Luifer y Mane, una pareja irreverente (Voces y acordeones de "La nueva ola" 2)
Si hubiera hecho caso, el vallenato juvenil se habría quedado sin una de sus nuevas y más importantes voces.
Luifer se graduó del Gimnasio Panamericano en su natal Valledupar. Después pasó a la Universidad en Bucaramanga. Dice que no estudió ni un semestre de Ingeniería Industrial y que luego se inclinó por la licenciatura en música de la Universidad Industrial de Santander. Todos, en su carrera, además de tomar clases de piano, debían escoger un instrumento adicional. Luifer escogió la parte coral pensando en el coro de la UIS "porque es un coro reconocido internacionalmente, que viaja mucho", explica.
Pero en algún momento decidió que si iba a viajar por el mundo, no lo iba a hacer como parte del coro de la UIS, sino con la música de su tierra. "Uno no aprende vallenato allá –explicó–. Uno aprende ópera y sinfonías. Me salí porque me gusta el vallenato. Así que en vacaciones me fui a Valledupar y me quedé. Me llamaron después y me dijeron: «Oye, vas a perder las clases». Pero yo mismo tomé mi decisión de aplazar la carrera, porque quería grabar un CD. ¿Conoció al acordeonero de Kaleth Morales? ¿JuanK Ricardo? Pues, iba a grabar con él. Pero se unió a otro muchacho y entonces llamé a Manuel Julián Martínez, que estaba solo, estudiando en la Universidad".
Así nació la pareja de Luifer (cantante) y Mane (acordeonero), la que bautizó, casi sin querer, el movimiento vallenato juvenil, con el nombre de «La nueva ola». Porque el fenómeno tomó el nombre del primer disco que grabaron, en el que se incluía una canción de la época de Alejo Durán.
Manuel Julián Martínez, ‘Mane’, nació el primero de noviembre de 1985, en San Diego (Cesar). Hizo primaria y secundaria en el colegio El Carmelo, de Valledupar, y estudiaba derecho en la Universidad del Cesar. En el tercer semestre respondió al llamado de su amigo Luifer y aplazó los estudios, quién sabe hasta cuándo. "¡Qué no me dijeron en la casa! ¡Imagínate! Mis padres son profesores y yo soy el único que no terminó –explica–. Pero lo haré algún día. Ahora están contentos, porque saben que si a uno le va bien, tiene que aprovechar estas cosas"..
Mane supo que iba a ser acordeonero a los 9 años. Antes había sido la voz que acompañaba el acordeón de su hermano mayor. Un día intercambiaron papeles y él descubrió que le gustaba más tocar. Después, el hermano se fue a estudiar a Barranquilla y el acordeón se quedó en casa, fue cuando comenzó a aprender. Su talento lo llevó a concursar en el Festival Vallenato y al coronarse como rey infantil se ganó un puesto en la Escuela de Andrés ‘El Turco’ Gil. Fue uno de los diez niños que llevaron por primera vez el vallenato a la Casa Blanca en la Navidad de 1999. Y también fue rey juvenil. Dejó la agrupación a los 15 años, pensando en que ya tenía que buscar otros horizontes, como músico profesional.
Y se apareció Luifer con una canción de Leonardo Gómez titulada «Pin pon pan», que el año pasado los sacó del anonimato. Juntos la grabaron, se entendieron y continuaron. El disco «La nueva ola» fue el primero y empezó con el pie derecho, en una industria en la que, por lo general, los artistas, para ver frutos, tienen que esperar hasta el tercer o cuarto disco para despegar con fuerza. Y en ese momento ni siquiera pensaban que iban a bautizar un movimiento.
“Cuando se puso de moda la guaracha –recuerda Luifer–. Le pedían mucho a Alejo Durán que tocara guarachas. Pero él respondía: ‘Yo soy vallenato puro, no soy ‘nueva ola’’. Para que veas que ha habido otras ‘nuevas olas’ antes. Decidimos grabar la canción en estilo sabanero. Ahora, cuando van a hacer un concierto con los jóvenes, dicen: ‘El concierto de la nueva ola’ o ‘La emisora de la nueva ola’. Eso nos da fama a nosotros porque donde está la ‘nueva ola’, está Luifer Cuello”.
La música que hace esta pareja vallenata es juguetona y tiene un público objetivo muy claro. Los adolescentes. De ahí sus letras. Manuel Julián jugó con los temas de su infancia en el acordeón (una muestra es ‘Colorín colorado’) y Luifer hasta canta al revés en ‘Vallenato reggae’, de su segundo disco, el de este año. Claro que los han criticado, porque tienden a la fusión que tanto exaspera a los seguidores del vallenato puro, pero, al parecer la crítica este año no les ha dado tan fuerte como cuando salió el ‘Pin pon pan’.
“Lo nuestro es una fusión de música vallenata con letras juveniles –anota Luifer–. ‘La chica superpoderosa’ es letra de ‘pelao’. Pero también dentro del movimiento hay canciones de letras profundas y vallenatas tradicionales como ‘Aquí estás conmigo’, de Leonardo Gómez, que concursó en el festival de compositores en San Juan del Cesar y gustó mucho allá. Nosotros la grabamos por eso. El ‘Pin pon pan’ fue criticado, sobre todo, porque no era una canción para dedicar. Pero yo veo que critican más los otros cantantes. Porque hay colegas que son ‘nueva ola’, cantan ‘nueva ola’ y dicen que no son ‘nueva ola’. Pero, bueno”.
Por lo pronto, cada uno está pensando en seguir trabajando, con miras a ser dignos sucesores de sus propios modelos musicales. “Mi artista es Diomedes Díaz –dice Luifer sin pensarlo dos veces–. Soy diomedista y villazonista. Admiro a Diomedes por su forma de cantar, por su alegría al interpretar. A Iván Villazón, por su grandeza. Ambos son personas que llevan mucho tiempo en esto y saben cómo es la movida en la música”.
Por su parte, Mane piensa en el fallecido Juancho Rois. “Todos los acordeoneros ahora se derivan de él –explica–. Es como una pauta que uno tiene para seguir. Estudiar la forma de tocar de otro depende del tipo de música que uno toque. Nuestro estilo es alegre. Escuchando por aquí y por allá se va armando. Y la gente empieza, poco a poco, a reconocer el acordeón”.
Y es que, por más irreverente que suene su juego con el acordeón, Mane viene de una seria formación clásica. “La escuela del ‘Turco Gil’ me sirvió mucho, porque conozco las diferentes etapas del vallenato y me sé definir. Si vuelvo al Festival Vallenato, por la categoría profesional, estoy preparado, lo mismo que para los estilos comerciales y las presentaciones en concierto, que son muy diferentes”.
Al parecer, lo de concursar por la corona de rey profesional es en serio. “Quizás para el año entrante, porque ya soy un profesional”, insiste para dejar claro que extrema juventud no debe engañar a nadie. Ni tampoco tiene ese temor que suele aquejar a los acordeoneros de cierta popularidad comercial, que temen perder ante ilustres desconocidos. “Yo perdí el miedo hace mucho –responde suavemente, y suena como si tuviera un montón de años encima–. Cuando gané la primera vez, tenía las piernas temblando. De ahí en adelante, comencé a tocar más seguido en tarimas. Ya uno se acostumbra”.
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