Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Willie Colón, que ahora es un clásico salsero, fue revolucionario en su momento y su música recibió alguna vez el comentario más trillado que existe cuando un ritmo musical evoluciona: "Eso no es salsa".

Jerry Rivera, artista salsero que vino a Colombia la semana pasada, va en ese género por el mismo camino. Todavía hay quien tiene una imagen congelada de él, la del «Cara de niño», como suelen llamarlo. Y sin embargo, ha crecido, y es respetado. También Jerry escuchó de su música la sentencia: "Eso no es salsa". Ahora, junto con otros pocos que sobrevivieron al boom juvenil de su época (Víctor Manuelle y Rey Ruiz), es uno de los que se ha mantenido y va en vía de volverse clásico. Rivera, a quien no conocía personalmente, resultó ser un artista curioso, reflexivo. Que da cuenta de la historia del género que representa, no solo con música, sino con historia. Sabe quién aportó qué al ritmo que mundialmente se conoce como salsa. Y dio un esbozo de los detalles y fortalezas de salseros clásicos como Ismael Miranda, Héctor Lavoe, y por supuesto, su ídolo Frankie Ruiz. Pero esto no alcanzó a caber en las cortas líneas que caben en un artículo del diario. Sin embargo, cuando escribí la nota, me parecía que mucho de lo que decía se aplicaba al vallenato.

Jerry fue en los 90 exponente de la salsa romántica. Y le llovió crítica por eso. ¡Que no era salsa! Claro, la salsa venía de ser un género de barrio, con historias de calle. "De llamado a la rivalidad y a la competencia". Y de pronto llegó una generación de románticos que no sentían contar la historia del barrio, sino la del amor.

Y al preguntarle por las nuevas generaciones de la salsa, dijo algo que me recordó muchos comentarios consignados por los lectores más radicales de este blog: "Es lamentable que haya habido tanta separación en la salsa. Hay algunos salseros, «los más viejitos», que afirman que lo que hacen los jóvenes no es salsa, que no es la original, que no es la mejor, que no es la auténtica. Esto hace que los programadores de radio no crean en la juventud. No le dan mérito a lo que hacen los jóvenes".

Resistencia al cambio se llama eso.

"Sin embargo –continuaba Jerry a excepción de pocos como El Gran Combo de Puerto Rico, que siguen haciendo lo mismo, todos los artistas de generaciones anteriores están haciendo la salsa romántica que criticaron. Todo lo que les criticaron a los jóvenes es lo que ahora están buscando".

De inmediato me vino una imagen, la de los dos nuevos integrantes del Binomio de Oro (bueno, ya llevan un año, pero todavía son nuevos). Y recordé a Israel Romero, líder del grupo, diciendo que había decidido contar con sangre nueva en el grupo, con caras frescas e incluso atractivas, para mantener la conexión con la juventud. Por eso, además de su talento, entraron al conjunto Marcos Bedoya (acordeonero) y Alejandro Palacio (voz).

También recordé a Jorge Oñate, ahora acompañado de un acordeonero muy joven, Christian Camilo Peña. «El ruiseñor del Cesar» también habló de "sangre nueva" cuando se le preguntó por su "pareja vallenata". E hizo bien, creo yo, porque en una de sus presentaciones recientes en Bogotá, el show de los dos pareció de todo (fresco, alegre, clásico, energético, qué sé yo), menos anquilosado o pasado de moda.

Eso les sirve a todos. A los mayores, para no perder contacto con públicos nuevos. A los jóvenes, para adquirir experiencia al lado de los que saben. Y al folclor, porque, a pesar de que cada generación trae su «revolución», lo importante es que haya una esencia que se vaya transmitiendo. Y alguien tiene que defender esa esencia, pero sin descalificar por motivos diferentes al del talento, sino promoviendo la conciencia en los que vienen del respeto al abecé básico del que parten.

Volviendo a Jerry, el salsero, le pregunté qué alternativas tenían los jóvenes: "Creer en ellos mismos –respondió– Hacen falta más cantantes, no solo en la salsa, sino en cada género". Y explicó por qué su salsa era romántica, porque obedecía a su entorno familiar. Me señaló que de los jóvenes que habían detrás, veía que Servando y Florentino estaban en el camino del trabajo serio (esta pareja de venezolanos son otros que se han luchado el salto de ídolos juveniles, aparentemente pasajeros, a salseros adultos con perspectivas de larga trayectoria). No nombró a nadie más.

En cambio, el vallenato sí tiene una camada nueva, tratando de dejar su huella. En vez de descartarlos, de mirarlos con recelo y tildarlos de moda pasajera, habría que darles al menos la oportunidad de intentarlo.

"Estoy de acuerdo con eso –dijo el compositor, productor y ahora cantante vallenato Felipe Peláez, cuando le hablé de la sensación que me dieron las palabras de Jerry–. Estamos viviendo un cambio generacional que tenemos que asimilar. No podemos pretender que de aquí a siete años estén en el panorama, solos, Jorge Oñate, Beto Zabaleta y Poncho Zuleta. Son gente que ha llevado por décadas el folclor a cuestas. Tienen 35 y 40 años cargando con el vallenato en este país. Han hecho todo el camino. Es que, el vallenato a nosotros ya se nos salió de las manos. Hoy en día, puedo conseguir un tremendo acordeonero en Ibagué. Y muchos siguen creyendo que el género es exclusivo de una ciudad (Valledupar) y de un grupo, muy respetable, de artistas que ya hicieron su camino”.

Y vuelvo a Jerry y a la frase con la que terminó la entrevista: "A los jóvenes les pasan cosas tristes (…) he visto a salseros jóvenes descalificados por «los viejos» que fueron sus propios ídolos". Lo despedí recomendándole unos cuantos discos de la vieja guardia y de la nueva ola, para que no se quedara solo con la imagen unipersonal y general que hay del vallenato en el exterior: Carlos Vives.

Fotos: Filiberto Pinzón (Jerry Rivera), Jorge Oñate y Christian Peña (Rafael Espinosa), Marcos Bedoya (Carlos Julio Martínez) / ARCHIVO/EL TIEMPO

Compartir post