia, ay ombe, el guayabo le dejó”.

¡Ay ombe! es como un ¡Caramba!, incluso se combina a veces con el “juepa je” (que suena “güepa je”) y ahí sí toma una expresión más festiva. El diccionario de la Real Academia Española ignora ambas expresiones (claro, falta que el uso se extienda para que entre). En su página electrónica (www.rae.es), cuando se le pregunta por “ombe” u “hombe” responde invariable: "la palabra no está en el diccionario". Buscando en Google encontré que la voz de la mayoría la escribe con «h». Es decir: hay 846 registros de "¡Ay ombe!" y 3.630 de "Ay, hombe".

Entre los primeros me encontré las letras de las canciones del dominicano Juan Luis Guerra: «Ojalá que llueva café», que reza: “Pa que en el conuco no se sufra tanto, ay ombe, ojalá que llueva café en el campo”. Como quien dice, los vallenatos no son los únicos en usarla. Y una con la canción de Celedón, pero, aceptémoslo, estamos tan acostumbrados a la «h», que sin ella, la palabra se ve rara.

"Se volvió costumbre escribirlo con «h» –explica Carrillo–. Porque Consuelo Araujonoguera en uno de sus libros lo escribió con «h» y anunció que era denotativo de hombre. Entonces, el nuestro sería un canto maricón, ¡Qué tal nosotros cantándoles a los hombres! Encontré ese error y le hice a ella la observación. ‘La Cacica’ dijo que sí, que en una segunda edición iba a hacer la corrección, pero no alcanzó a hacerla. porque murió”.

Alberto «Beto» Murgas, otra autoridad vallenata, está de acuerdo con Carrillo. "No quiere decir «hombre», como lo entendieron en Estados Unidos, ahora que Jorge Celedón ha estado viajando para allá. Toda la vida, nosotros hemos dicho "ombe", sin «h» y con «b» larga. Así se ha escrito en los libros que tengo y en los de Tomás Darío Gutiérrez. Pero se está escribiendo mal, sobre todo cuando no se es de la región”.

Aún me resisto a adoptar la expresión sin la «h», pero los guardianes del folclor popular son ellos que nacieron y viven en él. Así, que nos va a tocar acostumbrarnos a quitarle la «h», por respeto a la cultura que representa. Solo me queda una duda: ¿Qué dirá de esto Jorge Celedón?

Foto: Gerardo Cháves / EL TIEMPO

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